miércoles, 7 de septiembre de 2016

UD.9. España en el primer tercio del s.XIX (1902-1939).


Reinado de ALFONSO XIII (1902-1931).

Crisis del sistema de la Restauración

Alfonso XIII (1886-1941), hijo póstumo de Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo-Lorena empezó a reinar en 1902, con 16 años, y continuó gobernando con los tres pilares de la Restauración: el turnismo (turno pacífico de los dos partidos mayoritarios, el liberal de José Canalejas Méndez y el conservador de Antonio Maura i Montaner), el caciquismo y la constitución de 1876.

Sin embargo, la oposición al viejo sistema era cada vez más clara y decidida por parte de los regeneracionistas, además de que el fraude mantenía al margen de la política a las fuerzas de la “España real” (republicanos, socialistas, anarquistas y nacionalistas), y estos partidos cada vez tenían más fuerza.

Entre 1902 y 1905 hubo cinco gobiernos entre los que destacan los de Silvela o el “gobierno corto” de A. Maura, y desde 1905 a 1907 seis liberales, dirigidos entre otros por Montero Ríos, López Domínguez, o Segismundo Moret.

En estos primeros años del siglo los republicanos formaron el importante Partido Radical Republicano (anticlerical y anticatalanista), en Barcelona y en torno a Lerroux (algo parecido supone el “Blasquismo” -de Vicente Blasco Ibañez- en Valencia de 1901-1911), escindido de la Unión Republicana de Salmerón, mientras otro sector de republicanos intelectuales creó el Partido Reformista, dirigido por Melquíades Álvarez.

El problema de los regionalismos comenzó a plantearse ahora, especialmente en Cataluña, que había conocido durante la segunda mitad del siglo XIX un renacer de su cultura (Renaixença). Este catalanismo cultural y regionalista dio origen a la “Lliga regionalista de Catalunya” ideada por Enric Prat de la Riba (fallecido en 1917) y dirigida después por Francesc Cambó, fundada en 1901, y que se proponía la obtención de libertades autonómicas.

En 1905 el semanario satírico catalán ¡Cu-cut! publicó una viñeta antimilitarista, al calor de una victoria electoral de la Lliga. Unos 300 militares de la guarnición de Barcelona asaltaron la sede de la publicación, así como la de La Veu de Catalunya, diario de la Lliga Regionalista. Los autores, en vez de ser castigados por indisciplina, recibieron el apoyo del ejército, que exigió al gobierno liberal de Moret una Ley de Jurisdicciones (1906), por la que los delitos contra el ejército pasaban directamente a los tribunales militares. Su derogación se convirtió en la reivindicación clave de los partidos nacionalistas y republicanos y del movimiento obrero (el día de su boda con Victoria Eugenia de Battenberg, en 1906, salió ileso de un atentado anarquista).

La respuesta política catalana fue una coalición de todas las fuerzas nacionalistas (Centre Nacionalista Republicá), bajo el nombre de “Solidaridad Catalana”, amplia alianza que integraba las fuerzas más dispares, con la intención de propugnar la organización autonomista del Estado que en las elecciones de 1907 consiguió 41 de los 44 escaños de Cataluña.

Probablemente el ejemplo de Cataluña fue un factor importante para la formación de un nacionalismo vasco, por Sabino Arana (fallecido en 1903), y después dirigido por José Antonio Aguirre. Hubo otros movimientos regionalistas (valenciano y gallego), pero fueron esencialmente culturales.

En cuanto al movimiento obrero, España había visto la formación de sindicatos de diferentes tipos, por un lado, los sindicatos católicos como la CONCA (Confederación Católica) que habían alcanzado gran importancia principalmente en el sector agrario, por otro el radicalismo socialista de la UGT, y finalmente la sindicalista revolucionaria, primero con el sindicato Solidaridad Obrera (1907) y después con la CNT creada en 1910-11, con moderados como S. Seguí o A. Pestaña y radicales como B. Durruti, F. Ascaso y García Oliver.

CRISIS DE 1909

En 1907, el conservador Antonio Maura subió al poder para inaugurar el llamado “gobierno largo” (1907-1909). Maura procuró la transformación del Estado mediante un programa “regeneracionista”, pero “desde arriba”: el Estado tenía que acercarse al pueblo, creando unas instituciones y unos organismos que fuesen auténticos medios de servicio público; al mismo tiempo, el pueblo tenía que tomar conciencia de su “ciudadanía”; para acabar con el caciquismo y darle “autenticidad” al parlamentarismo presentó a las Cortes la reforma de la Ley Electoral de 1907 y la Ley de Administración Local,; para contentar las aspiraciones regionalistas ofertó la creación de Mancomunidades como una estructura interprovincial, y abrió una vía de entendimiento con la Lliga; con la ley de 1909 legitimaba el derecho de huelga, pero proponía otra como la Ley de Represión del Terrorismo; creó el Instituto Nacional de Previsión (INP) para regular las cuestiones sociales; y desarrolló una política económica de signo nacionalista, fomentando la industria.

Aún así, su proyecto fracasó por la oposición de republicanos y socialistas, que formaron un “Bloque de Izquierdas” hacia una apertura democrática, la laicización del estado y la libertad de culto.

Una grave crisis vino a hacer naufragar el esquema maurista, la Semana Trágica de Barcelona en julio de 1909.

Dentro del contexto de la Guerra de África, último reducto del antiguo imperio colonial y centro de la política exterior española (Conferencia de Algeciras de 1906 y Declaraciones de Cartagena de 1907- repartidas las zonas de influencia con Francia, ayudadas por Gran Bretaña, en detrimento de Alemania) , estalló un levantamiento anarquizante provocado por el envío de tropas reservistas catalanas hacia Melilla para asegurar la plaza contra los ataques de las cabilas rifeñas (zona Norte, de cierta riqueza minera).

El día del embarque, el 18 de julio, se produjo un importante movimiento de protesta.

Las noticias sobre la batalla del Gurugú y la emboscada del Barranco del Lobo con más de 1200 muertos desató el 26, una huelga general organizada por socialistas, anarquistas y republicanos radicales, una auténtica revolución social de signo anticlerical en la que el pueblo realizó toda clase de atropellos (incendios de iglesias y conventos).

El gobierno tuvo que actuar con energía (80 muertos y más de 2000 detenidos), y cinco de los culpables fueron ejecutados. El más conocido de ellos, Francisco Ferrer Guardia (fundador de la agrupación anarquista “Escuela Moderna”) lo que provocó al ser fusilado una protesta de amplitud europea. Barcelona se convirtió en La ciutat cremada ("la ciudad quemada").

En España, el grito “¡Muera Maura!” del republicanismo de Lerroux y del obrerismo militante comenzó a difundirse por todas partes. Ante tal cúmulo de circunstancias, Maura presentó su dimisión. El movimiento de la Solidaridad Catalana se truncó con el apoyo de Cambó a Maura durante la semana trágica, por lo que la Lliga capitalizará el nacionalismo catalán.

Ello supuso la llegada al Gobierno del Partido Liberal, que tras un breve gobierno de Moret en 1909, dio paso al gobierno de José Canalejas en 1910, que trató de hacer frente a otro de los grandes problemas de la Restauración: la separación de la iglesia y el estado.

El líder liberal alternó una política de atracción de las izquierdas anticlericales con concesiones más aparentes que reales como la Ley del candado de 1910, (que prohibió el establecimiento de cualquier nueva orden religiosa durante dos años) o el intento de alejar a la iglesia de la enseñanza, tras negociar con el vaticano la Ley de Asociaciones Religiosas.

Muy fructíferas fueron sus reformas sociales como la reducción de la jornada laboral, la ley de accidentes de trabajo, la seguridad social obligatoria, la regulación de la huelga y los contratos colectivos de trabajo.

Además, su programa reformista incluía, la aprobación de la Ley de Mancomunidades de 1912 con respecto a las demandas catalanistas, la sustitución del impopular impuesto de consumos por uno progresivo sobre las rentas de la burguesía, y la implantación del servicio militar obligatorio con una nueva, sin distinciones en el llamamiento a levas en caso de guerra.

En política exterior adoptó una posición militar firme en Marruecos, firmando en 1912 un nuevo tratado con Francia, pero en noviembre de ese mismo año, fue asesinado en la madrileña Puerta del Sol por el anarquista Manuel Padiña.

A partir de entonces se aceleró la escisión definitiva de los partidos turnantes. El primer afectado por la pérdida de su líder fue el propio Partido Liberal, donde se inició una pugna por la sucesión entre García Prieto y el conde de Romanones. Por su parte el Partido Conservador mostraba un semejante desmembramiento entre mauristas y datistas (Eduardo Dato).

Tras el breve gobierno de Romanones a finales de 1912, apareció el gabinete Dato de 1913, que destacó por su esfuerzo en mantener la neutralidad en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) a causa de su aislamiento diplomático, su debilidad económica y su incapacidad militar. Sin embargo, la sociedad sí tomó partido por uno u otro bando, los “aliadófilos” eran la izquierda, intelectuales y socialistas fundamentalmente, partidarios de los principios democráticos , los “germanófilos” eran de extrema derecha, conservadores y la base del Partido Liberal moderado, que representaban los valores del orden y de la autoridad.

Solo socialistas y anarquistas se mantuvieron al margen.

España carecía de motivos para estar presente en las contiendas internacionales, con la excepción del protectorado en Marruecos. No obstante la guerra alteró la vida nacional, ya que supuso un gran estímulo para la actividad económica beneficiándose de las exportaciones de materias primas y productos industriales a los países beligerantes, lo que posibilitó la nacionalización de la deuda exterior, aunque no se supo aprovechar la oportunidad de realizar un auténtico crecimiento económico con la industria, mejorando el utillaje y sus técnicas de producción, además el aumento de las exportaciones sin un paralelo incremento de la producción disparó los precios, mientras los salarios crecían menos.

Estos cambios económicos influyeron en la sociedad, mientras la burguesía se enriquecía, el proletariado y las clases medias se empobrecían, ello provocó una tensa situación social que alimentó a los sindicatos, sobre todo UGT y CNT (169 huelgas en 1915 y 237 en 1916).

A su vez, su impacto fue decisivo en la crisis de la monarquía liberal.



-En diciembre de 1915 regresó al poder el conde de Romanones, que se limitaría a sostener una política similar a la seguida por el anterior gabinete conservador, sucedido por García Prieto en 1917, hasta la nueva llegada de Dato al poder.



CRISIS DE 1917

Fue en este año cuando España vivió una grave crisis que minaría lo que aún quedaba del régimen de la Restauración, se planteó en el verano de 1917, y se desarrolló en tres momentos:

  • Juntas Militares de Defensa, los militares estaban descontentos por la actitud de abandono del gobierno, la burocratización del cuerpo (macrocefalia), los bajos sueldos de los peninsulares ante los “africanistas” que ascendían por “méritos de guerra” y no “por escala cerrada”, es decir, por antigüedad, etc. Por todo ello organizaron Juntas, una especie de sindicatos que protestaban contra la situación. A partir del Manifiesto de las Juntas” de junio, ante el peligro de rebelión o de golpe de estado, el Gobierno tuvo que reconocer que los militares regresaran a la escena política;
  • Asamblea de Parlamentarios, como protesta ante las juntas, como muestra de la nueva quiebra del sistema y de la necesidad de una revolución democrática, y el cierre casi permanente de las Cortes, regionalistas catalanes, republicanos, radicales y socialistas se enfrentaron a Dato amenazándole con reunir en Madrid una Asamblea Nacional de Parlamentarios al margen de las Cortes para establecer un gobierno provisional, aunque no se hizo (solo se presentan 70, en su mayoría republicanos y socialistas de los 760 diputados...), los parlamentarios catalanes sí se reunieron en julio de 1917 en Barcelona para aprobar su autonomía, pese a la prohibición del Gobierno, pretendía lanzar todas las fuerzas del país contra el Estado;
  • Huelga General Revolucionaria, en marzo de 1917 los sindicatos, UGT y CNT, pidieron al gobierno solución al problema de las subsistencias, y en agosto estalló una huelga dirigida por republicanos y socialistas. El método sería el paro general con una huelga pacífica, el objetivo era la abdicación del rey y la implantación de la república, los anarquistas secundaron la huelga, pero no la no-violencia, por ello en las grandes ciudades se produjeron incidentes que obligaron al gobierno a recurrir al Ejército. Los militares se unieron al Gobierno y sofocaron la rebelión proletaria, los parlamentarios reunidos en Barcelona se asustaron ante el cariz que tomaba el asunto y obedecieron la orden de disolución dada en Madrid. Se recurrió al ejército para sofocar la revolución. El balance fue de 71 muertos y unas 2000 detenciones.

La monarquía no cayó pero su desprestigio fue mayor y los problemas se irán agudizando.

A partir de ese momento,noviembre de 1917 ya no hubo gabinetes homogéneos de partido, hasta septiembre de 1923 se acudió a gobiernos de concentración, formándose once gobiernos.

En 1918 se intentó aglutinar en el Gobierno, bajo la presidencia de Antonio Maura, a todas las fuerzas que estuviesen dispuestas a colaborar con la monarquía (liberales, conservadores, catalanistas, reformistas, etc.). Pero todo fue en vano.

La compleja crisis que la paz de la Primera Guerra Mundial trajo consigo se concretaría en multitud de cuestiones como la oleada de terrorismo, especialmente en Barcelona. En Andalucía los campesinos intensificarán sus movilizaciones en el llamado “Trienio Bolchevique”. Ese mismo año, dirigirán también el gobierno García Prieto y Romanones.

