El triunfo de los nacionalismos durante la segunda mitad del siglo XIX es la principal característica del período que discurre entre 1851 y 1880.
Las bases de este triunfo del nacionalismo hay que buscarlas durante el Segundo Imperio francés de Napoleón III, cuando tiene lugar el fallido intento de Francia por controlar la política europea.
La
primera de las grandes manifestaciones
nacionalistas
de esta etapa es la
unificación italiana,
que tiene lugar entre
1859 y 1870.
Los
principales artífices
del proceso
son:
- desde un punto de vista político Cavour, Primer Ministro del Piamonte. auspiciado por Víctor Manuel II como rey,
- desde un punto de vista ideológico el principal artífice es Mazzini, líder de la "Joven Italia" y
- finalmente, desde un punto de vista militar lo fue Garibaldi, líder de los "Mil Camisas Rojas".
La
primera
fase
de la unficación
tuvo lugar entre 1858
–
1861,
encontrándose su precedente en la guerra
de Crimea que transcurrió entre 1853
y 1856.
En ese conflicto cuando el
Piamonte
ayuda a Francia en la lucha contra Rusia
sin recibir a cambio ninguna compensación, pero con la idea de
obtener a
cambio la ayuda francesa
cuando fuera necesaria para conseguir su apoyo en
el enfrentamiento contra los austríacos,
verdaderos enemigos de la unificación italiana, que eran quienes
representaban el principal obstáculo para su consecución.
De
este modo, en la Entrevista
de
Plombieres
en 1858,
Cavour
acuerda con Napoleón
III la ayuda francesa al Piamonte a cambio de entregarle Niza y
Saboya.
Napoleón III accede siempre y cuando fuera Austria la que atacase en
primer lugar al Piamonte.
Los
manejos de Cavour provocan que se desencadene la declaración
de
guerra
por parte de Austria en 1859.
El
enfrentamiento acaba con el triunfo del Piamonte y de Francia tras
las
victorias
de Magenta y Solferino.
*
La crueldad de estas batallas propició la creación de la Cruz Roja
para atender a los heridos.
La
guerra finalizó con el armisticio
de Villafranca, y
poco después se firmó la Paz
de Zurich en 1859,
por la que
Austria cede la Lombardía
al
Piamonte
y este cede a su vez Niza y Saboya a Francia, en compensación por la
ayuda prestada por Napoleón III.
Tras
este éxito, otros estados italianos influidos por el movimiento carbonario de Mazzini, se sumaron al proceso
unificador, llevándose así a cabo la "Unión
de las Marcas" con el Piamonte en 1860.
De
esta forma, Parma,
Módena, Bolonia y Toscana
se unen a la nueva Italia.
Y
también es en este momento cuando tiene lugar la unión
del reino de las Dos Sicilias al
nuevo Estado. Para ello fue preciso que Garibaldi
dirigiera una expedición militar al
mando de los Mil Camisas Rojas
que finaliza con la incorporación
de Sicilia
y Nápoles
al reino de Italia.
Toda
esta serie de acontecimientos tienen como consecuencia la
proclamación
de Víctor Manuel II como rey de Italia en 1861.
Sin
embargo, en el caso de la ciudad de Roma,
fracasa
un intento de Garibaldi por unirla a Italia ante la oposición de las
tropas francesas que defendían al Papa, por lo que Florencia
tuvo que ser elegida como capital provisional del nuevo Estado.
La
segunda
fase
del proceso
tiene lugar en 1866
cuando
Italia
se alía con Prusia,
tras el estallido
de la guerra
austro – prusiana.
En
el transcurso de la misma, el ejército italiano sufre dos grandes
derrotas
en Lissa y Custozza,
pero
el triunfo prusiano sobre Austria favorece los intereses italianos y,
de esta forma, en
la paz
de Viena, se
decide que el territorio del
Véneto
quede incorporado al reino de Italia,
como compensación a la “ayuda” prestada a Prusia durante la
guerra.
