miércoles, 7 de septiembre de 2016

UD.1. El s.XVIII, la crisis del Antiguo Régimen.



INTRODUCCIÓN 
Antiguo Régimen (en francés: Ancien régime) fue el término que los revolucionarios franceses utilizaron para designar peyorativamente al sistema de gobierno anterior a la Revolución Francesa de 1789. Ponía fin a un sistema económico, social, político y cultural que procedía de la descomposición del feudalismo medieval y que se mantuvo vigente en Europa los ss. XVI y XVII, hasta las revoluciones liberales-burguesas (inglesa, americana y francesa).
*El término opuesto a este fue el de Nuevo Régimen (en España,  Régimen Liberal).

Puede aplicarse también como equivalente a una época cuya estructura, en todos los ámbitos, coincidiría con el último período de la Edad Moderna, los siglos XVII y XVIII.
Es decir, se había superado la etapa medieval y feudal, pero se continuaba manteniendo un sistema político basado en el absolutismo monárquico de derecho divino, la economía agraria de tipo señorial, una población estancada a causa de la pervivencia de las crisis demográficas periódicas (“Tres Parcas” hambrunas, epidemias y guerras) dentro de  una sociedad de tipo estamental fundamentada en la desigualdad civil (aristocracia) y en una cultura teocentrista o providencialista, de terrible influencia en todos los ámbitos. 
Ahora bien, a lo largo del siglo XVII, y especialmente del XVIII, la consolidación del parlamentarismo con el ejemplo inglés, las nuevas actividades económicas capitalistas. (comercio triangular), el ascenso de nuevos grupos sociales, sobre todo la burguesía, y un extraordinario movimiento ideológico, la Ilustración, fueron "motores de cambio" que socavaron profundamente los cimientos del Antiguo Régimen.
Es precisamente la confrontación entre lo viejo y lo nuevo, la oscura tradición y el luminoso progreso, entre el mundo aristocrático y rural y otro burgués y urbano, entre el feudalismo y un capitalismo incipiente, lo que hizo del siglo XVIII un período de tránsito, que desembocó en la gestación del mundo contemporáneo.

POLÍTICA:
MONARQUÍA ABSOLUTA DE DERECHO DIVINO.
Constituía el régimen político predominante en Europa, teniendo como máximo exponente a Luis XIV de Francia, "el Rey Sol".
El rey tenía el poder absoluto, es decir, concentraba en su persona los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), sólo respondía ante Dios, de ahí la frase "el Estado soy yo" que ejemplifica el dominio y el sentimiento paternalista del monarca.
Los gobernados, llamados súbditos, no gozaban de ningún derecho y quedaban expuestos a cualquiera de sus arbitrariedades o abusos. 



La autoridad del monarca provenía de Dios, justificado por filósofos de la época como Bossuet, aunque era sabido que procedía del linaje (estirpe o dinastía) más influyente y rico del estamento nobiliar. Era perpetuado en esta mentalidad con el otro estamento aristocrático, el clero, que era quien lo coronaba en la denominada "Unión de la Cruz y la Espada".

Además, se apoyaba en un ejército poderoso e intimidatorio, en una densa burocracia para un mayor control tanto social como fiscal y en una diplomacia que estableciese buenas relaciones con reinos extranjeros.
El principal órgano de gobierno era el Consejo de Estado, cuyos miembros eran designados por el rey y se subdividía en secciones especializadas: Finanzas, Justicia, Guerra, etc. También había Negociados para el tratamiento de asuntos más específicos, y se hizo habitual la designación de secretarios de Estado, comparables a los actuales ministros.
Por debajo, en las provincias aparecían gobernadores e intendentes.
Una de las limitaciones del poder real provenía de la reunión en Asambleas (Parlamento en Inglaterra, Cortes en España, Estados Generales en Francia o Dieta en Alemania), unas instituciones nacidas en la Edad Media que reunían a los representantes de los tres estamentos y donde predominaban los votos de nobleza y clero frente al de la burguesía. Tenían tan sólo algunas atribuciones en materia fiscal, como votar nuevos impuestos, aunque también suplían al monarca en situaciones excepcionales y ratificaban a los nuevos reyes. Pero a pesar de su escaso margen de actuación, los monarcas absolutos intentaron marginar a los parlamentos con el “derecho de veto”, y sólo recurrían a ellos en esas situaciones extremas, es decir, para pedir aumento de impuestos o ayudas económicas.