Al año siguiente vuelve a retomarlo Maura, produciéndose huelgas laborales tan importantes como “la Canadiense” en 1919. Compañía eléctrica de Barcelona, que con una duración de 44 días se convirtió en un problema de alcance nacional y que ha sido la más larga de la historia sindical de España. Entre 1919 y 1921, los actos terroristas y la violencia callejera sumieron a la ciudad en la llamada “época del pistolerismo”, donde el gobierno, presionado por la Liga y la patronal, declaró el estado de guerra, suspendió las garantías constitucionales y cedió el poder al general Anido, como gobernador civil, que junto al general Arlegui, como jefe de policía, impusieron la represión y la aplicación de la “ley de fugas” a los sindicalistas, como a S. Seguí.

El impacto de la III Internacional hace que surja, del ala radical del PSOE, el Partido Comunista de España (PCE).

En 1920 asume el poder Dato, que será asesinado debido a que seguía el clima de tensión con el malestar social por la diferencia entre salarios y precios.

Pero el verdadero problema vendrá de nuevo de Marruecos en 1921. Allí, tras los acuerdos con Francia, nuestra zona de influencia quedó limitada a las montañas del Rif y la Yebala, sin ningún valor económico y difíciles de mantener.



CRISIS DE 1921

La guerra de Marruecos (1909-1927) adquirió después de la crisis de 1919 un primer plano de actualidad y el gobierno decidió completar la ocupación efectiva del territorio.

Durante los gobiernos de Allendesalazar y Maura, se establece como nuevo alto comisario en Marruecos al general Dámaso Berenguer, que inició la ocupación del sector occidental (Yebala) y ordenó al general Silvestre como comandante general de Melilla, que detuviese su ofensiva en el Rift hasta someter a El Ruisuni, caudillo indígena. Sin embargo, el orgulloso e impaciente general reanudó su avance en la bahía de Alhucemas, territorio extenso, difícil, sin aprovisionamiento, y débilmente defendido por una línea dispersa de fuertes militares o “blocaos”. En 1921 se produjo el desastre de Annual, donde más de 10.000 soldados españoles cayeron muertos (incluso Silvestre) ante las tropas rifeñas de Abd-El-Krim.

La llegada de tropas de refuerzo a Melilla, entre ellas el cuerpo de élite del Tercio de la Legión al mando de Berenguer, salvó la ciudad, recuperándose el territorio perdido.

En 1922, durante los gobiernos de Sánchez Guerra y García Prieto, en las responsabilidades de la guerra se pretendió implicar a algunos militares (39, entre ellos Berenguer), los partidos dinásticos y al propio monarca (conducida la tesis por el socialista Indalecio Prieto), en el denominado “Expediente Picasso”.

Aunque García Prieto aceptó formar una Comisión de responsabilidades Políticas, el ejército captó el deseo de muchos españoles de que se pusiera fin a un parlamentarismo estéril, lo que provocó el 13 de septiembre de 1923, un golpe de Estado, al frente del cual se hallaba el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera.









LA QUIEBRA DEL “SISTEMA”.

LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1929).

La dictadura de Miguel Primo de Rivera, influido por el fascismo italiano, contó con el beneplácito de Alfonso XIII y tuvo el apoyo del Ejército, la burguesía, los terratenientes y los eclesiásticos.

Primo de Rivera, imbuido de regeneracionismo, en una versión simplista y manipulada de J. Costa del “cirujano de hierro”, anunció en el Manifiesto del 14 de septiembre, su propósito de resolver los graves problemas de la sociedad española: liberar al país de la “vieja política”, destruir el caciquismo, poner fin al desgobierno y la subversión social, a la bancarrota económica y a la amenaza del separatismo.

Se suele dividir la historia de la Dictadura en tres períodos:



1. Directorio Militar (15 septiembre 1923 / 3 diciembre 1925).

Durante esta primera etapa, los dos primeros aspectos logró hacerlos desaparecer a costa del desmantelamiento de las instituciones (con el fin de acabar con el caciquismo rural, con el Estatuto Municipal (1924) instaló en cada partido judicial de los ayuntamientos a unos “delegados gubernativos” representantes de su gobierno, y con el Estatuto Provincial (1925), destituyó diputaciones sustituyendo los gobernadores civiles por “gobernadores militares”), de la suspensión de las garantías constitucionales (Constitución de 1876) de los españoles y por el estado de guerra, dirigido de nuevo por los generales Anido y Arlegui.

Lejos de desaparecer, el caciquismo simplemente cambió de forma, y con respecto al nacionalismo catalán, solo hizo potenciar la radicalidad separatista.

Entre tales medidas, que vinieron acompañadas del cese de todos los miembros del Gobierno y disolución de las Cortes, se produjo la autoproclamación del propio Primo de Rivera como Presidente del Directorio a título de “ministro único y con facultades para legislar”, ya que prohibió todos los partidos políticos y sindicatos.

A fin de institucionalizar el régimen, en 1924 creó un grupo político, la Unión Patriótica (carente de un programa y una ideología definida). Durante esta etapa se solucionó el problema de Marruecos, si bien al principio Primo de Rivera, como Alto Comisario, era partidario de la diplomacia y de abandonar la región, pronto cambió de opinión porque había alentado a Abd-el-Krim. Los ataques rifeños a las posiciones francesas llevaron a este país a realizar una política conjunta por mar y tierra (anfibio) con España.

El desembarco de Alhucemas (septiembre 1925), casi exclusivamente español pero protegido por barcos franceses, constituyó un rotundo éxito, en mayo de 1926 concluyeron los combates y Abd-El-Krim fue hecho prisionero. La victoria permitió a Primo de Rivera institucionalizar la dictadura.



2. Directorio Civil (3 diciembre 1925 / 10 julio 1927).

Esta segunda etapa, solucionado el orden público y el asunto marroquí, se abrió con la sustitución por Primo de Rivera del Directorio Militar por un Gabinete Civil, integrado en realidad por seis civiles pertenecientes a la Unión Patriótica y por cuatro militares.

Fue ésta una fase en la que, al amparo de la favorable coyuntura económica europea, se emprendieron notables reformas socio-económicas.

En Hacienda Pública, el nuevo ministro, José Calvo Sotelo, no pudo sanear el régimen tributario, lo que aumentó de déficit presupuestario, y creó la Compañía Arrendataria de Petróleos S,A (Campsa). Otro gran monopolio estatal sería la Compañía Telefónica Nacional de España.

En Obras Públicas se realizó un plan de construcción de embalses (ej. Embalse del Chorro en Málaga. En 1926 se crearon las confederaciones hidrográficas), ferrocarriles, carreteras y puertos experimentaron una considerable mejora, también se realizó un plan de “casas baratas”, lo que unido al sistema corporativo alivió la presión y rebajó la conflictividad social.

La política económica de la dictadura se benefició de la coyuntura expansiva internacional de los años veinte, caracterizada por el intervencionismo estatal y el nacionalismo económico y cuyo objetivo era impulsar la industria nacional.

Primo, con Eduardo Aunós como ministro, intensificó la legislación protectora del trabajo, dando un notable desarrollo al Instituto Nacional de Previsión y creando por decreto-ley de 23 de agosto de 1923, el Código del Trabajo, que pretendía sustituir la lucha de clases por la colaboración de clases, y la Organización Corporativa del Trabajo (1928), una especie de sindicalismo vertical siguiendo el modelo fascista italiano.

Pese a estos éxitos hubo otras cuestiones en las que fracasó de lleno:

  • con la transformación de la propiedad agraria, que no solucionó la mala situación del campesinado;
  • con los regionalismos, en relación al catalanismo Primo de Rivera intentó atraerse a la Lliga, pero después, cuando se promulgó el Estatuto Provincial (1925), que prácticamente suprimía la Mancomunidad, casi la totalidad de las fuerzas catalanas se pusieron frente a él. Hubo un intento separatista (invasión de Cataluña desde Prat de Molló (Francia) por el Estat Catalá de Maciá en 1926 que fracasó;
  • el régimen primorriverista tampoco triunfó en lo que se refiere a política obrera, declaró ilegales a la CNT (el 1927 se funda la Federación anarquista ibérica - FAI-) y al PC, en cambio quiso atraerse a los socialistas, el líder del PSOE, Francisco Largo Caballero, llegó a ser nombrado Consejero de Estado, sin embargo, el propio socialismo rehuyó la colaboración;
  • no se acertó con el ejército (Primo mantuvo la prioridad de los méritos de guerra en los ascensos y disolvió el cuerpo de Artillería), en junio de 1926 se produjo la “Sanjuanada”, una conspiración político (partidos del turno y republicanos)-militar con el fin de acabar con la dictadura y restablecer el orden constitucional;
  • con los políticos, que en la clandestinidad forman, en 1926, la Alianza Republicana, (integrada por Acción Republicana, de Azaña, el Partit Republicá Catalá de Marcelino Domingo, y el Partido Radical de Lerroux), mientras antiguos liberales como Niceto Alcalá Zamora fundaron la Derecha Liberal Republicana, como alternativa católica yconservadora, y por último,
  • con la oposición por parte de los intelectuales (Unamuno, Blasco Ibáñez o Fernando de los Ríos) hacia el régimen, ya que se había mostrado totalmente indiferente hacia el mundo intelectual, y por la de los estudiantes ante la rígida censura, a través de la prorrepublicana Federación Universitaria Escolar (FUE).



3. Asamblea Nacional (12 septiembre 1927 / 28 enero 1929).

Esta etapa se inició con la reunión de la Asamblea Nacional Consultiva, encargada de elaborar una nueva constitución y que supuso el fracaso de la institucionalización del régimen. De sus 400 miembros, dos tercios fueron designados por el gobierno. Había representantes de provincias, de actividades, por derecho y del Estado, con unas funciones meramente consultivas.

La oposición de los viejos partidos dinásticos, los socialistas y la actitud reticente del rey paralizó e proyecto de constitución denominado Estatuto Fundamental de la Monarquía.

Entre 1927 y 1929 las circunstancias económicas empezaron a hacerse difíciles para España: recesión en la llegada de capitales, pérdida de valor de la peseta, etc. Ello vino a dar ya el argumento que faltaba a la oposición.

En enero de 1929 fue descubierta otra conjura político-militar, ahora liderada por el conservador Sánchez Guerra, que también pretendía el derrocamiento del régimen.

Al poco tiempo, en agosto, se sugirió al propio Primo de Rivera la retirada. No lo hizo, y parece ser que hasta el propio Alfonso XIII le retiró su confianza. Entonces fue cuando Primo de Rivera acudió a los capitanes generales y altos jefes militares para inquirir cuál era su actitud ante el Régimen. Al comprobar que no tenía su apoyo, Primo presentó su dimisión el 28 de enero de 1929 y se marchó a París, donde murió dos meses después.



LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1929-1931)

Alfonso XIII intentó restablecer el viejo orden constitucional mediante el gobierno del General Dámaso Berenguer (diciembre de 1929-febrero de 1931), Berenguer fue elegido por el rey porque mantuvo una moderada oposición contra Primo.

Nada más ascender al poder anunció una transición a la constitucionalidad, lo que le sirvió para ser bien acogido, sin embargo, esta transición se efectuó demasiado lenta, de ahí el sobrenombre de “dictablanda”.

El error Berenguer, en palabras de Ortega y Gasset, no era que este hubiera cometido algún error, sino que otros lo cometieron al elegirlo como Presidente del Consejo de Ministros, si se pensaba que la vuelta atrás era posible, es porque se opinaba que los españoles pertenecen a la familia de los ovinos, pero ahora, por suerte, el pueblo había cambiado.

En agosto de 1930 se formó el Pacto de San Sebastián, que reunía a todas las fuerzas republicanas (Alcalá Zamora, Azaña, Lerroux, Miguel Maura), catalanistas, que en 1931 nacerá Esquerra Republicana de Catalunya (Maciá), galleguistas, que en 1929 formaron la Organización Republicana Gallega Autónoma (Casares Quiroga) y socialistas (Indalencio Prieto), en octubre formaron un Comité Revolucionario que tomó el acuerdo de ir a la Revolución el 15 de diciembre para proclamar la República.

Ese mismo año, un grupo de intelectuales como Ortega, Gregorio Marañon o Ramón Pérez de Ayala, publicaron el manifiesto fundacional de la Agrupación al Servicio de la República.

La sublevación se adelantó al 12 de diciembre con la guarnición de Jaca (con los capitanes Fermín Galán y García Hernández, que fueron fusilados) junto a otros revolucionarios de Cuatro Vientos de Madrid, pero el movimiento fracasó estrepitosamente. Sin embargo, los fusilados se convirtieron en héroes y mártires para los republicanos impulsando más el movimiento por lo que el 14 de febrero de 1931, el Comité Revolucionario se puso nuevamente en marcha.

Como la dictablanda de Berenguer no satisfizo a nadie, el rey ofreció el gobierno a Alba (líder del Partido Liberal), pero éste se negó, entonces se lo entregó a Sánchez Guerra, el cual fue a la cárcel Modelo donde estaban presos los participantes de la revolución de Jaca, ofreciéndoles sendas carteras ministeriales, este gesto, y el rechazo de los "presidiarios" fue un golpe de muerte al régimen.

El 18 de febrero se formó un gobierno bajo el mando del almirante Aznar, que duró hasta el 14 de abril.

Aznar fue elegido porque había mantenido una clara oposición a Primo y porque no asustaba a nadie. Formó un gobierno de concentración monárquica que inmediatamente anunció elecciones, primero municipales porque se consideraban menos peligrosas que las parlamentarias. En esas elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931 otorgaron la victoria a los republicanos en la mayor parte de las capitales de provincia, ya que estaban menos influidas por los caciques.

