Tras
la derrota de Napoleón en
Leipzig, y después de su caída definitiva en Waterloo,
las potencias vencedoras emprenden la reorganización del mapa de
Europa. Para ello deciden convocar un congreso
en la ciudad de
Viena
al que asisten representantes de todos los países europeos. Las
sesiones del congreso se desarrollan entre 1814 y 1815,
y el resultado final del mismo puede calificarse como el de una
auténtica contrarrevolución conservadora con la intención de volver al status quo del Antiguo Régimen defendida por el canciller
austríaco Metternich.
El
objetivo era impedir que volviera a suceder otro acontecimiento
similar a la Revolución Francesa o al Imperio Napoleónico, que
tantas guerras había causado en Europa hasta su derrota definitiva.
Los
tres principios fundamentales
que emanan del Congreso
de Viena son:
- la Restauración o equilibrio político, basado en el regreso a la situación de 1789. Con ello se reconocía la existencia de cinco grandes potencias europeas que debían controlar la situación política en el continente, sin que ninguna de ellas pudiera ser claramente superior a las demás:
- el emperador católico, Francisco I de Austria, con Von Metternich,
- el zar ortodoxo, Alejandro I de Rusia, con Nesselrode,
- el rey luterano, Federico Guillermo III de Prusia, con Humboldt,
- el régimen parlamentario inglés de Jorge III, con sus diplomáticos Lord Castlereagh y el duque de Wellington y - el monarca católico francés, Luis XVIII con Talleyrand.
- La Legitimidad o patrimonio regio, principio según el cual la nación es “propiedad” o patrimonio del rey. Por ese motivo vuelven al poder las antiguas dinastías reinantes como los Borbones en Francia, España y Nápoles, o los Habsburgo en Austria y Alemania.
- Principio de Solidaridad o derecho de intervención, basado en la política de congresos y en el intervencionismo de la Santa Alianza. El objetivo era evitar nuevas revoluciones o modificaciones de lo aprobado en Viena. La Santa Alianza se reunía anualmente en congresos como Laybach, Verona o Troppau.
Sin
embargo, ese intento de dar marcha atrás en la Historia no dura
mucho tiempo, ya que el proceso iniciado con la Revolución Francesa
no podía ser eliminado solo por la decisión de los representantes
en un congreso.
De
esa forma, poco después del Congreso de Viena, se inicia un nuevo
período
revolucionario
que se desarrolla entre
1815 y 1851,
y más concretamente, entre 1820 y 1848.
Los
dos factores
ideológicos
que propician las
revoluciones
son el nacionalismo y el liberalismo
Nacionalismo
es un término que en realidad posee diversos
significados.
El concepto moderno del nacionalismo aparece
por primera vez en
Alemania
a
finales del siglo XVIII,
con la obra de Herder
entre 1784 y 1791.
Poco
tiempo después Fichte
retoma el concepto del Volksgeist o “espíritu
del pueblo”
de Herder, desarrollándolo en varias obras publicadas entre 1800 y
1808.
Los
orígenes del nacionalismo
como ideología política
aparecen con el jacobinismo revolucionario francés entre 1793 y
1794, mientras que la difusión de la ideología nacionalista por
toda Europa tiene lugar con las victorias del ejército Napoleón por
el continente ("sentimiento antifrancés") entre 1799 y 1815.
El
movimiento cultural del romanticismo influye decisivamente en esta
ideología y ayuda tanto a su difusión, como a su consolidación.
En
el XIX existen diferentes tipologías
de nacionalismos
que se pueden resumir en dos:
- el centrífugo o separatista, como es el caso de los imperios turco Otomano o austro – húngaro, y
- el centrípeto o unificador, que es el que existía en los estados alemanes o italianos.
El
liberalismo,
al igual que el nacionalismo, es un término con diversos
significados.
El
liberalismo,
al igual que el nacionalismo, es un término
con diversos
significados.
De
esta forma existe el concepto del liberalismo
político,
que desarrollan J.
Locke
en la obra “Dos
tratados sobre el gobierno civil”,
publicada entre 1689 y 1690, y el liberalismo
económico,
que difunden
A. Smith con su obra "La riqueza de las Nacioneas" en 1776 o otros autores como D. Ricardo o Stuart Mill.
Sus características principales son:
- El individualismo, que considera al individuo primordial, como persona única y en ejercicio de su plena libertad, por encima de los aspectos colectivos.
- La
libertad
como un derecho inviolable que se refiere a diversos aspectos:
pensamiento, de culto, de expresión, de asociación, de prensa,
etc., cuyo único límite consiste en no afectar la libertad y el
derecho de los demás, y que debe constituir una garantía frente a
la intromisión del gobierno en la vida de los individuos.