MOTOR DE CAMBIO
La consolidación del parlamentarismo.
En el siglo XVIII, tan sólo Gran Bretaña y Holanda contaban con una monarquía en la que los poderes del monarca estaban limitados por el Parlamento.
En Inglaterra estaba dividido en dos cámaras:
  • Lores: defendían los intereses de nobleza y clero y
  • Comunes: buscaban la participación del pueblo por medio de una incipiente Burguesía.
Este proceso se realizó en Inglaterra, mediante las dos revoluciones del siglo XVII, que acabaron con la monarquía absoluta de los Estuardo.

En 1649, una primera revolución derrocó y ejecutó a Carlos I, que pretendió gobernar sin el control parlamentario.
Después de un breve período republicano liderado por Oliver Conwell, en 1660, el nuevo monarca, Carlos II, tuvo que aceptar el reconocimiento del Hábeas Corpus en 1679, que garantizaba las libertades individuales, es decir, a todo detenido se le reconocía comparecer ante un juez y contar con un abogado para su defensa, lo cual constituyó así el primer freno a la arbitrariedad del poder real y el primer conato de Constitución de Europa Occidental. 



En 1689, una segunda revolución ("Revolución Gloriosa") destronó a los Estuardo, con la figura absolutista y ultracatólica de Jacobo II (1685-88). El Parlamento ofreció la corona a un príncipe holandés y protestante, Guillermo de Orange (como Guillermo III, casa con María II de Estuardo comenzaría la dinastía de la casa Hannover en Inglaterra), que juró la Declaración de Derechos (The Bill of Rights), que limitaba los poderes del monarca y sometía algunas de sus decisiones al Parlamento.

Inglaterra se convertiría en una monarquía parlamentaria con las figuras de Jorge I, II y III de Hannover.
Por primera vez en Europa, los poderes ejecutivo y legislativo estaban separados y un Parlamento electo votaba las leyes y “controlaba” a los miembros del gobierno, que seguían dependiendo del poder ejecutivo del monarca. Además, los ciudadanos tenían garantizada la defensa de su libertad individual y se institucionalizaba una justicia independiente del poder ejecutivo.
Sin embargo, este parlamentarismo tenía sus limitaciones ya que sólo una minoría (grandes propietarios agrarios, burgueses, etc.), que representaba el 15% de la población, tenía derecho a voto (sufragio censitario).

A su vez, provocaría la Revolución americana.
Las trece colonias inglesas, establecidas en la costa Este de América del Norte, protagonizaron en el siglo XVIII la primera insurrección colonial contra la metrópoli, y constituyeron el primer ejemplo de gobierno fundado sobre los principios de igualdad y libertad. 
Los motivos de la guerra entre la colonia y la metrópoli estaría en:
  • los colonos americanos no estaban de acuerdo con las tasas e impuestos (especialmente sobre el té), así como tampoco con el monopolio comercial que Gran Bretaña ejercía sobre su territorio,
  • no tenían participación política en el Parlamento inglés y estaban mediatizados por el autoritarismo de Jorge III desde Londres.
  • gozaban de un "sentimiento americano" que unía a gentes llegadas no sólo de Gran Bretaña, sino de otras partes de Europa como Polonia, Alemania o Italia.
El 4 de julio de 1776, delegados de las trece colonias, reunidos en Filadelfia y liderados por Thomas Jefferson, redactaron la Declaración de Independencia de Estados Unidos de América. Dicha declaración expresa los principios que impulsaron la revuelta: el derecho de todas las personas a la libertad y a la búsqueda de la felicidad, y el deber de los gobernantes de respetar los "derechos inalienables" del pueblo.

La CONSTITUCIÓN de EEUU.
En 1787, el nuevo Estado americano redactó la primera Constitución escrita de la historia. El texto constitucional aseguraba:
División de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial).
Forma de gobierno republicano, con amplios poderes para el presidente como jefe del estado.
Estructura federal, pues los territorios (Estados) del nuevo país tenían amplia capacidad de autogobierno (justicia, educación....). Por encima de los Estados estaba el gobierno federal, responsable de los asuntos exteriores, de la defensa, de las finanzas y de la moneda.
Establecía una amplia Declaración de Derechos que garantizaba la libertad de religión, de prensa, de expresión, de reunión....
El ejemplo inglés se convirtió en un modelo para muchos teóricos y sus nuevas fórmulas políticas fueron recogidas por los pensadores de la Ilustración.
        