Ante el triunfo republicano, se produjo el desconcierto monárquico, que partió al exilio desde Cartagena con destino Marsella.

El 14 de abril fue proclamada la Segunda República sin un solo tiro.


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EL COTEXTO SOCIO-ECONÓMICO ESPAÑOL EN TORNO A 1930

La sociedad española tenía una esperanza de vida que había pasado de 35 a 50 años de edad, una tasa semejante a la del resto de Europa.

Hubo una reducción importante de la emigración ultramarina que había sido muy fuerte a finales del siglo XIX y principios del XX.

El modesto crecimiento industrial explica el desarrollo de la vida urbana, Madrid y Barcelona experimentaron un crecimiento que les permite alcanzar cerca del millón de habitantes.

Pese a estos rasgos de modernidad el campo permanecía estando muy atrasado, en él había un problema latifundista, que creaba sensación de hambre de tierras y una fuerte agitación social, especialmente en Andalucía. En Cataluña, la rabassa morta había sido sustituida por fórmulas menos beneficiosas para el campesinado tras la crisis de la filoxera.

Cuando se proclamó la Segunda República, España tenía una tasa ligeramente superior al 60% de la población alfabetizada.

La protesta social obedeció a una larga etapa previa de reivindicaciones insatisfechas, la denominada “cuestión social”. Los incidentes anticlericales con quemas de conventos o la quema de cosechadoras en el campo andaluz, fueron algunas de las experiencias incontrolables de la situación.

En el tránsito de un régimen a otro jugó un papel de considerable importancia la situación económica: desvalorización de la peseta, sequía y fuerte desempleo. En este sentido, el impacto de la crisis de 1929 fue menor que en otras zonas, porque nuestro país no estaba lo suficientemente industrializado, por eso no fue factor decisivo del colapso del régimen de Primo de Rivera, sino un factor coadyuvante. La crisis afectó de manera distinta a los diferentes sectores, sobre todo a el comercio exportador español que al estar constituido por productos prescindibles, tuvo una drástica reducción y sus efectos los sufrieron regiones de productos agrícolas o industriales de exportación como Valencia (naranja) y País vasco (hierro).

ANTECEDENTES POLÍTICOS: LA CRISIS DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN (1902-1929).

Ya en tiempos de Alfonso XIII (1902-1923), la época de la Restauración (Constitución de 1876, bipartidismo y caciquismo) va progresivamente entrando en crisis debido a:

  • la crisis del 1998 (pérdida de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam) que provocará movimientos críticos (Regeneracionismo de J. Costa, Generación del 98, etc),
  • los crecientes nacionalismos, fundamentalmente catalán (Lliga y ERC) y vasco (PNV),
  • la crisis del “turnismo” entre conservadores (Maura) y liberales (Canalejas) sin que se consiguiese la renovación política,
  • la oposición de carlistas, republicanos y socialistas ante la imposibilidad de una “tercera vía”,
  • las reivindicaciones sindicales (UGT, CNT, FAI) de campesinos y obreros por sus pésimas condiciones laborales y vitales.

La insostenibilidad del sistema se acrecentará con la crisis de 1917 (Juntas Militares de Defensa, Asamblea de Parlamentarios y Huelga General) primero, y la de 1921 (Desastre de Annual) después, lo que favorecerá el golpe de estado del capitán general de Barcelona, Miguel Primo de Rivera (1923-29) que con el beneplácito del rey, implantará una dictadura de “corte facista”, primero con un directorio militar, y posteriormente otro civil.

EL ADVENIMIENTO DE LA II REPÚBLICA: LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1929-1931)

Alfonso XIII intentó restablecer el viejo orden constitucional mediante el gobierno del General Dámaso Berenguer (diciembre de 1929-febrero de 1931), que fue elegido por el rey porque mantuvo una moderada oposición contra Primo.

Nada más ascender al poder anunció una transición a la constitucionalidad, lo que le sirvió para ser bien acogido, sin embargo, esta transición se efectuó demasiado lenta, de ahí el sobrenombre de dictablanda”.

El “error Berenguer”, en palabras de Ortega y Gasset, no era que este hubiera cometido algún error, sino que otros lo cometieron al elegirlo como Presidente del Consejo de Ministros, si se pensaba que la vuelta atrás era posible, es porque se opinaba que los españoles pertenecen a la familia de los ovinos, pero ahora, por suerte, el pueblo había cambiado.

En agosto de 1930 se formó el Pacto de San Sebastián, que reunía a todas las fuerzas republicanas (Alcalá Zamora, Azaña, Lerroux, Miguel Maura), catalanistas, que en 1931 nacerá Esquerra Republicana de Catalunya (Maciá), galleguistas, que en 1929 formaron la Organización Republicana Gallega Autónoma (Casares Quiroga) y socialistas (Indalencio Prieto), en octubre formaron un Comité Revolucionario que tomó el acuerdo de ir a la Revolución el 15 de diciembre para proclamar la República.

Ese mismo año, un grupo de intelectuales como Ortega, Gregorio Marañon o Ramón Pérez de Ayala, publicaron el manifiesto fundacional de la Agrupación al Servicio de la República.

La sublevación se adelantó al 12 de diciembre con la guarnición de Jaca (con los capitanes Fermín Galán y García Hernández, que fueron fusilados) junto a otros revolucionarios de Cuatro Vientos de Madrid, pero el movimiento fracasó estrepitosamente. Sin embargo, los fusilados se convirtieron en héroes y mártires para los republicanos, impulsando más el movimiento, por lo que el 14 de febrero de 1931, el Comité Revolucionario se puso nuevamente en marcha.

Como la dictablanda de Berenguer no satisfizo a nadie, el rey ofreció el gobierno a Alba (líder del Partido Liberal), pero éste se negó. Entonces se lo entregó a Sánchez Guerra, el cual fue a la cárcel Modelo donde estaban presos los participantes de la revolución de Jaca, para ofrecerles sendas carteras ministeriales, este gesto, y el rechazo de los "presidiarios" fue un golpe de muerte al régimen.

El 18 de febrero se formó un gobierno bajo el mando del almirante Aznar, que duró hasta el 14 de abril. Éste

fue elegido porque había mantenido una clara oposición a Primo y porque no asustaba a nadie. Formó un gobierno de concentración monárquica que inmediatamente anunció elecciones, primero municipales porque se consideraban menos peligrosas que las parlamentarias. En esas elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931 otorgaron la victoria a los republicanos en la mayor parte de las capitales de provincia (953 concejales republicanos ante los 602 monárquicos) ya que estaban menos influidas por los caciques, que si se impusieron en los municipios (39248 concejales republicanos ante los 41224 monárquicos) .

Ante el triunfo republicano, se produjo el desconcierto monárquico, que partió al exilio desde Cartagena con destino Marsella. Tras una temporada en París, fijará su residencia en Roma. El 14 de abril fue proclamada en un ambiente festivo, la Segunda República, sin un solo tiro.

Escenario político de España:



Organizaciones políticas y sindicales de Izquierdas
Derechas
Partidos Republicanos
Izquierda Republicana (Azaña)
Derecha Liberal (Alcalá Zamora, Miguel Maura)
Radical Socialista (Marcelino Domingo)
CEDA (Gil Robles)
Unión Republicana (Martínez Barrio)
Partido Radical (Lerroux)
Partidos Nacionalistas
Esquerra Republicana (Macià, Companys)
Lliga Catalana (Cambó)

Organización Republicana Gallega Autónoma (Casares Quiroga)
Partido Nacionalista Vasco (J. A. Aguirre)


Partidos monárquicos,
Renovación Española (Calvo Sotelo)

Falange Española y de las JONS (J.A. Primo de Rivera)
de extrema derecha y
Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (0nésimo Redondo)
contrarios a la República
Partido Tradicionalista (Fal Conde)
PSOE (Prieto, Besteiro, Fernand de los Ríos)

Partidos obreros
Partido Comunista (Díaz)

POUM (Nin)
Partido Sindicalista (Pestaña)

Sindicatos
CNT (Durruti, Montseny)

UGT (Largo Caballero)



EL GOBIERNO PROVISIONAL (14 de abril - 9 de Diciembre)

El Gobierno era de hecho un ejercicio de concentración, donde encontraban representación los integrantes del Comité Revolucionario del Pacto de San Sebastián.

En él tenían cabida desde antiguos monárquicos como Alcalá-Zamora (en la Presidencia) y Miguel Maura (en el ministerio de Gobernación) a los radicales Lerroux (Estado) y Martínez Barrio (Comunicaciones), los radical socialistas Marcelino Domingo (Educación) y Álvaro de Albornoz (Obras Públicas), los socialistas Fernando de los Ríos (Justicia), Prieto (Hacienda) y Largo Caballero (Trabajo), el republicano Azaña (Guerra), el nacionalista catalán Nicolau d´Olwer (Economía) y el regionalista gallego Casares Quiroga (Marina).

LA CONVOCATORIA DE CORTES CONSTITUYENTES

El Gobierno se comprometió, en primer lugar, y a través del Estatuto jurídico del Gobierno provisional, a la convocatoria de unas Cortes constituyentes. Estas elecciones tampoco serían modélicas, ya que el grado de abstención seguía siendo grande, por tanto, hubo partidos caciquiles como los agrarios, y muchos caciques se incorporaron a las opciones republicanas, y la mujer seguiría sin poder votar hasta noviembre de 1933 (discrepancias entre las que sí, como Clara Campoamor, y las que no las ven preparadas, como Victoria Kent).

Estas elecciones generales para la formación de Cortes constituyentes tuvieron lugar el 28 de junio, una vez reformada la ley electoral de 1907 para hacer desaparecer el poder del arraigado caciquismo en amplios ámbitos rurales. Esta reforma tuvo como efecto secundario el de primar la composición de amplias coaliciones electorales, lo que con posterioridad tuvo unos trascendentales efectos de polarización social. Con la derecha monárquica aún traumatizada y una derecha liberal que apenas se había adaptado al régimen republicano, el centro radical y las izquierdas republicanas y socialistas se impusieron en las urnas (más de un 90%).

La Constitución de 1931, carta magna democrática, laica y descentralizada, fue un fiel reflejo de las Cortes, prolija y pormenorizada, haciendo muestra de un radicalismo que en ocasiones no diferenciaba el idealismo de la simple utopía.

El 9 de diciembre la Cortes Constituyentes votaron una Constitución, que:

  • sólo admitía tres autonomías: Cataluña (Estatuto de Nuria), Euzkadi (Estatuto de Estella) y Galicia, (en menor medida esta última por el freno radical-cedista primero, y la guerra civil después), para solucionar el problema político del regionalismo que hundía sus raíces a finales del siglo XIX,
  • proclamaba la República, la división de poderes entre el ejecutivo (gobierno), el legislativo (cortes unicamerales. El presidente de la Cámara será Julián Besteiro) con un Presidente de la República elegido cada 6 años como figura débil políticamente, y el judicial, independiente, creándose el Tribunal de Garantías Constitucionales,
  • establece el sufragio universal masculino y femenino, y la más larga enumeración de derechos y libertades del constitucionalismo hasta la fecha,
  • el artículo 26 establecía la separación Iglesia-Estado, la libertad de cultos caracterizándose por ser una constitución anticlerical, eliminando la financiación estatal de la iglesia y desvinculándola de la enseñanza (educación pública, laica y universal), el comercio y la industria,
  • la propiedad privada quedaba supeditada a los intereses de la economía nacional, como expropiación “forzosa” por “utilidad social”.

Su creador, Luis Jiménez de Assúa, que lideró la comisión dijo de la constitución que era de izquierdas pero no socialista y Ortega la criticó por tener poco músculo y demasiado tejido adiposo. La Constitución de la II República definía el régimen como una "República de trabajadores de toda clase".

ALGUNOS ARTÍCULOS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1931.

Art. 1.- España es una República democrática de trabajadores de toda clase... Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo... La bandera de la República española es roja, amarilla y morada. Art. 3.- El Estado español no tiene religión oficial.

Art. 11.- Si una o varias provincias limítrofes, con características históricas, culturales y económicas comunes, acordaran organizarse en región autónoma... dentro del Estado español, presentarán su Estatuto con arreglo a lo establecido en el art. 12.

Art. 26.- Una ley especial regulará la total extinción... del presupuesto del clero. Quedan disueltas aquellas Órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado.

Art. 36.- Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales...

Art. 67.- El presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la Nación...

Art. 68.- El presidente de la República será elegido por las Cortes...

la defensa de los derechos individuales (entre los que destacaban la libertad religiosa y la propiedad privada), el desarrollo de una reforma agraria y la depuración de las responsabilidades de los dirigentes de la dictadura.

La política del Gobierno provisional en estos primeros meses, también estuvo dirigida a abordar una serie de reformas como:

EL DEBATE TERRITORIAL: EL PROBLEMA CATALÁN

Grupos nacionalistas catalanes se habían sumado al Pacto de San Sebastián con el compromiso de los otros firmantes del pacto de encontrar una solución jurídica al problema catalán; lo que se materializaría en la “recreación” de un organismo institucional, la Generalitat, para el gobierno de la región, cuyas competencias quedarían reguladas en un futuro estatuto de autonomía para Cataluña; según el resto de los integrantes, este estatuto debía ser aprobado por las Cortes, pero para los miembros catalanes era sólo necesario un referéndum en Cataluña.