- El
principio de igualdad
ante la ley,
entendida referida a los campos jurídico y político. Es decir,
para el liberalismo todos los ciudadanos son iguales ante la ley y
ante el Estado.
- El
derecho a la propiedad
privada
como fuente de desarrollo e iniciativa individual, y como derecho
inalterable que debe ser salvaguardado y protegido por la ley.
- El
establecimiento de códigos
civiles,
constituciones
e instituciones basadas en la división
de poderes
(Ejecutivo,
Legislativo
y Judicial),
y en la discusión y solución de los problemas por medio de
partidos
o grupos políticos
en asambleas
(parlamentos,
cortes, etc), elegidos por sufragio.
- La
libertad
de cultos
y la separación
Iglesia-Estado
en un Estado
laico.
- La no politización de los cargos de gobierno, y demás elementos públicos, como la educación (tanto la escolar como la universitaria), la salud o la justicia, que ha de ser independiente a los otros dos poderes,
Con
la Ilustración
con obras como “Las
Cartas Inglesas” de
Voltaire (1721), “El
espíritu de las Leyes”
de Montesquieu (1748) y “El
Contrato Social”
de Rousseau (1762) y,
posteriormente con su difusión durante el imperio napoleónico, el
liberalismo se extiende por el continente.
En
el caso de España, el origen del liberalismo se encuentra en la
Constitución de las Cortes de Cádiz promulgada el 19/3/1812.
Para
entender la compleja situación que se vive en este período, es
necesario tener en cuenta los
graves
problemas
sociales que
se dan en él. Estos son un elevado desempleo
y una miseria muy extendida entre las clases más pobres, lo que
lleva a la explotación del proletariado. Las consecuencias de esta
injusta situación provocan
el surgimiento de los movimientos obreros y la aparición de la
ideología socialista.
Las
revoluciones Liberales – Burguesas
más importantes durante la primera mitad del siglo XIX son tres:
- 1820, también llamada "mediterránea",
- 1830 o "nacionalista" y
- 1848, "la primavera de los pueblos", que es la que permite que definitivamente la burguesía alcance el poder y se consolide en él paulatinamente.
La
revolución de 1820,
denominada en su conjunto como
“Las revoluciones Mediterráneas”, comienza
en un país fuera del ámbito de este mar, como es Alemania,
donde
el movimiento
universitario se organizar para imponer una Constitución liberal.
Pero será fundamentalmente en los países ribereños del
Mediterráneo donde alcance su máxima importancia, de ahí el
apelativo que se le da en determinadas ocasiones.
El
primer país mediterráneo en el que se inició fue España,
con el pronunciamiento
del general Riego en las Cabezas de San Juan
el 1 de enero de 1820, que daría lugar al período del Trienio
Liberal Constitucional entre 1820 y 1823.
Este
cambio político facilitó indirectamente la consolidación del
proceso de independencia
de las colonias americanas
iniciado en 1810-1826.
Le
siguió Portugal,
donde tuvo lugar la “revolución
liberal de Oporto”,
cuya consecuencia principal de forma indirecta fue la independencia
de Brasil en 1822.
El
proceso revolucionario se extendió a continuación por el reino de
Nápoles,
donde se produjo “la
insurrección
de Nola”,
gracias a la cual los líderes del movimiento Carbonario obligan al
rey a jurar la Constitución.
En
Francia
fracasa el
movimiento liberal tras el asesinato del Duque de Berry.
Mientras, en Grecia el Congreso de Epidauro proclama la independencia del Imperio Otomano que finalmente se consigue tras una larga lucha entre 1821 y 1830.
En
Rusia
tiene
lugar “la
revuelta
de los Decembristas”
tras la muerte del zar, pero el movimiento acaba fracasando.
La
Santa Alianza
no podía permanecer impasible ante la extensión del fermento
revolucionario, de manera que la
reacción conservadora fue rápidamente organizada por Metternich.
Así,
en el congreso de Verona, se decide que "los
Cien Mil hijos de San Luis"
repongan a Fernando VII en el poder absoluto en España, lo que se
consigue en 1823 tras penetrar estos en la península al mando del
Duque de Angulema, encontrando una escasa oposición liberal.
La
revolución de 1830
es la primera de las denominadas
“revoluciones
nacionalistas” por el caso griego y belga.
Tiene
su comienzo en Francia,
cuando, tras
la publicación de las reaccionarias Ordenanzas de Julio,
se produce la abdicación
del rey Carlos X de Borbón, instigada por Guizot.
Luis Felipe de Orleáns, apodado
“El rey burgués”, sube al trono apoyado por la alta
burguesía.