ECONOMÍA:
UNA ECONOMÍA SEÑORIAL Y AGRÍCOLA.

La propiedad de la tierra.
Durante el Antiguo Régimen, la tierra era la fuente más importante de riqueza, poder y libertad. Sólo una pequeña parte de las tierras podían ser consideradas de propiedad privada (ALODIOS), en manos de campesinos libres pero que ante el temor a saqueos o hambrunas se seguían encomendando a señores, o bien nobles o eclesiásticos. Ambos estamentos privilegiados, la ARISTOCRACIA,  eran poseedores de la tierra, es decir, los "terratenientes" y además, los que ocupaban los altos cargos administrativos, religiosos o militares.
La tierra estaba o bien vinculada a un título nobiliario, a un municipio o a la Corona o, por otra parte, estaban las amortizadas por la Iglesia. La propiedad vinculada permitía a su titular (primogénito) sacar provecho económico y ejercer jurisdicción sobre ella, pero no podía venderse.
El conjunto de tierras en manos de un señor (noble o eclesiástico) recibía el nombre de señorío jurisdiccional. 
Constaba, en primer lugar, de la reserva señorial (terra dominicata), formada por las tierras más productivas que el señor se reservaba para su explotación directa, trabajada por siervos de la gleba. Allí se ubicaban su residencia y los establecimientos principales.
El resto del territorio de un señorío estaba dividido en parcelas llamadas mansos (terra indominicata), cuya dimensión debía ser suficiente para alimentar a una familia de campesinos adscritos a la tierra o colonos. El señor cedía estos mansos  a hombres libres que trabajaban la tierra en usufructo a cambio de pagar un censo, canon o impuesto, ante la escasa circulación de moneda.

Los derechos señoriales.
Los derechos señoriales eran el conjunto de prestaciones y rentas que recibían los señores en virtud de su dominio sobre la tierra. 
Estos derechos o atribuciones ("ban" en alemán: banalidades) provenían, principalmente, de la explotación económica de sus propiedades: 
- los campesinos debían realizar una serie de trabajos (prestaciones personales) en la reserva señorial (corveas en Francia o sernas en castilla),
- entregar un tanto por ciento de la cosecha, es decir, “en especie” de las tierras que trabajaban, además de por la utilización de:
  •  los monopolios señoriales (molino, herrería, telar, fragua, establos, silos, la explotación de los bosques o de los ríos de su señorío),
  • los derechos de paso, peajes de puentes (pontazgo) y caminos, de los derechos de circulación de mercancías o de los permisos de mercado.
Por otro lado, el señor ejercía las denominadas regalías, que le otorgaban ciertos poderes de "rey en sus dominos" como funciones:
  •  militares (podía hacer la guerra con sus propias HUESTES o MESNADAS y firmar la paz),
  •  judiciales (multas aplicadas a las personas, dictar órdenes y reglamentos y juzgar a las personas de sus dominios así como a los transeúntes), 
  • fiscales (acuñar moneda, percibir los impuestos del reino) y 
  • religiosas (dirigir la iglesia dentro de su señorío y cobrar el DIEZMO, una décima parte de la cosecha para el mantenimiento del culto y el clero.
Esta estructura económica, claramente conservadora e inmovilista llevada a cabo por la aristocracia, ha llevado a la frase “vivir de las rentas”.

Una producción insuficiente.
La agricultura se mantenía como una actividad tradicional, muy atrasada desde el punto de vista técnico y con una productividad muy baja. Era una agricultura de subsistencia, dedicada al policultivo básicamente cerealístico. No había especialización y el comercio era escaso (autoconsumo), al no haber excedentes o sobrante de las cosechas.
Las cosechas marcaban el ritmo de la economía, que se veía periódicamente azotada por las llamadas crisis de subsistencia. Algunos años seguidos de malas cosechas provocaban escasez de alimentos y los productos básicos se encarecían. Estas crisis periódicas generaban hambrunas, desnutrición y a menudo desembocaban en protestas como las denominadas revueltas del pan.

La producción ganadera era también insuficiente, ya que la agricultura no producía los alimentos necesarios para aumentar la cabaña. La alimentación de los animales dependía básicamente de los rastrojos, de las hierbas que crecían en los campos en barbecho y de los escasos pastos comunales.
 De todas formas, la existencia de algunos excedentes permitía su venta en los mercados locales, de carácter semanal y en las ferias periódicas, anuales (ej. Feria de Champagna). También se cultivaban algunos productos más especializados como la viña y el lino, o ciertos productos artesanos, orientados esencialmente hacia ese mercado.