El mismo día, incluso antes que en Madrid, el dirigente de Esquerra Republicana de Cataluña -ganadora de las elecciones en Barcelona-, Lluís Companys, proclamó la República desde el Ayuntamiento. Pero, momentos después, el otro destacado líder de su partido, Francés Maciá, desde la Diputación barcelonesa establecía l´Estat Catalá integrado en una futura "Confederació de pobles ibérics".

Los acontecimientos habían desbordado las previsiones acordadas e inmediatamente fueron necesarias negociaciones entre las autoridades gubernamentales y las fuerzas catalanas. La solución alcanzada fue la de acelerar todo lo posible el acceso de la región a su autonomía. El 21 de abril el Gobierno republicano reconoció al Consejo provisional de la Generalitat, al frente del cual se colocó Macià. En agosto, la Generalitat sometió a referéndum el anteproyecto del Estatuto de Nuria, que a pesar de la fuerte abstención, fue aprobado por una gran mayoría. Este anteproyecto aprobado declaraba a Cataluña "Estado autónomo dentro de la República española" y concedía a la Generalitat amplios poderes económicos, culturales y de orden público. La lengua catalana alcanzaba rango de idioma oficial en equiparación al castellano, se tomaba el control de la policía, se organizaba la Hacienda catalana con la posibilidad de contratar empréstitos y se creaba el Tribunal de Casación, para dilucidar el traspaso de poderes y las cuestiones problemáticas entre el gobierno central y el autonómico.

La aceptación de este anteproyecto de estatuto por las Cortes fue muy discutida y sólo la habilidad de Azaña, y sobre todo, el aprovechamiento de una coyuntura favorable -la superación del golpe de Estado de Sanjurjo- posibilitaron la aprobación definitiva del estatuto, si bien recortando las definiciones y atribuciones más significativas del autogobierno, como por ejemplo, su autofinanciación.

Gran parte de la sociedad comenzó a sentir animadversión ante la presión catalana y este “chantaje separatista”.

LA MISERIA AGRARIA

El reformismo social se impulsó por la legislación de Francisco Largo Caballero como ministro de Trabajo, pronto frenada por el recelo de los propietarios agrarios.

El decreto de laboreo forzoso obligaba a éstos a tener sus tierras cultivadas y el de términos municipales les obligaba a contratar a los braceros del propio término municipal. Se aprobaron también el seguro de accidentes y las jornadas de 8 horas.



LA NECESARIA ALFABETIZACIÓN

Como objetivo prioritario se plantearon el erradicar el analfabetismo (algo más del 40% de la población) y promover una enseñanza laica, siguiendo el modelo de “Escuela Única” del pedagogo Lorenzo Luzuriaga.

Marcelino Domingo como ministro de Instrucción Pública y Miguel de Unamuno como presidente de su consejo, presentaron varios decretos para la creación de unas 7000 escuelas y un número similar de maestros (muchos de ellos krausistas y formados en la Institución Libre de enseñanza), estableciendo los principios de coeducación y la no obligatoriedad de la religión en las escuelas públicas. Tanto la Iglesia como diversos sectores católicos lo vieron como un atentado contra la religión.

UN EJÉRCITO ATRASADO E INEFICAZ

Fue uno de los asuntos más delicados, emprendido por el ministro de Guerra, Manuel Azaña, que tenía como principal objetivo el conseguir un ejército moderno y eficaz, que a la vez se postrase ante la primacía del poder civil.

En este sentido, dictó cinco decretos:

  • Decreto de supresión de la Ley de Jurisdicciones, ésta era una ley represiva de la oficialidad, a partir de ahora se privaba a los tribunales militares juzgar aspectos que no afectaran exclusivamente a la vida castrense;
  • Decreto de Republicanización del ejército; un decreto por el cual debían de jurar fidelidad a la República.
  • Decreto de Retiro Voluntario, por el que, aquellos que rehusaran de hacer la promesa de fidelidad a la República, pasaron a la reserva con el mismo empleo y sueldo íntegro; también se pretendía reducir el elevado número de oficiales (macrocefalia, unos 8600 oficiales, de 21000, se acogieron a esta medida).
  • Decreto de estructuración de plantilla; a partir de ahora se vinculaba la oficialidad a los estudios universitarios
  • Decreto de la supresión de la Academia Militar de Zaragoza, cuyo director era Francisco Franco Bahamonde.

Además, se suprimió el Tribunal de Honor y la prensa militar, que provocó una campaña contra la política azañista, al que acusaron de “triturar” al ejército, y donde, encima, las deficiencias materiales no fueron resueltas.

LA CUESTIÓN DEL ORDEN PÚBLICO

Será importante cuidar la seguridad ciudadana, que acabó minando el prestigio de la república, pero nunca se llevó una política decidida.

En este primer momento se creó la Guardia de Asalto (anterior Milicia Nacional) que evitaba que todo el orden público recayera en manos de la Guardia Civil, y que estaba apoyada en la “Ley de Defensa de la República”. Aún así, como durante la monarquía, se siguió confiando en la utilización del ejército para la represión y el orden público.

REACCIÓN DE LA IGLESIA

Al principio, la Iglesia junto con la derecha, siguiendo las instrucciones de Pio XI desde el vaticano, aceptaron el nuevo régimen, salvo el Cardenal Segura, Arzobispo de Toledo y Primado de España. Éste, el 1 de Mayo publica una Pastoral, un durísimo y beligerante artículo contra el régimen, que le vale la expulsión de España junto con el obispo del País Vasco, Mateo Mújica. A ella se sumó la prensa católica y monárquica (ABC y El Debate), el principal órgano de expresión de Acción Católica, partido dirigido por Ángel Herrera Oria, (director del periódico El Debate y cofundador junto al padre Ayala de la Asociación católica Nacional de Propagandistas (ACNP)).

Como venganza, el 11 de mayo se propagará un sentimiento anticlerical de la extrema izquierda con la quema de conventos en Madrid, y que se extenderá a ciudades como Sevilla, Málaga, Cádiz o Alicante.

Las consecuencias fueron desastrosas al provocar el deterioro irreversible con la iglesia, pero sobre todo, el descrédito del gobierno ante la opinión pública católica del país siendo aspecto importante de separación entre “las dos Españas”.



EL BIENIO REFORMISTA (9 de diciembre 1931-16 de noviembre 1933), republicano-socialista, reformista, de “izquierdas” o “rojo”.

Aprobada la Constitución el 9 de diciembre de 1931, las Cortes sancionaron el nombramiento del primer Presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, quien a su vez designó como Presidente del Gobierno a Manuel Azaña.

Al no disponer su grupo de mayoría en la Cámara, los dos siguientes años Azaña gobernó en una amplia coalición con republicanos de izquierda y socialistas; lo que permitió que se desarrollara un programa de una gran ambición transformadora y reformista.

Los campos donde mayor trascendencia tuvo esta labor de gobierno, frenada y dificultada por la evolución negativa de la economía, fueron los siguientes:

La reforma religiosa.

Uno de los aspectos más señeros de la Constitución fue su carácter anticlerical, como muestra su Ley de Divorcio de 1932, con la aceptación del matrimonio civil, la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas de 1933 por la que se frenaba la sustentación estatal del clero y el cuto y se prohibía a las órdenes religiosas la enseñanza a partir de diciembre de 1933.., la expulsión de la Compañía de Jesús (considerado “un estado dentro del estado”), o que por ejemplo, los ayuntamientos empezasen a cobrar por procesiones, toques de campana, etc.

Ortega y Gasset decía que la cuestión religiosa era una cuestión de tacto histórico, era esencial no herir a la Iglesia (“con la iglesia hemos topado..”).

Las clases medias de sentimientos católicos, incómodas con el matiz socialista del gobierno, le retiraron poco a poco su apoyo.

La reforma laboral.

La legislación laboral fue obra de Largo Caballero como Ministro de Trabajo, añadiendo:

  • la Ley de Contratos de Trabajo, regulados por convenios colectivo, por escrito y con una duración mínima de dos años.

  • la Ley de Jurados Mixtos con la finalidad de solucionar los conflictos laborales entre patronos y obreros.
  • La Ley de Asociaciones Obreras, que regulaba los diferentes sindicatos. Largo Caballero fortalecerá la UGT y su organización campesina, la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (FETT).

Todas estas leyes, sobre todo la de jurados mixtos, tuvo una fuerte oposición de las organizaciones patronales.

A su vez, Indalecio Prieto, como Ministro de Fomento, inició un programa de obras públicas para amortiguar el paro, como por ejemplo construyendo el metro de Madrid.

El objetivo último era el establecimiento y la canalización del socialismo y recogía la idea de crear una Seguridad Social de corte moderno.

La reforma educativa y política cultural

La idea era desarrollar una educación gratuita, laica y universal, y hubo un enorme intento por mejorar el sistema educativo, pero chocó con la oposición de la iglesia y la falta de medios económicos. El presupuesto subió de un 5 a un 7%. Se calcularon, con la previsión del cierre de los colegios religiosos, la creación de unas 27.000 escuelas y solo se pudieron unas 13.000, aumentando el número de maestros de 36 a 51.000 y duplicando los institutos de bachillerato.

La política educativa también se extendió a la cultura popular, multiplicándose las bibliotecas y creándose las denominadas “Misiones Pedagógicas” (llevaban a cabo, cine, exposiciones de arte, certámenes literarios, etc) en las zonas rurales donde participaban importantes intelectuales como M.B. Cossío, Antonio Machado, Pedro Salinas, Miguel Hernández, o “la Barraca” de F. García Lorca.

Pues yo digo que, en el orden de las ciencias morales y políticas, la obligación de las órdenes religiosas católicas, en virtud de su dogma, es enseñar todo lo que es contrario a los principios en los que se funda el Estado moderno.

AZAÑA, M.: Discurso en el Congreso, 13 de octubre de 1931.

La reforma autonómica

Otra de las líneas de actuación del gobierno, que arrastraba desde la época de la Restauración, era el tema de los regionalismos con el objetivo de crear una organización territorial que permitiese satisfacer a esos nacionalismos ya consolidados.

Tras Cataluña, llegará la más difícil y compleja elaboración del estatuto en el País Vasco, que curiosamente, fue la primera en iniciar el proceso con el Estatuto de Estella.

Elaborada por la Sociedad de Estudios Vascos y presentada por una asamblea de alcaldes vascos y navarros el 14 de junio de 1931, se complicó por la mala relación de los republicano-socialistas con la derecha vasca, representada por el PNV y los carlistas.

Su proyecto llevaba a que la región autónoma tuviese una relación especial y directa con la Santa Sede, a la que Indalecio Prieto rechazó denominándola “la Gibraltar Vaticanista”.

Posteriormente elaboraron otro proyecto conocido como Estatuto de las Gestoras, que fue rechazado por Navarra y parado hasta la época del frente Popular, constituyendo la base del estatuto de autonomía vasco.

En Galicia, ante la tibieza de los socialistas y la ORGA, el Partido Galleguista de A.R. Castelao elaboró un proyecto de estatuto en diciembre de 1932, paralizado por el bienio radical-cedista primero, y la güera civil después.

Igual pasó en enero de 1933 en Andalucía, con la Asamblea General de Córdoba en la que Blas Infante, elaboró un anteproyecto de estatuto andaluz.

Valencia, Aragón y Baleares no pasaron de la fase preparatoria.

La reforma agraria

Hay que reconocer el gran mérito que supuso la reforma agraria al intentar solucionar el gran problema español (atraso técnico, baja productividad, latifundios en Andalucía, Castilla y Extremadura, en “manos muertas”, etc) y que había fracasado con Campomanes, Floridablanca o Jovellanos. Era el proyecto de más envergadura ya que afectaba a casi el 50% de la población activa del país y además, la crisis económica internacional (1929) no hizo más que intensificar el paro, y con ello, la conflictividad social.

Las izquierdas republicanas buscaban formar una clase media agraria, de pequeños propietarios adicta al nuevo régimen, el PSOE buscaba la socialización de las tierras, los anarcosindicalistas la colectivización. Esta disparidad explica las vacilaciones del Gobierno que se plasman en los cuatro proyectos previos a la Ley de Bases de la Reforma Agraria que se aprueba en septiembre de 1932, obra de Azaña. Se crea el Instituto de Reforma Agraria (IRA), donde se hizo un inventario de las tierras y beneficiarios. Se trataba de incautar las tierras a grandes terratenientes con indemnización, excepto a la “Grandeza”, por su apoyo a Sanjurjo, y el reparto entre los campesinos pobres. El fracaso de la Reforma fue rotundo por su complejidad técnica, el escaso interés de los republicanos de izquierda, la incompetencia del ministro Marcelino Domingo y, en mayor parte, porque requería una enorme inversión de capital (tan solo había 50 millones de pesetas) y al no aprobar el proyecto del Banco Agrícola faltó dinero. Se consiguió expropiar unas 120.000 hectáreas y asentar en ellas unos 12.000 campesinos, de los 65 o 70.000 proyectados. Sin embargo, lo que más hirió a los terratenientes (Asociación Nacional de Propietarios de Fincas Rústicas) fueron las medidas tomadas por Largo Caballero, medidas que buscaban proteger al trabajador, pero que conllevó un descenso de la producción. Pese a ello, tanto UGT como CNT consideraron insuficiente la reforma agraria y protagonizaron severos enfrentamientos en el campo. La CEDA y el Partido Radical de Lerroux aprobarán una ley de Contrarreforma por lo que podemos decir que la Reforma Agraria no existió en España.

La oposición al gobierno.