La
tercera
fase
tiene lugar en el año 1870,
en el
contexto de la guerra
franco – prusiana
pues, obligado
por las necesidades del conflicto, Napoleón
III retira las tropas que protegían al Papa y de esa forma, Roma
queda desprotegida.
Ese es el
momento que aprovechan las tropas italianas para ocupar
los
Estados Pontificios,
tras lo cual, el Papa se auto considera como un prisionero del nuevo
Estado Italiano y Roma
pasa a ser su capital.
La
unificación alemana
se
desarrolla a lo largo del período que discurre entre
1859 y 1871, aunque podemos marcar su comienzo con la aparición de una gran personalidad que dirigió la mismo, el canciller
Otto Von Bismarck (1862-1890),
cuya labor al frente del gobierno dio pie a que su período fuera conocido como “la
Nueva Era de Prusia”.
Bismarck
consiguió finalmente dar los pasos hacia la unificación de
Alemania.
Von
Moltke,
jefe del Estado Mayor del ejército
y Von Room
ministro
de la guerra de Prusia, llevaton a cabo reformas
en el ejército
que fueron decisivas, pues fomentaron el rearme a gran escala con la
tecnología más avanzada que había en ese momento en el mundo, al
dotarlo de fusiles de repetición, artillería pesada, ferrocarriles,
telégrafo, etc.
Esta comenzó con una serie de precedentes como:
- la crisis constitucional prusiana,
- la convención militar de Alvenslaven con Rusia, y
- la Dieta de los príncipes alemanes en Frankfurt.
Tras
esto se firma la paz
de Viena y
se acuerda el
Pacto de
Gastein
mediante el cual,
Austria administra Holstein y Prusia Schleswig.
La
segunda
fase
de la unificación se produce a consecuencia de la
guerra
austro – prusiana en 1866.
El
motivo fue la aparición de
problemas en la administración de los Ducados. Estos problemas eran
fomentados por Bismarck ante el conservadurismo austriaco en el
territorio de Holstein.
Austria,
ofendida ante las provocaciones de la política bismarckiana, le
declara la guerra a Prusia, y tras esta agresión, el norte de
Alemania apoya a Prusia debido al ataque de Austria.
La
rápida derrota
del ejército austriaco
en Sadowa,
propició el armisticio de Nikolsburg, tras el cual se
firma la paz de Praga.
Esta
serie de acontecimientos permite a Bismarck la
proclamación de la
Confederación Germánica del Norte,
lo que significaba el comienzo de la aparición de un nuevo y
poderoso Estado, liderado por PRUSIA.
A
consecuencia de la derrota, Austria se ve obligada a conceder la
independencia de Hungría, pero se acepta que esta tenga lugar bajo
un mismo soberano, el emperador de Austria, con lo cual aparece
la monarquía
dual Austro – Húngara.
El
pacto de Londres en 1867
sirve
para que Bismarck consiga la neutralidad inglesa en el conflicto que
se avecinaba con Francia,
ofreciendo una serie de vagas promesas al gobierno de Londres en caso
de un futuro enfrentamiento contra Napoleón III.
La
tercera
fase,
centrada en la guerra
franco – prusiana,
tiene lugar entre 1870
y 1871.
El
origen del conflicto se encuentra en el
problema sucesorio al trono de España, debido
a las aspiraciones de los Hohenzollern
de Prusia, contra los Montpensier de Francia, en sus aspiraciones de
ocupar el trono vacante que había dejado la marcha de Isabel II en
el Estado español.
La
tensión fue subiendo entre ambos países hasta que con el envío del
Despacho de Ems,
Napoleón
III cae en la provocación que le tiende Bismarck.
El canciller manipuló el telegrama antes de entregárselo al rey
prusiano, consiguiendo que el emperador francés ofendido, le declare
la guerra a Prusia. Ante
la agresión francesa, los
estados del sur de Alemania apoyan a Prusia
en una guerra a la que califican de defensiva.