La artesanía tradicional y las Manufacturas.

En un mundo, en su mayoría rural, buena parte de todo lo necesario para el consumo cotidiano se solía producir en el ámbito familiar. La familia campesina era la unidad de producción básica, y se encargaba tanto de trabajar la tierra como de elaborar los productos de consumo doméstico. De todas formas, en las escasas ciudades de la época existía una producción artesana, de origen medieval, controlada por los gremios, agrupaciones de artesanos de la misma profesión, jerarquizadas (aprendiz-oficial-maestro) y que controlaban el volumen de producción, las técnicas empleadas y los precios de venta.


El aumento progresivo de la demanda de productos a partir de los siglos XVI y XVII estimuló a los comerciantes y a algunos artesanos a buscar nuevos sistemas productivos para escapar del control gremial, que dificultaba el aumento de la producción y no permitía un margen amplio de beneficios. Con este objetivo, se empezó a extender el trabajo doméstico o DOMESTIC SYSTEM, el cual consistía en que un artesano-comerciante distribuía la materia prima y facilitaba los instrumentos de trabajo a una familia campesina para que elaborase los productos en su propio domicilio. Después, el comerciante, que normalmente pagaba por pieza elaborada, se encargaba de comercializar el producto en los mercados urbanos o coloniales.

Durante el siglo XVII se difundió otro modelo de producción industrial: las denominadas Manufacturas. Se trataba de establecimientos subvencionados, impulsados por el Estado (en Europa continental), o de iniciativa privada (en Inglaterra), donde se elaboraban determinados artículos de lujo. Aunque el proceso de producción era completamente manual, su novedad consistía en concentrar a un número muy elevado de trabajadores a sueldo y bajo un mismo techo. En este sentido, las manufacturas constituyen un precedente de las fábricas modernas.


La insuficiencia de los transportes.

En el Antiguo Régimen, la red de comunicaciones era escasa y los medios de transporte, muy rudimentarios. Los caminos y carreteras constituían el sistema de comunicaciones por excelencia, aunque tan sólo los caminos reales se conservaban en buen estado, mientras los vecinales estaban en malas condiciones y el tránsito resultaba dificultoso e inseguro. Los vehículos más utilizados eran el carro y la diligencia, movidos por animales de tiro (caballos, mulos). Iban muy lentos; los vehículos más rápidos y ligeros sólo alcanzaban los 15 ó 20 km/h, y su capacidad de carga era muy reducida.
El segundo gran medio de transporte era la navegación marítima y fluvial. La primera utilizaba esencialmente la fuerza del viento como método de tracción, y su capacidad de carga era bastante limitada (100 toneladas). Además, el desplazamiento era lento: se tardaba dos meses, en condiciones favorables, para ir de Gran Bretaña a Estados Unidos. La navegación fluvial constituía el medio de transporte más fácil y barato, pero precisaba buenas condiciones hidrográficas e infraestructuras, de las que no gozaban todos los países. En este sentido, Gran Bretaña poseía una red fluvial privilegiada que, tras la construcción de canales entre los principales ríos, dio origen a una importante red de navegación fluvial. 

El comercio interior y el comercio colonial.


Los escasos excedentes, el bajo nivel de especialización agrícola y el insuficiente sistema de transportes daban como resultado un limitado desarrollo del comercio.
Ahora bien, el aislamiento comercial característico del período preindustrial se rompió con el comercio colonial o ultramarino. A partir del siglo XVII, América pasa a ser un “continente compartido” con Inglaterra, Francia y Holanda y no monopolio de España por lo que se hizo mucho más frecuente el comercio entre territorios separados por mar que entre regiones más próximas por tierra. Se abrió esa nueva ruta marítima (paralela a la Carrera de Indias pero en el lado norte) y el comercio colonial se convirtió en un factor de estímulo para las economías europeas, ya que proporcionaba grandes beneficios a sus promotores. 
Se denominó comercio triangular, ya que afectaba a tres continentes (África, Europa, América). Se intercambiaban productos elaborados o MANUFACTURADOS europeos por esclavos en África, que luego se vendían a América a cambio de materias primas (algodón, tabaco, café, té, pieles, madera, especias o metales).
La necesidad de capitales para financiar las expediciones comerciales favoreció la ampliación de los mecanismos de crédito, de las compañías de comercio de las Indias Orientales y Occidentales y de las instituciones financieras (bancos), que conllevó a la proliferación de mercaderes, cambistas y prestamistas, y del afianzamiento de la burguesía. El gran movimiento de capitales y su acumulación alrededor del comercio colonial justifica que muchos historiadores caractericen este período preindustrial como el del capitalismo comercial.