Por un lado, la derecha con Tyre (Comunidad Tradicionalista y Renovación Española, creada en 1933) dirigidos por Calvo Sotelo, y que eran católicos y carlistas unidos. En agosto de 1932 estalla “la Sanjurjada”, revuelta del General José Sanjurjo (destituido como director de la Guardia Civil) mediante un pronunciamiento militar con el apoyo de los monárquicos y de la Grandeza. En febrero de 1933 aparecerá la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de José María Gil Robles, que movilizará las masas católicas del país por una vía pacífica en defensa de la religión, la familia, el orden y la propiedad, pero que se mostrará ambiguo sobre la república como sistema de gobierno.

El partido Republicano Radical de Lerroux, considerado de “centro”, también seguirá una fuerte postura de acoso y derribo del gobierno de Azaña, al igual que tendrá el malestar del presidente católico y conservador, N. Alcalá Zamora, especialmente por el tema religioso.

Y por el otro, la izquierda, se verá un partido republicano muy fraccionado y dispar, que recibe la postura revolucionaria de una rama del PSOE liderada por Largo Caballero.

El campesinado de la FAI creyó que había llegado el momento de la revolución ante las demandas de colectivización insatisfechas por la reforma agraria. Los conflictos se dieron en episodios sangrientos como Castiblanco (Badajoz), Arnedo (Logroño) o el Alto Llobregat, dirigido por la CNT. En Andalucía, la represión por parte de las fuerzas gubernamentales fue muy dura. En 1933 tuvo lugar “los sucesos de Casas Viejas” en Benalup (Cádiz), las tropas cansadas de la guardia civil y la Guardia de Asalto dirigidas por un oficial indeseable, el capitán Rojas, que siguiendo las órdenes del Director general de seguridad de Madrid, Arturo Menéndez, se tomó la justicia por la mano abrieron fuego sin piedad e incendiando la choza hasta que acabó con “Seisdedos” (líder ocasional de la revuelta), tras este hecho los anarquistas solicitaron la abstención en las elecciones de 1933 realizando una campaña contra Azaña.





EL BIENIO CEDISTA (19 de noviembre 1933-16 de febrero de 1936), radical-cedista, conservador o contrareformista, de “derechas” o “negro”.

Antes de las elecciones convocadas para el 19 de noviembre de 1933, el panorama político había variado susceptiblemente de las pasadas elecciones. En primer lugar, fueron presentadas amplias alianzas electorales; en segundo lugar, se habían modificado artículos importantes de la ley que permitían una rentabilización mayor de sus votos; y en tercer lugar existía la incógnita de los seis millones de votos de mujeres (más de la mitad del censo) que votaban por primera vez.

Los partidos republicanos se presentaron divididos y muy enfrentados en su disputa por un mismo electorado de centro. En contraste con los anteriores, los radicales afianzaron su imagen de centro republicano y consiguieron el poder coligándose en algunas circunscripciones con fuerzas de izquierda o de derecha según las posibilidades.

En el Partido Socialista aparecieron graves enfrentamientos entre sus líderes, con opiniones opuestas ante la posibilidad de coaligarse con otros grupos republicanos, de Indalecio Prieto, o tratar de obtener el poder en solitario con una “revolución social”, de Largo Caballero.

Pero sin duda fue la derecha la que más esfuerzos movilizó para alcanzar una amplia coalición electoral que permitiera poner término a la actuación de una república reformista que, según su opinión, iba en contra de los intereses de las más sólidas instituciones nacionales y de la mayor parte de la sociedad española. El 12 de octubre se alcanzó la “Unión de Derechas y Agrarios”, en el que se reunían las candidaturas de la CEDA, los alfonsinos o monárquicos antirrepublicanos, Renovación española, los tradicionalistas y los independientes agrarios y católicos. El peso de la CEDA se manifestó (carteles, prensa, radio..) en la elaboración de listas, lo que permitió una máxima rentabilidad parlamentaria de los comicios.

LA GESTIÓN DE LOS GOBIERNOS RADICALES

Las dos principales fuerzas políticas eran la Confederación Española de Derechas Autónomas, liderada por Gil Robles, y el Partido Radical de Lerroux. Dada su mayoría parlamentaria, del entendimiento de ambas fuerzas dependía que la república conservadora se asentara.

A pesar de sus profundas diferencias ideológicas, la actitud paulatinamente más conservadora de Lerroux hizo que alcanzara rápidamente un apoyo parlamentario cuando fue propuesto por Alcalá Zamora como Presidente del Gobierno.

Los gobiernos radicales contaron desde el comienzo con importantes oposiciones, incluidos los sectores del Partido Radical que se oponían a solicitar el apoyo de la CEDA (acabaron formando grupo aparte, la Unión Republicana, en torno a Martínez Barrio) y de aquellos cedistas integristas que no aceptaban sostener un gobierno de republicanos históricos. La oposición más radical la llevaron a cabo no sólo los partidos de izquierda (en especial una parte del PSOE liderada por Largo Caballero, quien solicitaba la toma inmediata del poder por la clase trabajadora), sino también grupos de centro y derecha catalanes y vascos, que veían peligrar la continuidad o consecución de sus estatutos de autonomía.

Esta oposición, las diferencias ideológicas y las distintas estrategias políticas hicieron que la característica principal del segundo bienio republicano fuera la inestabilidad. En apenas dos años hubo ocho crisis ministeriales; Lerroux presidió seis veces el Consejo de Ministros, siendo ocasionalmente sustituido por los también radicales Samper, Chapaprieta y finalmente por Portela Valladares.

Alejandro Lerroux (1864-1947) militó desde joven en partidos republicanos. Se ganó el afecto de los obreros con sus escritos anticlericales y populistas. En 1908 fundó el Partido Republicano Radical. Evolucionó hacia la derecha y fue ministro y jefe de gobierno entre 1933 y 1935.

Ante esta inestabilidad los distintos gobiernos formados en el segundo bienio no pudieron aplicar un programa coherente de gobierno, su gestión se redujo a paralizar las reformas políticas (autonomías, religión, educación, etc) y medidas tomadas en el bienio anterior (ley de amnistía, y retorno de Sanjurjo), razón por la que este período es también conocido como bienio contrarreformista.

En su programa, La CEDA tenía como grandes medidas que debía desarrollar la reforma de la Constitución (contrario al criterio del gobierno radical) y de la Ley de Reforma Agraria (anulación de la ley de términos municipales).

El gobierno radical también pretendió atraer a amplios sectores conservadores tratando de reconciliar el régimen con la Iglesia; se pretendió alcanzar un nuevo concordato y se volvió a dotar económicamente al clero rural.

Los mayores problemas que tuvieron que soportar entre la primavera y el verano de 1934 fueron la huelga general de campesinos, promovida por la FETT, y el conflicto de los rabassaires (por la Ley de contratos de cultivo de marzo de 1934, los arrendatarios podían comprar las tierras que habían trabajado durante 18 años, pero los grandes propietarios, con el apoyo de la Lliga y la CEDA, lo levan al TGC y se declara inconstitucional) en cataluña.

A ello hemos de unir, que tras la paralización del estatuto de autonomía vasco, el PNV se acercará al PSOE.

La labor gubernamental estuvo muy mediatizada por la presión que en las Cortes realizaban los diputados cedistas sobre el Gobierno, necesitado del apoyo de sus votos para sacar adelante su gestión. Esta presión tenía como objetivo principal la debilitación del centro republicano, con la esperanza de que tarde o temprano la llamada de la derecha al gobierno se viera como una necesidad. Un hecho a destacar será la fundación en octubre de 1933 de un nuevo partido de derecha, Falange Española, por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. Se decía revolucionaria pero al mismo tiempo tenía conexiones con el Gran Capital que la financiaba como brazo armado violento, asemejándose al fascismo italiano.

Para el resto de los partidos esta situación era extremadamente preocupante y los temores se acrecentaban con el ejemplo fascista internacional (en esos mismos momentos en Alemania y Austria se alzaron con el poder por vía democrática Hitler y Dollfus, cuyos gobiernos de fuerza y previa destrucción de toda oposición acabaron instaurando regímenes totalitarios. Lejos de alejar equívocos, los dirigentes cedistas no tenían inconveniente en imitar ostentosamente comportamientos y escenografías propias de estos regímenes (uniformes, concentraciones masivas, Gil Robles saludado al grito de “Jefe”), al tiempo que presionaban para alcanzar crecientes cuotas de poder).

El 4 de octubre de 1934, una nueva crisis gubernamental hizo retornar a la Presidencia de Gobierno a Lerroux y en su gabinete, además de siete ministros radicales, un liberal, un agrario y un independiente, se integraron por primera vez tres miembros de la CEDA en los ministerios clave de Justicia, Trabajo y Agricultura. Al día siguiente de la constitución del nuevo gabinete, todos los partidos de la oposición, incluidos los del resto de la derecha republicana, declararon su incompatibilidad con el Gobierno hasta que la CEDA no hiciera pública declaración de fe republicana y acatamiento a la Constitución. Sin embargo, antes de que cualquier posibilidad pudiera tomar cuerpo estallaron los acontecimientos más graves del período republicano, la revolución de octubre.

LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE de 1934

La polarización de la política española durante el período republicano hizo que cada vez más pudiera dibujarse una línea de separación entre derecha e izquierda (“Alianza Obrera” de PSOE y UGT, a la que no se suma la CNT; pulso de la Generalitat con el gobierno central).

La tensión entre ambos polos estalló con el nombramiento de los 4 ministros de la CEDA, visto como una “traición a la República” aunque venía preparándose con anterioridad. La protesta de los grupos políticos del resto del arco parlamentario se vio completada con la declaración precipitada de una huelga general para el 5 de octubre. Esta huelga resultó un fracaso en la mayor parte de España, dado que la CNT no quiso participar en ella, los socialistas no emplearon toda su capacidad movilizadora en zonas como Madrid y el País Vasco, donde disponían de gran poder político y sindical y sectores del ejército y la policía se mantuvieron fieles al gobierno. Sin embargo, en dos lugares el desarrollo de la huelga propuesta por el “Comité Revolucionario” de Largo Caballero degeneró en acontecimientos de una enorme gravedad.

En Barcelona, se vio como una amenaza a la autonomía y el Presidente de la Generalitat, Lluís Companys, fue desbordado por el nacionalismo radical y proclamó nuevamente el 6 de octubre, el Estat Catalá dentro de una República Federal Española. Sus intentos de apoyarse en la extrema izquierda, la milicia autóctona y la oficialidad del ejército fueron inútiles y su insurgencia fue rápidamente sofocada, aunque los combates tuvieron como resultado un breve bombardeo del general Batet de la Generalitat y el Ayuntamiento y medio centenar de muertos. En represalia por este pronunciamiento el estatuto de autonomía catalán fue suspendido, Companys enjuiciado y condenado a muerte, aunque fue indultado.

En Asturias, bien organizada y con un apoyo masivo (UGT, CNT, PCE), la huelga triunfó y alcanzó categoría de revolución social. La crisis minera que se venía arrastrando desde los años anteriores favoreció la unión de todos los sindicatos y su movilización bajo la consigna UHP (Unión de Hermanos Proletarios). El orden revolucionario fue impuesto en las cuencas mineras, Gijón y Avilés, sometiendo a Oviedo a un cerco en toda regla.

Para reprimir el levantamiento revolucionario se hizo precisa la declaración del estado de guerra y la intervención de la legión y el ejército colonial, dirigiendo la campaña el general Francisco Franco, apodado como “el Carnicero de Asturias”.

En algunos lugares el enfrentamiento tuvo tintes de auténtica guerra civil; se produjeron más de mil muertos, tres mil heridos y unos treinta mil detenidos, además de unos enormes destrozos materiales. La ejecución de treinta y cuatro sacerdotes, varios guardias civiles y paisanos de notoriedad conservadora alarmó a la opinión pública derechista que exigió medidas represivas a la altura de los acontecimientos. El ejército, y en especial la Guardia Civil, desató una represión durísima con ejecuciones sumarias y torturas. Aunque hubo decenas de condenas a muerte sólo se ejecutaron dos, contra la opinión de la CEDA que quería una represión mucho mayor sobre los dirigentes revolucionarios.

Como consecuencia de la revolución de octubre, la izquierda salió debilitada y el efecto final fue la percepción de sus líderes de la necesidad de unirse para derrotar al bloque radical-cedista, lo que acabó dando origen a la coalición del Frente Popular. Azaña, que no había participado en los hechos, fue acusado de rebelión y encarcelado.

En el bloque gobernante la represión de la revolución dividió profundamente a las fuerzas de centro y derecha, aumentando en ésta la influencia de la extrema derecha; los temores a una revolución generalizada en buena parte de la sociedad conservadora fueron utilizados por los sectores más radicales de la derecha para fortalecer lo que hasta ese momento habían sido simples grupúsculos muy minoritarios y alcanzar formaciones políticas susceptibles de movilizar masas por Falange Española con la notoriedad del liderazgo de José Antonio Primo de Rivera, que sirvió para incentivar la tendencia filofascista de la derecha.

CRISIS FINAL Y BALANCE DEL SEGUNDO BIENIO

En mayo de 1935 se produjo una nueva crisis gubernamental promovida por la CEDA que hizo que en la reestructuración ministerial se integraran cinco miembros de este partido. Entre ellos el mismo Gil Robles, que obtuvo la cartera del ministerio de Guerra, desde donde realizó una contrarreforma militar y, más relevante, situó en puestos claves a oficiales militares de claras antipatías con el régimen: Fanjul fue su Subsecretario, Franco el director del Estado Mayor Central, Mola jefe del ejército en Marruecos y Goded director general de Aeronáutica.