El
desarrollo del conflicto
fue breve debido a la derrota
francesa en Sedán y
a la capitulación del resto del ejército francés en Metz.
Estos
hechos tuvieron
como consecuencia la caída de Napoleón y la proclamación de la III
República,
finalizando la guerra poco después de la caída de Paris con la
rendición
de Francia
en la paz
de Frankfurt.
Tras
esto, Bismarck
proclama el II
Reich
en Versalles convirtiéndose Guillermo I de Prusia en el Kaiser o
emperador de Alemania.
De
esta forma, y aprovechando el momento de euforia, se incorporan
al Reich los estados del sur de Alemania y las regiones francesas de
Alsacia y de Lorena,
surgiendo así una nueva gran potencia que desequilibra el mapa
europeo hasta 1914.
Los
nacionalismos en la Europa Oriental
giran en torno a la denominada Cuestión
de Oriente.
La
descomposición del imperio Turco Otomano
se inició tras la
independencia de Grecia
entre 1821 y 1830, y continuó con la autonomía de Serbia
en 1830, obtenida bajo la dirección de la familia Karageorgevicht.
La
cuestión de los Estrechos entre Turquía y Rusia se resolvió con el
tratado
de los Dardanelos
tras las guerra que tuvo lugar entre 1839 y 1841, gracias al apoyo
que le prestó Inglaterra a la Sublime Puerta, y con la
guerra de Crimea (1853 – 1856),
pues tras la Paz
de París, las
potencias vencedoras consiguieron que Rusia concediera la autonomía
a Valaquia y Moldavia, orígenes de la actual Rumania.
La
principal guerra
Balcánica tuvo lugar entre 1875 y 1878,
finalizando con el
tratado
de San Estéfano
y con el Congreso
de Berlín en
1878.
En
él, Rumania,
Serbia y el norte de Bulgaria (denominada entonces Dobrudja)
son proclamados estados independientes, mientras que la independencia
definitiva de Bulgaria
y de la región de Ostrumelia ocurrirá en 1885.
Fueron
los
intereses de las grandes potencias como
Austria –
Hungría, Rusia e Inglaterra, los que provocaron el choque en los
Balcanes, fomentando el
nacionalismo balcánico de
serbios, croatas, albaneses, montenegrinos, bosnios, macedonios,
eslovenos, búlgaros, griegos, rumanos, turcos, húngaros, etc.
La transformación del liberalismo y del nacionalismo a fines del siglo XIX y principios del XX se llevó a cabo en el período que va desde 1870 a 1914, y estuvo propiciada por la crisis del liberalismo clásico.
El
balance que se puede hacer de las Revoluciones Liberales Burguesas es
que con ellas se implanta el liberalismo doctrinario en Europa
Occidental, mientras que por el contrario, se produce el
mantenimiento del nacionalismo conservador en la Europa del Este.
En
aquel momento, las únicas monarquías parlamentarias
constitucionales europeas eran las del Reino Unido, Países Bajos y
península Escandinava. Todas ellas se caracterizaban por haber
acabado con el sufragio censitario y el sufragio restringido, y por
haber adoptado el sufragio universal masculino, pero aún conservaban
fuertes restricciones de las libertades políticas reprimiendo las
huelgas, el sindicalismo, etc.
Esta
situación tuvo finalmente como consecuencia la aparición del
socialismo científico y de los movimientos obreros, lo que se plasmó
en las Asociaciones Internacionales de Trabajadores (AIT) a partir de
1864.
El
auge del nuevo nacionalismo de las grandes potencias,
en particular del canciller Bismarck
como dirigente de la Alemania Guillermina, propició una lucha por
incrementar el colonialismo, la industrialización y finalmente se
tradujo en el imperialismo a gran escala, que acabaría conduciendo
con su política de enfrentamiento al estallido de la Primera Guerra
Mundial en 1914.
Josemi, soy Cristina Limón.
ResponderEliminarMe puedes dar tu correo o algo con lo que poder comunicarme contigo??? tengo una duda