SOCIEDAD:
LA SOCIEDAD ESTAMENTAL.

Una población estancada.
La incapacidad de la agricultura para aumentar de manera significativa su producción comportaba el estancamiento de la población. Así, la demografía del Antiguo Régimen se corresponde con el llamado régimen demográfico antiguo, que se mantuvo hasta los inicios de la industrialización y se caracterizaba por un escaso o casi nulo crecimiento demográfico.
La subalimentación, la falta de higiene y los escasos recursos médicos provocaban una elevada mortalidad (entre un 30‰ y un 40‰), que era especialmente grave en el caso de los recién nacidos. 
 Del mismo modo, la natalidad era muy alta (entre el 35‰ y el 40‰) y la tasa de fecundidad, también: se calcula que cada mujer tenía una media de cinco hijos.
En consecuencia, la esperanza de vida era baja, alrededor de los 45 años.
Cuando unos años de prosperidad económica comportaban un aumento demográfico, la producción de alimentos era incapaz de crecer al mismo ritmo. De este modo, la crisis de subsistencia a menudo era el origen de una crisis demográfica. Éstas hambrunas, unido a las enfermedades o epidemias y a las guerras, eran las llamadas "3 PARCAS", que se ensañaban con una población subalimentada, provocando una mortalidad catastrófica y diezmando sus efectivos. Estas crisis periódicas eran las responsables del estancamiento demográfico a largo plazo.

Aún así, a mediados del s.XVII comenzó un notable crecimiento de la población debido al aumento de la productividad agrícola (roturación de nuevas tierras, nuevos cultivos como el maíz y la patata y mejoras técnicas), y a la disminución de grandes conflictos armados (sólo la guerra de los 7 años: 1756-63) y de epidemias.


Los estamentos.



La sociedad del Antiguo Régimen seguía dividida en estamentos, también llamamos estados u órdenes, que eran grupos cerrados o estanco a los que se pertenecía por las circunstancias del nacimiento, de la sangre (a diferencia de nuestra sociedad de clases que se define por el nivel de riqueza o “meritocracia”), es decir, la pertenencia a una estirpe o linaje, y en los que la movilidad social resultaba imposible.
El derecho tradicional establecía tres estamentos:
el clero “ORATORES”, que se ocupaba de rezar y asegurar la protección divina;
la nobleza “BELLATORES”, que combatía y protegía de sus adversarios a la colectividad y
el campesinado “LABORATORES”, vulgo, estado llano (tercer estado, desde la Revolución Francesa), cuya función social era producir los bienes materiales, y comprendía grupos tan diversos como el campesinado, la burguesía y las clases populares de las ciudades.
La característica principal de la sociedad estamental era su desigualdad civil, que comportaba la división en dos grupos bien diferenciados: 
- los privilegiados o poseedores, ARISTOCRACIA (NOBLEZA Y CLERO) que gozaban de derechos o privilegios fiscales (estaban exentos de pagar impuestos,) y judiciales y 
- los no privilegiados o desposeídos, CAMPESINADO, estado llano o vulgo, que no tenían ninguna prerrogativa y debían soportar todas las cargas fiscales.
  • Los privilegiados.
El clero era el primero de los grupos privilegiados y representaba una parte muy pequeña de la población (menos del 1 %).
No tenía que pagar ninguno de los impuestos directos y sus ingresos provenían del diezmo y de su propio patrimonio, dado que poseía muchas propiedades urbanas y rurales debido a las continuas donaciones.
A pesar de su aparente unidad, el clero no era un grupo homogéneo.

El alto clero (cardenales, arzobispos, obispos, canónigos y altos cargos como priores y abades) provenía exclusivamente de las clases nobiliarias (“segundones”) y vivía en el lujo característico de la nobleza.