Sin embargo, lo más importante de este período fue la presión de la CEDA para alcanzar una reforma constitucional en sentido conservador. Ante el desacuerdo con los radicales sobre el alcance y la oportunidad de llevarlo a cabo, la Confederación de Derechas propició una cadena de crisis institucionales que buscaban la definitiva llamada de Gil Robles a la Presidencia de Gobierno. Será ahora cuando se producirá el desmantelamiento total del bienio reformista.

Alcalá-Zamora temía las consecuencias de tal medida y pretendió mantener la coalición de gobierno radical-cedista, pero una serie de escándalos producidos por la corrupción del estraperlo (los empresarios Strauss y Perel sobornan a funcionarios del estado, entre ellos al hijo de Lerroux, para implantar un juego de ruleta trucado en varios casinos españoles) o el “asunto Nombela”, (Antonio Nombela, funcionario de colonias, denuncia la malversación de fondos a la Compañía de África Occidental, del Subsecretario de la Presidencia del Gobierno, Moreno Calvo), fue debilitando la posición de los radicales.

El gobierno Chapaprieta fue arrastrado por estos acontecimientos al descubrirse la corrupción administrativa, y Lerroux estaba desprestigiado para retomar el gobierno.

El Presidente de la República conformará un nuevo centro político en torno a Portela Valladares, pero la operación resultó fallida por las pocas simpatías encontradas entre aquellos que debían integrar ese nuevo grupo político de centro. Antes de llamar al gobierno a Gil Robles se decide disolver las Cortes y convocar nueva consulta electoral para el 16 de febrero de 1936.

La oposición. Estuvo dirigida porla izquierda el PSOE, partido dividido dividido entre los partidarios de Besteiro como sólido marxista, los de Largo Caballero que pasa de la colaboración a la revolución social y los de Indalencio Prieto, siempre revolucionario por vía política, que buscaban unir a toda la izquierda. Por la derecha se crearon las JONS (Juntas de Ofensiva nacional Sindicalista) por Onésimo Redondo y el Semanario político “la Conquista del Estado” de Ramiro Ledesma Ramos .



EL FRENTE POPULAR (16 de febrero 1936 – 17 de julio de 1936)

El 19 de febrero se constituyó el nuevo Gobierno, presidido por Azaña y con miembros de su partido y de Unión Republicana; la marginación de los socialistas fue pactada, a la vez que la separación de cenetistas (anarcosindicalistas), pues no se quería dar la impresión de un cambio demasiado brusco.

Escenario político de España:



Organizaciones políticas y sindicales de Izquierdas
Derechas
Partidos Republicanos
Izquierda Republicana (Azaña)
Derecha Liberal (Alcalá Zamora, Miguel Maura)
Radical Socialista (Marcelino Domingo)
CEDA (Gil Robles)
Unión Republicana (Martínez Barrio)
Partido Radical (Lerroux)
Partidos Nacionalistas
Esquerra Republicana de Catalunya (Macià, Lluis Companys)
Lliga Regionalista Catalana (F. Cambó)

Organización Republicana Galega Autónoma (Casares Quiroga)
Partido Nacionalista Vasco (J. A. Aguirre)


Partidos monárquicos,
Renovación Española (Calvo Sotelo)

Confederación Española de Derechas Autónomas (J.M Gil Robles)
de extrema derecha y
Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (0nésimo Redondo)
Falange Española (J.A. Primo de Rivera, Manuel Hedilla)
Juventudes de Acción Popular (JAP)
contrarios a la República
Partido Tradicionalista (Fal Conde), Carlistas (Ramón Nocedal)
PSOE (Prieto, Besteiro, Fernando de los Ríos)

Partidos obreros
Partido Comunista (Díaz, Dolores Ibárruri “la Pasionaria”)


POUM (Andreu Nin)
Partido Sindicalista (Ángel Pestaña)

Sindicatos
ACNP (A. Herrera Oria)

UGT (Largo Caballero) CNT (Durruti, Montseny)



En las elecciones apareció una apretada victoria de la izquierda, unida de nuevo, frente a la alianza antagónica denominada “Bloque Nacional” (46,6%), liderado por Calvo Sotelo.

La labor de este nuevo gobierno azañista se atuvo al programa conjunto del Frente Popular (48%). (el centro quedó con 5,4%).

El asunto legislativo más delicado fue el cuestionamiento en las Cortes de la figura del presidente de la República Alcalá-Zamora. Por iniciativa socialista y en la única votación en que derechas e izquierdas alcanzaron un acuerdo en este período, el Presidente fue recusado y, en consecuencia, debió resignar sus poderes. El 10 de mayo las propias Cortes nombraron a Azaña como Presidente de la República.

Resultó ser un grave error, pues como pronto se evidenció no existía una personalidad comparable a la de Azaña para aglutinar todas las fuerzas del Frente Popular. Éste encargó la formación de gobierno al líder socialista más moderado, Indalecio Prieto, pero al no contar con la conformidad de otros dirigentes de su partido, debió renunciar al encargo.

El Presidente del Gobierno fue finalmente Casares Quiroga, del partido de Azaña y antiguo Ministro de Gobernación, que formó un gabinete continuista con respecto al anterior azañista.

Pero lo más importante de este período fue el desarrollo de una doble dinámica política. Si el gobierno y las Cortes, a pesar de las dificultades del momento, mantenían la legalidad constitucional y desarrollaban el programa reformista (amnistía a los presos políticos de la revolución de octubre (30.000, entre ellos Lluis Companys), restablece el poder de la Generalitat y retoma los estatutos de autonomía (J.A. Aguirre como 1º Lehendakari), reanuda el programa reformista en los ámbitos agrario, religioso, social y militar) que les había llevado a sus cargos, en las calles proliferó una actuación radical que llevó a graves altercados de orden público.

Anarquistas, radicales socialistas y miembros de la extrema derecha, usualmente por iniciativa propia y no siguiendo la dirección de sus partidos, generaron una dinámica de violencia y tensión social que ocasionó frecuentes enfrentamientos y atentados (“Pistolerismo callejero” entre comunistas y fascistas) con el resultado de unos trescientos muertos y mil trescientos heridos de febrero a julio de ese año. A ello hay que sumar la ocupación ilegal de tierras y los atentados a instituciones religiosas, lo que contribuyó decididamente a inclinar a la derecha moderada hacia soluciones anticonstitucionales.

Los grandes beneficiados de esta pérdida del control público fueron los grupos extremistas, fuerzas con escasa o nula representación parlamentaria, pero con una gran capacidad de movilización de grupos de agitadores o, sencillamente, de terroristas.

El gobierno se veía incapacitado para frenar esa espiral de violencia y de huelgas multitudinarias y esperaba que, tanto el reforzamiento de la disciplina desde la dirección de los partidos, como el aumento de las fuerzas de orden público, acabaran con el clima de inestabilidad.

El gobierno intento desarticular una posible trama golpista del ejército al trasladar a los altos mandos del ejército fuera de Madrid. Por ejemplo, a Franco lo destituyó como jefe del Estado Mayor y lo desplazó a Canarias, a Goded lo destinó a Baleares, y a Mola a Navarra

Pero las medidas reformistas tardaron en producirse, sobre todo la agraria, y la agitación callejera alcanzó su cenit el 12 de julio, cuando pistoleros falangistas asesinaron al teniente de la Guardia de Asalto José Castillo, de conocida filiación socialista. En respuesta, al día siguiente, 13 de julio, compañeros de ese cuerpo asesinaron al principal dirigente de la extrema derecha, José Calvo Sotelo.

La conspiración militar que se venía preparando desde hacía meses encontró la excusa necesaria para alzarse contra la República.

Los asesinatos de Calvo Sotelo y del Teniente Castillo precipitaron la situación y el 17 de julio de 1936 en Melilla se inicia la sublevación militar. Fueron los jefes militares, liderados por Sanjurjo, los protagonistas del alzamiento aunque no contaban con una base social que les apoyase salvo la oligarquía monárquica y católica, Falange Española y los requetés (antiguos carlistas).

Los jefes militares que se adscribieron a la Instrucción redactada por Mola, “el Director” (era una sublevación contra el Frente Popular pero no contra la República) y liderada por Sanjurjo desde el exilio en Portugal, eran el prestigioso Franco, algunos monárquicos como Orgaz, Fanjul y otros oportunistas como Queipo de Llano y Cabanellas.

La verdadera causa de la Guerra Civil es que una España se sintió amenazada por la otra, y por falta de templanza se alzó contra ella.



LA GUERRA CIVIL (17 de julio de 1936- 1 de abril de 1939)

CAUSAS

La explicación de las razones que provocaron la Guerra Civil es forzosamente compleja. En el estallido de la guerra, podemos distinguir dos tipos de causas: las remotas, anteriores a la década de 1930 y las próximas, que surgieron durante el período republicano.

Entre las causas remotas de la Guerra Civil se incluyen:

  • la manera de llevar a cabo la revolución liberal en España durante el s.XIX, que adoptó la forma del pronunciamiento (sobre todo los progresistas) y el conflicto armado durante las tres guerras carlistas;
  • la actitud y la mentalidad de liderazgo del Ejército que se manifestaron a través de la práctica golpista o, en ocasiones represiva, que se produjo durante más de cien años;
  • la escasa modernización del país, en relación con otras naciones del occidente europeo, tanto en materia ideológica como económica, que dificultó lo que podría considerarse un avance global de la sociedad y por último,
  • la influencia de las ideologías dominantes en el contexto europeo, el comunismo y el fascismo.

Entre las causas próximas hay que destacar la crisis económica de 1929 y su repercusión social internacional, que coincidió con el período republicano en España todas las sociedades europeas que, al igual que el resto, se vieron obligadas a adoptar decisiones radicales para resolver los conflictos sociales. Las alternativas políticas posibles durante esta década eran tres:

  1. El reformismo democrático, que defendía el sufragio universal, Francia y Reino Unido eran los modelos de esta alternativa;
  2. La reacción fascista, caracterizada por el nacionalismo agresivo, el culto al caudillo y el partido único, los modelos eran Alemania e Italia;
  3. La revolución de octubre de 1917, según el modelo comunista de la URSS.

En España, la República se enfrentaba a la necesidad de canalizar los cambios sociales por la vía del reformismo, pero fue incapaz de resolver los problemas: la reforma agraria, la educación para todos, el Estado laico, la mejora de las condiciones de la clase obrera y también de la mujer, las autonomías políticas, etc.

La derecha tendió a imitar el modelo de los fascistas italianos y a minar las reformas modernizadoras de los gobiernos republicanos.

La izquierda radical (los anarcosindicalistas y el sector del PSOE liderado por Largo Caballero) se opuso también a los gobiernos, que calificaban peyorativamente de burgueses.

Cuando no es posible conseguir soluciones políticas en una situación social tensa, tarde o temprano los conflictos entran en una fase de resolución violenta. La voluntad de los generales que la propiciaron -sobre todo Mola y Franco-, que después la continuaron sin atender a otras posibilidades de pacto, fue el detonante del desastre que se derivó. Podemos resumir en pocas palabras, que la causa esencial de la Guerra Civil, fue que una España se sintió amenazada por la otra, y por falta de templanza, se alzó contra ella.

LA DIVISIÓN DE LAS FAMILIAS EN EL CONFLICTO

[…] Cuando las familias quedaron escindidas de este modo, la guerra fratricida se libró en sentido literal. Antonio Machado y su hermano Manuel Machado, que se unió al equipo de intelectuales dirigidos por Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco, utilizados a lo largo de la Guerra Civil para hacer propaganda a favor de la causa de los insurgentes. Algunos de sus poemas estuvieron dedicados a los dirigentes de la sublevación contra la República. […]”

SEBASTIAN BALFOUR en la Historia de España de Raymond Carr (editor)



LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL

La guerra fue, básicamente, una lucha civil entre españoles con puntos de vista antagónicos sobre el futuro de su país, “las dos Españas”. El conflicto bélico habría sido muy corto de no haberse internacionalizado desde sus primeros momentos.

Las primeras conversaciones destinadas a garantizar y crear el Comité de NO-intervención de las principales potencias se celebraron en Londres en julio de 1936 por mediación de la ineficaz Sociedad de Naciones (SDN). Allí se reunieron Blum y Chamberlain, y se plantearon el peligro que podría suponer, para la precaria paz europea, la posible cooperación francesa a favor de la República Española.

El acuerdo de no-intervención se firmó los días 4 y 5 de agosto de 1936, cuando la participación de alemanes e italianos era ya evidente, cada gobierno se comprometió a prohibir el envío a España de cualquier tipo de suministro bélico. EEUU se adhirió a la propuesta francesa, aunque la TEXACO o Shell concedieron un crédito al régimen de Franco que en los años 40, que les sería devuelto mediante una participación en REPESA.



AYUDAS AL BANDO NACIONALISTA

Alemania. Alemania proporcionó suministros bélicos a lo largo de todo el conflicto al bando nacionalista, en octubre de 1936 se creó la Legión Cóndor, núcleo de la fuerza aérea (aviones JUNKER) franquista y que bombardeó Guernica el 26 de abril de 1937. La ayuda se calculó en cerca de doscientos millones de dólares que fueron devueltos por el Gobierno español al III Reich a lo largo de la Segunda Guerra Mundial mediante el envío de materias primas (donde destaco el Wolframio) y alimentos.



Italia. La ayuda italiana fue más amplia pero de menor calidad, destacaron los aviones "CAPRONIS" y "SAVOIAS" de su Aviazione legionaria y el Corpo di Truppe Volontarie (CTV) que desplegó ciento veinte mil soldados en España. La ayuda se calculó muy elevada por parte del gobierno italiano y terminó de pagarse en 1960.