Guizot,
elegido primer ministro, favorece el crecimiento de la alta y mediana
burguesía bajo el lema “Enriqueceos”, basado en el "Laissez
Faire - Laissez passer."
Grecia consiguirá la independencia del imperio turco mientras que Bélgica hace lo propio saliendo de los Países Bajos y eligiendo como rey a Leopoldo I.
En
Polonia
fracasa la
revolución dirigida por Czartoryski en Varsovia para independizarse
de Rusia.
En
Italia,
también fracasa ya que los
austriacos sofocan la revolución dirigida por Mazzini
al
frente del movimiento Carbonario de “La
joven Italia”.
Mientras
que en Alemania,
también fracasa
el intento político de unificar a los territorios de habla alemana
difundido por los
poetas de la Junges Deutschland
en Hannover.
Pero
poco después se logra el Zollverein o unión aduanera de los estados
del norte en 1834.
La
revolución de 1848
es la más importante de todas, porque con ella se produce el
ascenso definitivo de la burguesía al poder.
Los
condicionantes de
esta revolución son:
- la expansión de las ideas democráticas,
- la crisis de la economía, reflejada en el hambre en Irlanda tras la crisis de la patata de 1846 y
- el malestar social, a consecuencia del elevado nivel de desempleo del proletariado.
Fue
en Suiza
donde
en 1847, tuvo lugar el
prólogo de la revolución. Esta se inicia cuando los cantones
protestantes, aliados en la Confederación
de Sonderbund,
se enfrentan contra los católicos debido a la promulgación de una
nueva Constitución Federal.
Tras
finalizar la guerra con la proclamación de la Constitución liberal,
Suiza proclama a continuación su neutralidad perpetua que ha
mantenido hasta nuestros días durante casi dos siglos.
En
Francia,
la revolución
comienza en el mes de Febrero en Paris, forzando la abdicación de
Luis Felipe de Orleáns que huye del país, proclamándose a
continuación la II
República con Carlos Luis Napoleón Bonaparte (sobrino de Napoleón e hijo de Luis Napoleón Bonaparte, hermano del emperador, anterior Luis I de Holanda).
Para tratar de solventar los graves problemas sociales existentes, la República decidió la creación de los Ateliers Nationaux (Talleres Nacionales) en un intento del ministro socialista (utópico) Louis Blanc por disminuir el desempleo obrero.
Para tratar de solventar los graves problemas sociales existentes, la República decidió la creación de los Ateliers Nationaux (Talleres Nacionales) en un intento del ministro socialista (utópico) Louis Blanc por disminuir el desempleo obrero.
En
Austria
tiene
lugar una
insurrección popular con el “levantamiento
de Schwarzenbeck”
en Viena.
Este
movimiento provoca la dimisión de Metternich, a la vez que fracasa
el intento secesionista de los húngaros, produciéndose en Vilagos
la capitulación del ejército húngaro de Lajos Kossuth ante el
austríaco.
En
Italia,
Mazzini
proclama de nuevo la República, por lo que el Papa huye de Roma,
pero pese a la ayuda francesa que le presta Luis N. Bonaparte, son los
austriacos quienes consiguen controlar la situación mediante una
intervención militar decidida finalmente por la marcha que realizó
el ejército del general Radetzky.
En
Alemania
fracasa un
nuevo intento de unificación estatal en la Asamblea
de Frankfurt,
ya que el rey de Prusia Federico Guillermo IV, tras quedar aislado por
las presiones austríacas, sufre una grave humillación en “la
reunión de Olmutz”
al intentar imponer la unión al resto de los estados alemanes.
En
Polonia
se
produce el fracaso
del nuevo intento de independencia de Rusia organizado por
Wielopolski en Cracovia.
La
consecuencia
principal de la revolución de 1848 está en la consolidación de la BURGUESÍA y la relación con las
figuras de
Marx y Engels, que publican en la Gaceta Renana el Manifiesto
Comunista, cuyo objetivo se resume en la frase final del mismo
“Proletarios de todos los países: ¡Uníos¡”, lo que supone el
origen de la organización del movimiento obrero y del socialismo (utópico, científico o libertario).
.
ResponderEliminarJosemi, soy Borja no pude crearme el correo y quería escribirte: Gracias al blog he podido tener algunos de los conceptos más claros y tener más fácil algunas etapas de la revolución a la hora de memorizarlas. He realizado el trabajo voluntario de la revolución francesa ayudado del blog y sin necesidad de otra página. si tengo que decirte algo negativo del blog sería el color del fondo con las letras azules y rojas impide poder leerlas con claridad. Por todo lo demás genial.
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