Contrariamente, el bajo clero (sacerdotes, párrocos y monjes) era, principalmente de origen campesino, vivía una vida modesta sin lujos y no gozaba de privilegios.
En momentos de hambrunas, subía enormemente su número (“ vivir a la sopa boba”).

La nobleza era el segundo estamento privilegiado, representaba entre el 2% y el 3% de la población y ostentaba la propiedad de la mayor parte de la tierra “TERRATENIENTES”.

Gozaba de una serie de concesiones honoríficas (el derecho a llevar espada, el banco reservado en la iglesia, el monopolio de acceso a altos cargos...), económicas (derecho de caza, exención de trabajar en las obras públicas...) y fiscales (dispensa de pagar impuestos y derecho a cobrarlos).

Ahora bien, la nobleza tampoco era un grupo homogéneo y existían enormes diferencias entre:
la alta nobleza, diferenciada entre la rica y poderosa nobleza de la Corte y la más modesta nobleza de provincias como  condes, vizcondes, duques, marqueses, barones y
la baja nobleza o “nobleza de toga” como señores, hidalgos e infanzones, que surgió en las zonas rurales por la necesidad del monarca de vender los cargos públicos o de recompensar favores, como el control social.

En definitiva, la aristocracia, además de gozar de privilegios fiscales y judiciales, era poseedora de la tierra y acaparaba los altos cargos de la administración, el ejército o la iglesia.
  • Los no privilegiados.
El estado llano, campesinado o vulgo (llamado 3º estado por los revolucionarios franceses) integraba a la mayoría de la población (entre un 90% y un 95%) y agrupaba a sectores sociales muy diferentes, tanto por su condición económica como social.
A pesar de esa diversidad, al final del Antiguo Régimen les unía un interés común: su oposición al régimen feudal y la reivindicación de la igualdad civil.

La burguesía constituía el grupo económico más dinámico de la sociedad, ya que, en los últimos siglos, su riqueza había aumentado notoriamente. Entre sus componentes se podía distinguir:
  • alta burguesía o "patriciado urbano":
- la burguesía rentista, que vivía de las rentas de sus propiedades o capitales (según algunos historiadores, “la traición de la burguesía”);
- la financiera (banqueros y cobradores de impuestos);
- la comercial y la manufacturera o artesana, y, finalmente,
  • la baja burguesía:
comprende la pequeña burguesía, que comprendía artesanos (aprendices u oficiales), pequeños comerciantes y profesionales liberales.

Las clases populares urbanas agrupaban a los trabajadores manuales de las ciudades, tanto a los artesanos (oficiales y aprendices) como a los obreros de las manufacturas, al personal doméstico y a todos los pequeños oficios.

El campesinado en el ámbito rural constituía la mayoría de la población y se distinguía entre los campesinos libres, que podían ser propietarios (alodiales), adscritos a la tierra (mansos) como colonos, arrendatarios, aparceros o jornaleros, y los siervos, que vivían en la reserva bajo el régimen señorial.

Las condiciones de vida de los tres grupos eran precarias y durante el siglo XVIII habían empeorado como consecuencia del aumento de la población y de la subida de los precios.


CULTURA:
EL espíritu de la Ilustración.
La Ilustración fue un movimiento de carácter intelectual que se desarrolló en la Europa (mayormente en Francia) del siglo XVIII cuestionando las bases del Antiguo Régimen y proponiendo una nueva organización de la sociedad y cuyas ideas inspiraron la independencia de los Estados Unidos de América y la Revolución francesa.

Como precedente, en el s.XVII se produjo la revolución científica con personajes como Galileo, Descartes, Pascal, Torricelli o Newton, y ese interés por las ciencias y las letras proseguiría en el tránsito al s.XVIII con filósofos empiristas como John Locke o David Hume. 

Los ilustrados, fundamentalmente franceses, propugnaron una fe absoluta en la razón (inteligencia humana) como único medio para entender y explicar el mundo. Así, los nuevos filósofos se enfrentaron a la concepción medieval del mundo basada en el teocentrismo o providencialismo, en la superstición y en la tradición y propusieron un nuevo ANTROPOCENTRISMO. En definitiva, se producirá una secularización o laicización de una cultura en manos de la iglesia anteriormente.