El protectorado de Marruecos. Consistió en el TÁBOR, tropas mercenarias del protectorado marroquí de gran violencia que actuaron en las acciones bélicas iniciales dentro del ejército franquista. También formaron la “Guardia Mora” que protegía al caudillo en todo momento.

Portugal. El territorio portugués sirvió, durante las primeras semanas de lucha, de camino de paso (en este tránsito muere Sanjurjo, líder de la sublevación, en un extraño accidente de aviación) para envíos de material de guerra desde el sur a la zona norte que padecía escasez de municiones. Portugal se convirtió también en la vía natural para la entrada de los suministros alemanes e italianos a los ejércitos franquistas, además, el “Estado Novo” de Salazar proporcionó tropas voluntarias, los denominados “VIRIATOS”.

Algo más testimonial sería la ayuda de los católicos irlandeses de la “Legión de San Patricio y, por último, la ayuda diplomática del Vaticano, que junto a la iglesia española (Carta colectiva del Cardenal Gomá) la llamó “Cruzada Nacional” contra el comunismo y calificaba a Franco como “salvador de la patria”.





AYUDAS AL BANDO REPUBLICANO

Las ayudas recibidas por la República fueron algo menores, limitándose a:

URSS. Stalin facilitó ayuda no devuelta por valor de 120 millones de dólares, pero lo más importante fueron los suministros bélicos (aviones, armas, técnicos, etc) y alimentos por la cifra de 578 millones de dólares en oro que el Banco de España depositó por parte de Largo Caballero en octubre de 1936 en el GOSBANK soviético para garantizar su seguridad, con cargo a esta cifra se hicieron toda clase de compras en la URSS y en otros países no beligerantes.



México. El gobierno de Cárdenas vio con su posicionamiento y ayuda testimonial (algunas armas y pertrechos) al bando legítimo republicano, la oportunidad de hacer frente a su oposición interna de carácter conservador, y así no sufrir el intervencionismo estadounidense con su política del “Buen Vecino”.



Las Brigadas Internacionales estaban formados por voluntarios de todas partes del mundo (reclutados por el Komintern de cada país, veteranos de la 1ª guerra mundial, socialistas, republicanos, etc) con el ánimo de luchar en favor de la legalidad democrática, la justicia y la solidaridad. Comenzaron a funcionar en el Frente de Madrid en noviembre de 1936 y se retiraron el 23 de septiembre de 1938.

A lo largo del conflicto hubo unos 40.000 voluntarios, estaban formadas por franceses en el “Batallón Commune de París”, ingleses, la “Brigada Lincoln” estadounidenses, alemanes, austriacos e italianos antifascistas como “la Brigada Garibaldi” y un pequeño contingente de canadienses y de europeos del este, su Cuartel General estaba en Albacete, Tras una breve instrucción, se dirigían al Frente integrados en el Ejército Republicano.

Su líder será el comunista de la Komintern francés André Marty, mano derecha de Stalin, siendo algunos brigadistas famosos Willy Brandt (que sería luego canciller socialdemócrata de RFA de 1969-74) o mujeres como Mika Feldman).













EVOLUCIÓN DE LAS OPERACIONES MILITARES

El 17 de julio de 1936 se inició la sublevación militar en Melilla (el Protectorado Español de Marruecos), y en días sucesivos la rebelión se extendió a varias guarniciones de la Península.

El pronunciamiento como tal había fracasado y degenerado en una Guerra Civil que había dividido España. Una fractura que se apreciaba ya en el país durante las elecciones de febrero de 1936.

La guerra tendrá cuatro grandes momentos:

1º. El avance de los rebeldes hacia Madrid (julio-noviembre de 1936).

En agosto, 14.000 hombres del Ejército de Marruecos, lo mejor del ejército español, cruzaban el estrecho de Gibraltar, con la colaboración de la Aviazione legionaria italiana y del acorazado alemán “Deutschland”, sin que interviniese en contra la armada republicana. Franco, trasladado desde Canarias a Tetúan por el “Dragon Rapide”, se puso al mando de las tropas y estableció contacto con Queipo de Llano en Sevilla.

La idea era unir el ejército con las tropas del norte del general Mola, ayudado por los tercios requetés.

Una vez controlada Andalucía (prácticamente sin oposición en Huelva), rápidamente se inició la marcha hacia Madrid a través de Extremadura, en la que sólo resistió Badajoz al general Yagüe, que la reprimió con una extrema crueldad. Con su toma de Talavera, el peligroso avance sobre, junto a otro general, Fanjul, era total.

El 30 de septiembre los nacionalistas liderados por Franco conquistaban Toledo, antigua capital visigoda de un gran simbolismo, y donde el Alcázar acabó resistiendo el asedio de 70 días por parte del general Moscardó, hasta la caída de los republicanos. Éstos tomaron Ibiza desde Menorca y desembarcaron en Porto Pi, aunque sin éxito. En la península, Mola controlaba Navarra y la zona rural del norte, todavía sin el dominio de las grandes ciudades, y Cabanellas dominaba Zaragoza y la mayor parte de Aragón.

LA BATALLA DE MADRID (noviembre de 1936-marzo de 1937)

Después de la conquista de Getafe del 5 de noviembre, los nacionalistas llegaban a los arrabales de Madrid, el día 6 el gobierno republicano abandonaba la capital y se traslada a Valencia. En su lugar se instaló una “Junta de Defensa”, presidida por el General Miaja, iniciando la denominada guerra de columnas en una fase plenamente miliciana.

El pueblo madrileño con la consigna de “No pasarán. Madrid será la tumba del fascismo”, se lanzó a la defensa de su ciudad de forma sorprendente, con la aportación del general Pozas y que, con el contraataque de las Brigadas Internacionales y la ayuda de la aviación y de los tanques soviéticos pararon la ofensiva franquista en Seseña. La resistencia se cobraría la vida del anarcosindicalista Durruti, líder de la “Columna Libertad” que se convertirá en un mito republicano durante toda la contienda.

Por tanto, en diciembre, el ataque frontal a Madrid de los nacionales fracasaba.



2º. Las batallas alrededor de Madrid y la ocupación del Norte (diciembre de 1936-octubre de 1937).

Franco intentó hacerse con la ciudad en tres ocasiones más. La batalla de la Carretera de la Coruña contó con importantes enfrentamientos en Casa de Campo y Ciudad Universitaria.

Aunque Málaga fue conquistada por Queipo con la ayuda de los italianos, en la batalla del Jarama de febrero (6-28) de 1937 se produciría el segundo intento fallido por hacerse con Madrid. La violencia de este enfrentamiento se demuestran en el “Vértice Pingarrón”, que cambió 3 veces de manos.

La última ocasión de la conquista de la capital fue la batalla de Guadalajara, el 8 de marzo de 1937 y cuidadosamente preparada por las tropas de Mussolini con sus 50.000 italianos del CTV que rompieron el frente republicano y avanzaron a lo largo de la carretera Zaragoza-Madrid. La reacción republicana, que se regularizó en el “Ejército Popular de la República” detuvo el ataque italiano y contraatacó recuperando casi todo el territorio perdido y recogiendo abundante material que los italianos dejaron en su desbandada.

En julio de 1937 se desarrolló la Batalla de Brunete, fue una contraofendiva republicana en el intento de cercar a las tropas nacionales en la Ciudad Universitaria y la Casa de Campo, a pesar de alguna ganancia territorial, los objetivos republicanos fallaron en su totalidad.

LA CAMPAÑA DEL NORTE (abril de 1937-octubre de 1937)

Los primeros ataques al norte republicano provinieron del general Mola en Navarra, y fueron realizados desde agosto de 1936. Los nacionalistas tomaron Irún y San Sebastián para impedir las comunicaciones entre Francia y la República.

Pero fue después de la batalla de Guadalajara cuando los nacionalistas iniciaron su verdadera ofensiva. El 20 de abril el ejército vasco se retiraba hasta Bilbao y el 26 del mismo mes se produjo el horrible bombardeo de Guernica. El 28 los nacionalistas entraban en Durango y algunos propusieron hacer de Bilbao “un segundo Madrid” y resistir hasta el final, pero muchos vascos encontraban puntos en común con los militares nacionales, como era el catolicismo , el proteccionismo económico o el predominio del “gran capital”, por lo que finalmente el País Vasco capituló el 19 de junio, rompiendo así “el cinturón de Hierro”.

Después de la batalla de Brunete la acción volvió a concentrarse en el norte para conseguir controlar la riqueza minera, y el 14 de agosto comenzó el ataque nacional a Santander. El 24 la ciudad fue tomada por tropas nacionalistas, lo que supuso el mayor éxito artillero del General Franco.

El 1 de septiembre se inició la conquista de Asturias, el avance fue lento debido a la resistencia natural de los asturianos republicanos y a que los nacionalistas tuvieron que distraer tropas para contener la ofensiva republicana en Belchite, pero a partir del 14 de octubre, con la ruptura del frente, el avance nacionalista se convirtió en un paseo militar.



3º. La ofensiva hacia el Mediterráneo (noviembre de 1937- julio de 1938).

LA GUERRA EN EL ESTE

Desde los primeros días de la guerra hasta septiembre de 1937, el frente aragonés había estado en tranquilidad, pero tras la conquista del norte, Franco se concentrará en el este para dividir la zona republicana.

Curiosamente, en la la batalla de Belchite fueron las tropas republicanas bajo la dirección de Vicente Rojo las que tomaron la iniciativa teniendo como objetivo la conquista de Zaragoza. Sin embargo, esta ofensiva terminó en fracaso.

En octubre de 1937, la capital se vuelve a trasladar, ahora a Barcelona.

El 15 de diciembre los republicanos decidieron nuevamente tomar la iniciativa, siendo ahora el objetivo Teruel, que fue tomada el 8 de enero de 1938, pero que nuevamente sería reconquistada por los nacionalistas en febrero. Esta batalla significó un profundo desgaste para el ejército republicano.

En abril cayó Lérida y días después tras atravesar el Maestrazgo, conquistarán Vizaroz y Castellón, con lo que se cortaba la comunicación entre Valencia y Cataluña y se dividía en dos la zona republicana.



4º. La batalla del Ebro y el fin de la guerra (julio de 1938- abril de 1939).

La batalla del Ebro fue el último gran intento de la República por mantener en contacto a las dos zonas republicanas. En el fondo, fue la batalla más larga (cuatro meses), cruel e innecesaria del conflicto, pues el ejército republicano estaba agotado.

El 25 de julio de 1938 cruzaban el Ebro las unidades republicanas logrando varios kilómetros de profundidad, pero la rápida reacción de los nacionalistas detuvo el ataque republicano y sus tropas volvieron a atravesar el río Ebro y se refugiaron en Cataluña.

La conferencia de Munich en septiembre de 1938 condenó la República Española en un intento de dar satisfacción a Hitler y evitar el conflicto europeo, lo que provocó que las grandes potencias le diesen la espalda a la República y que se retirasen los brigadistas.

En enero caía Cataluña, el día 26 Barcelona quedaba en manos del general Yagüe y los insurgentes.

La caída de Cataluña significó para el Frente Popular el final de la guerra y el reconocimiento de Franco por parte de Francia y Gran Bretaña.

Negrín estableció su base primero en Elda (Alicante), y después en el consulado español de Toulouse (Francia), y cuando volvió a la zona Centro, tuvo una reunión con los principales mandos militares en Los Llanos (Albacete).

Él decía que la única solución era resistir, Miaja lo aceptó así, aunque no el almirante Buiza, jefe de la flota, ni el coronel Casado, responsable de la defensa de Madrid. Ante su oposición, Negrín decidió un cambio en los mandos militares y Buíza y Casado iniciaron una sublevación anticomunista en Cartagena y Madrid produjéndose durísimos combates entre los días 6 y 11 de marzo en la capital. Ante la difícil situación, Azaña cruzó la frontera hacia Francia.

Ahora sí, el coronel Segismundo Casado y el ministro de Asuntos Exteriores de la República Julián Besteiro, además del anarquista Cipriano Mera, una vez eliminados los comunistas de la escena política, estaban en condiciones de negociar el final de la guerra con Franco, pero Franco no quería más que la rendición incondicional y ordenó la ofensiva final.

El 1 de abril, en su famosa emisión radiofónica, Franco firmó el último parte de guerra en Burgos y anunció la victoria definitiva a sus tropas, la guerra había terminado.



EVOLUCIÓN POLÍTICA DE ESPAÑA DURANTE LA GUERRA

A finales del mismo mes, España quedaba dividida en dos zonas:

  • los rebeldes, sublevados, Nacionales o “azules”, dominaban Navarra, Galicia, Castilla la Vieja (salvo Santander), la mayor parte de Aragón, Cádiz, el Protectorado Marroquí, las Islas Baleares (excepto Menorca), las Islas Canarias, y algunos núcleos aislados en Oviedo, Sevilla, Granada y Córdoba, en total cerca de 175.000 kilómetros cuadrados, contaban con menos tropas que la República pero de mayor calidad;
  • el gobierno, leales, Republicanos o “rojos”, que controlaban el resto de España, unos 350.000 kilómetros cuadrados, el triple de población, la mayor parte del ejército, la armada y la aviación, y lo más importante las reservas de oro del Banco de España.



EN LA ZONA REPUBLICANA

Es representada por la bandera roja, amarilla y morada, con el himno de Riego y al grito de “Viva la república”. Tuvo cartelistas como Josep Renau y Carles Fontseré que se necargaron de la propaganda.

Con 14 millones de habitantes, contaba con la siderurgia vasca y asturiana, la industria catalana, la rica agricultura de regadío mediterránea, el plomo de Linares y el mercurio de Almadén, además de las reservas de oro del Banco de España.