La mayor parte de los ilustrados eran deístas, es decir, creían en un Dios creador de un mundo regido por leyes naturales, rechazando la revelación, el providencialismo o la superstición, los cultos, los milagros o la superioridad de cualquier religión sobre las otras, condenando la intolerancia religiosa (Voltaire defendía la libertad de culto o de conciencia). 
Los ilustrados confiaban en la razón, creían que la naturaleza era una fuente de justicia y bondad y proclamaban que el ser humano nacía para ser feliz (hedonismo). Confiaban en la idea de progreso, frente a la tradición y el inmovilismo anterior, para mejorar la sociedad, a través fundamentalmente de l desarrollo científico y como no, de la educación. (ej. Pestalozzi).

Además del afianzamiento y desarrollo de muchas universidades, en las principales ciudades de Europa, como Londres, París o Madrid, se crearon Academias, Cafés o Salones donde se debatían las ideas y se presentaban nuevas propuestas científicas o técnicas entre los intelectuales. Éstas, serían editadas aumentando la tirada de libros demandados por una población cada vez más alfabetizada.

La crítica al Antiguo Régimen.

Los ilustrados criticaron los pilares fundamentales del Antiguo Régimen y propusieron un nuevo modelo de organización política y social basado en los principios de la libertad y la igualdad. En primer lugar, criticaron el absolutismo y configuraron las bases de una nueva doctrina política que conocemos con el nombre de liberalismo.

- Montesquieu propugnó la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y puso un énfasis especial en la independencia del poder judicial.

Rousseau planteó la necesidad de un contrato social entre gobernantes y gobernados, que garantizase los derechos básicos del individuo que rompiese la desigualdad  civil anterior y formuló el principio de soberanía nacional, según el cual, el poder emana del libre consentimiento de todos los ciudadanos expresado mediante el voto (sufragio).

- Voltaire propuso como requisito indispensable un Parlamento (siguiendo el modelo inglés de John Locke) que limitase el poder real, un sistema fiscal equitativo, es decir, que no todo el peso recayese exclusivamente sobre el pueblo llano y defendió la tolerancia religiosa.



La creación de la Enciclopedia por Diderot y D Alembert ayudaría a la difusión a toda la sociedad de una gran compilación de conocimientos en 20 volúmenes editados entre 1751 y 1772. 
Ello conllevaría la secularización o laicización cultural, antes mediatizada por la iglesia.

Los ilustrados también se opusieron claramente a la sociedad estamental y defendieron la movilidad social, la igualdad de origen y la meritocracia. Así, proclamaron que nadie podía heredar ni gozar de honor, prestigio o privilegios en nombre de sus antepasados.

En el terreno económico surgieron los llamados fisiócratas, como Quesnay, que defendían que la principal fuente de riqueza de un país era la agricultura y no el comercio y la acumulación de metales preciosos como defendía el Mercantilismo del s.XVII
A su vez, se oponían a toda reglamentación por parte del Estado, apoyando la libertad económica, la propiedad privada y la iniciativa individual, preludiando lo que sería el liberalismo económico.

Estas nuevas ideas encontraron terreno propicio en una burguesía que había visto crecer su poder económico a lo largo del siglo XVIII, pero permanecía privada de toda igualdad jurídica y de la posibilidad de intervenir en política.

EL DESPOTISMO ILUSTRADO.

La influencia del pensamiento ilustrado alcanzó las cortes europeas, y algunos soberanos, sin renunciar a su carácter de monarcas absolutos, intentaron experiencias reformistas que pretendían unir la autoridad real con las ideas de progreso de la Ilustración. 
Así, en buena parte de Europa aparecieron monarcas ilustrados: Federico II en Prusia, María Teresa en Austria, la zarina Catalina en Rusia, Gustavo en Suecia y Carlos III en España, que lo llevaron a cabo en el denominado “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.

Como rasgos comunes de la actuación de estos monarcas se pueden citar:
  • el absolutismo centralizador, 
  • la racionalización de la administración, 
  • el fomento de la educación y 
  • la búsqueda de la modernización económica; en este sentido, todos ellos promovieron programas de desarrollo agrícola e industrial y facilitaron la libertad de comercio.
De todas formas, estas experiencias resultaron muy limitadas. No era posible aceptar sólo una parte de la Ilustración; no se podían admitir las reformas económicas, el reparto de la propiedad o la libre circulación comercial y mantener intacta la sociedad estamental y el poder absoluto. 

Las contradicciones de este reformismo abrieron el camino a las revoluciones liberales.
Por tanto, la Ilustración se opondría al absolutismo y configuraría una nueva doctrina: el liberalismo.






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