Contaron con un reducido número de oficiales del ejército, aunque suya era la mayor parte de la flota y de la aviación. Además, apareció la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA) destacando su 5º Regimiento. Las Milicias populares republicanas surgen en medio de la confusión y en un primer momento, ya que se decidió entregar armas a la población. Las Juntas y Comités Revolucionarios de partidos (ERC, PCE, POUM, etc) y sindicatos (CNT, FAI, UGT, etc) organizarán sus propias unidades,con más de 200.000 hombres. Éstas, serán apoyadas por la Guardia de Asalto y los Carabineros en las zonas fronterizas.

La sublevación militar produjo esa desorganización inicial o atomización del poder que fue recogido por numerosos poderes autónomos (partidos, sindicatos y Generalitat) las organizaciones populares de la calle (comités obreros y milicias polpulares), de manera que tras el corto mandato de Diego Martínez Barrio, que sólo duró una noche, la del 19 julio.

Desde el 20 de julio a septiembre de 1936 puede hablarse de “dualidad de poderes”: el gobierno presidido por José Giral y constituido únicamente por republicanos cuya autoridad es mínima, aún menos cuando en medio de la confusión decidió entregar armas a la población. Las Juntas y Comités Revolucionarios de partidos y sindicatos que detentan el poder de hecho, y que realizan cambios profundos: confiscación de industrias, ocupaciones de latifundios con colectivizaciones, creación de milicias, etc.

Fue un período de gran conflictividad con episodios como los asesinatos de Paracuellos del Jarama, la quema de iglesias y conventos o la toma del Cuartel de la Montaña (donde se refugiaron los generales sublevados en 1936), que se denominó “el Terror Rojo”.

De este lado, la CNT y el ala izquierda del Partido Socialista con la UGT, afirmaban que la Guerra y la revolución eran inseparables. Del otro lado, los partidos republicanos, los nacionalistas vascos, la Esquerra catalana, el ala derecha del Partido Socialista y el Partido Comunista afirmaban que primero había que ganar la guerra y después el país decidiría como debería emprenderse la revolución, y así ganarse el apoyo de Inglaterra y de Francia.

Ganaría la primera opción y en septiembre del 36 Francisco Largo Caballero formó un gobierno de coalición antifascista, con el apoyo de UGT y CNT. Las colectivizaciones fueron legalizadas y se empezó a organizar el Ejército Popular (consistente en la conversión de las milicias en un ejército regular), también se organizaron los tribunales populares.

Pero cualquier medida centralizadora contaba con la oposición de la CNT que formaba su propio gobierno, y su caída sería inminente. La crisis llegó con “los sucesos de mayo” de 1937, cuando la Generalitat presidida por Tarradellas en unión con el PCE decidió acabar con las milicias de CNT y del POUM e integrarlas en el Ejército Popular, las milicias tomaron el edificio de la telefónica en Barcelona desembocando en duros combates entre anarquistas y comunistas. Las consecuencias fueron la salida de los anarquistas del poder, la caída del poder de Largo Caballero y la disolución del POUM con su dirigente Nin asesinado en la cárcel, posiblemente por comunistas.



Juan Negrín gobernará desde mayo de 1937 hasta marzo de 1939, cuando es sustituido por la sublevación del Coronel Casado.

En su primer gobierno, en principio la CNT le negó su apoyo, pero siempre contó con el apoyo del PCE especialmente al final. La autoridad del Estado fue robustecida y se creó un verdadero gobierno de guerra, el Ejército Popular se hizo realidad contando con la colaboración del general Vicente Rojo. En el campo de la economía, se llevó a cabo una campaña de nacionalizaciones que superó el caos económico anterior.

El segundo gobierno Negrín, del 6 de abril de 1938, fue, sin duda, más débil que el primero, aunque los partidos y las organizaciones del Frente Popular le otorgaron su confianza. Entonces Negrín pudo definir unos objetivos de guerra, los célebres “Trece Puntos” aprobados en el Consejo de Ministros del día 30 de abril de 1938 y hechos públicos en Barcelona el 1 de mayo. La diputación de Cortes, en su sesión del 14 de mayo de 1938, a la que asistió Negrín, le dio su confianza, pero, en realidad, la cohesión del Gobierno era cada vez menor, y en su interior el descontento de republicanos, catalanistas y de cada vez más socialistas se hacía mayor a medida que las posibilidades de continuar la guerra se iban reduciendo. Los enfrentamientos con la Generalitat alcanzaron el punto álgido con la dimisión, el 11 de agosto de 1938, del ministro de Trabajo, Jaume Aiguader, de Esquerra Republicana de Catalunya, opuesto a la militarización de las industrias de guerra.

La fractura política llegó al propio PSOE, que se dividió entre los partidarios de la política de Negrín de resistir y los seguidores de Indalecio Prieto, enfrentado claramente a Negrín desde su salida del Gobierno del 6 de abril de 1938, por su convicción de que era imposible sostener una política de resistencia a cualquier precio como pretendía este.



LOS “TRECE PUNTOS DE NEGRÍN”

Los célebres “Trece Puntos” aprobados en el Consejo de Ministros del día 30 de abril de 1938 y hechos públicos en Barcelona el 1 de mayo eran:

1 La independencia de España

2 Liberarla de militares y extranjeros invasores

3 República democrática con un Gobierno de plena autoridad

4 Plebiscito para determinar la estructuración jurídica y social de la República Española

5 Libertades regionales sin menosprecio de la unidad española

6 Conciencia ciudadana garantizada por el Estado

7 Garantía de la propiedad legítima y protección al elemento productor

8 Democracia campesina y liquidación de la propiedad semifeudal

9 Legislación social que garantice los derechos del trabajador

10 Mejora cultural, física y moral de la raza

11 Ejército al servicio de la Nación, libre de tendencias y partidos

12 Renuncia a la guerra como instrumento de política nacional

13 Amplia amnistía para los españoles que quieran reconstruir y engrandecer

España











EN LA ZONA NACIONALISTA

Es representada por la bandera rojigualda, con el himno de la Marcha Real y al grito de “Viva España”. Como gran propagandista destacará Sáenz de Tejada.

Con 11 millones de habitantes, contaba con los trigales castellanos, el ganado gallego, el carbón leonés y los vinos de mesa riojanos.

Tenía de su lado a la mayor parte del ejército de tierra y a los oficiales con más experiencia. Será respaldado por la Unión Militar Española (UME) y por el apoyo de la Guardia Civil en el ámbito rural.

En cuanto a las milicias civiles contaba con unos 70.000 falangistas -camisa azul-, 22.000 miembros carlistas de los “Tercios Requetés” -boina roja- y otros 15.000 de las Juventudes de Acción Popular (JAP) y de Renovación Española.

La excusa de la sublevación fue el miedo a una revolución comunista (“peligro rojo”) que eliminaría la propiedad privada, la religión y el estado, ideología que se irá definiendo con revistas como la de Acción Española por José María Pemán o Ramiro de Maetzu.

Pronto se derogó toda la legislación social republicana y se llevó a cabo la abolición de la Constitución de 1931 y la depuración de funcionarios, maestros e intelectuales, que tuvieron que migrar al otro lado, o directamente al exilio.

Habrá un bando nacional de julio a octubre de 1936 y otro muy diferente hasta el final de la guerra.

En julio de 1936 se agrupan en la Junta de Defensa Nacional de Burgos, que posteriormente formaría la Junta Técnica del Estado, con sede en Valladolid —presidida por Cabanellas —encargada del gobierno en la zona sublevada.

El primero de octubre se confirmaba la subida de Franco ( el 29 de septiembre se había proclamado “jefe del estado, del gobierno y Generalísimo de los ejércitos”, como Caudillo, de inspiración fascista) a la Jefatura del Estado; no era el general más antiguo pero sí el de mayor prestigio (líder de los Tercios de la Legión), y su ascenso estuvo favorecido por la muerte de Sanjurjo (en un accidente de aviación el 20 de julio de 1936 en Estoril, al regresar de su exilio), que era el encargado de asumir la dirección política según la Instrucción de Mola, que también había muerto el 3 de junio de 1937, en otro extraño accidente de aviación.

El territorio estaba dividido en “Comisiones”, donde todas las fuerzas políticas apoyaban a los Jefes militares, pero existían importantes tensiones entre monárquicos, carlistas, falangistas y los restos que quedaban de la CEDA. La Falange constituía el sector más inquieto por la falta de reforma social que preconizaba el ala izquierda de Manuel Hedilla.

Tras un encuentro sangriento entre los dos grupos antagónicos de Falange, Franco dio a luz el Decreto de Unificación de 1937, estableciendo un partido único, FET y de las JONS (futuro Movimiento Nacional en 1958) que integraba a la FE (Falange Española) dirigido por su cuñado Serrano Súñer, las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista) y la Comunión Tradicionalista (carlistas), cuyos líderes, Hedilla y Manuel Fal Conde respectivamente, contrarios a esta solución, serían desterrados.

La Junta Técnica fue sustituida por un Gabinete o Consejo de Ministros y entre las leyes publicadas en este periodo figuran el Fuero del Trabajo, la Ley de Prensa, que impuso la censura previa y la Ley de Responsabilidades Políticas (retroactiva hasta 1934) para inculpar y procesar a cualquier persona que hubiera colaborado con la causa republicana. Se abolieron los gobiernos vasco y catalán y el castellano se convirtió en el único idioma legal, además de la devolución de la enseñanza a la iglesia y la reconstitución de la Compañía de Jesús.



CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO

La Guerra Civil fue el episodio más traumático que vivió la sociedad española durante el siglo XX.

Las consecuencias políticas fueron el final de la más importante experiencia modernizadora y democratizadora que había tenido la España contemporánea y el inicio de una larguísima dictadura (1939-1975).

Las consecuencias sociales. Durante tres años, conciudadanos, e incluso miembros de una misma familia, lucharon entre sí. El odio entre los españoles se acrecentó, resultando inevitable el deseo de aniquilación del contrario. Los que vencieron excluyeron y persiguieron a quienes no se habían sumado a su bando. El dolor de la mayoría y el rencor de muchos era el denominador común de la España de los años posteriores a la contienda.

En los últimos meses de la guerra, millares de combatientes republicanos y de familias enteras que habían defendido públicamente al gobierno legal tuvieron que EMIGRAR y abandonar España de manera precipitada, dejando atrás todas sus pertenencias y propiedades.

Miles de combatientes, intelectuales, militantes de partidos y sindicatos se agolparon en abril de 1939 en el puerto de Alicante, última ciudad en ser tomada por los franquistas, esperando tener plaza en uno de los barcos que los llevarían a algún país que los quisiese acoger como refugiados.

La frontera catalana con Francia era un río de personas que tuvieron que sufrir las penalidades del exilio, muchos jamás regresaron.

Decenas de miles de españoles exiliados se concentraron en campos de internamiento en el sur de Francia, más tarde se dispersaron por países europeos, por el norte de África y sobre todo en Latinoamérica, con México, que fue la nación que acogió mayor número de personas y su capital se convirtió en la sede política de la República en el exilio.

En resumen, unos 350.000 muertos, de los que una buena parte (unos 35-50.000) corresponde a los ejecutados en las retaguardias. Este terror fue tanto blanco como rojo, y sus motivos fundamentales, el odio y el miedo, que se materializaron a través de los famosos paseos o sacas (detenidos y llevados a las afueras de los pueblos) y sus autores fueron los radicales, la FAI y Falange fundamentalmente. Además, hay que añadirles los muertos por enfermedades o desnutrición.

Acabada la guerra, más de 250.000 personas ingresaron como prisiones en “Checas” (cárceles clandestinas como La Modelo de Madrid o Cuatro Vientos de Barcelona), en campos de concentración como Albatera u Ocaña, o con penas de muerte conmutadas en campos de trabajo forzado (ej. Valle de los Caídos, Canales del Guadalquivir, etc).

Las consecuencias económicas fueron desastrosas para el país. A la disminución de la natalidad y de la población activa y al del desequilibrio de la sex ratio, habría que añadir la pérdida de las reservas y la destrucción de infraestructuras viarias y fabriles, así como de viviendas -todo lo cual provocó una disminución de la producción- y la caída del nivel de renta.

La mayoría de la población española hubo de sufrir a lo largo de las décadas de 1940 y 1950 los efectos del racionamiento y la privación de bienes de consumo.

Las consecuencias culturales fueron importantísimas. Quedó destruido todo el esfuerzo de regeneración cultural y educativa de la Edad de Plata de la cultura española (1898-1936). Fueron ejecutados o destituidos por el franquismo más del 60% de los maestros y profesores. Prácticamente la totalidad de los intelectuales de la generación del 27 y los más notables científicos y artistas murieron o marcharon al exilio. Figuras señeras como García Lorca, Buñuel, Antonio Machado, Alberti y Picasso son buen ejemplo de esta desertificación cultural.

La cultura oficial retrocedió a los tiempos del oscurantismo clerical, la represión militar y la censura, en favor de la aristocracia terrateniente.

Se produjo una honda herida moral que llega hasta nuetros días, con la contravertida Ley de Memoria Histórica del gobierno de Zapatero en 2007.

En el ámbito internacional, España inició veinte años de aislamiento político, con excepción del reconocimiento que obtuvo de algunos estados, como el Vaticano, Irlanda y Argentina.

Quedó fuera del fuerte impulso de progreso que se inició en Europa después de 1945.

En definitiva, España llegaba a la mitad del siglo XX sin haber solucionado sus problemas de convivencia política.

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