Reinado
de ALFONSO XIII (1902-1931).
Crisis
del sistema de la Restauración
Alfonso
XIII (1886-1941), hijo póstumo de Alfonso XII y María Cristina de
Habsburgo-Lorena empezó a reinar en 1902, con 16 años, y continuó
gobernando con los tres pilares de la Restauración: el turnismo
(turno pacífico de los dos partidos mayoritarios, el liberal de José
Canalejas Méndez y el conservador de Antonio Maura i Montaner), el
caciquismo y la constitución de 1876.
Sin
embargo, la oposición al viejo sistema era cada vez más clara y
decidida por parte de los regeneracionistas, además de que el fraude
mantenía al margen de la política a las fuerzas de la “España
real” (republicanos, socialistas, anarquistas y nacionalistas), y
estos partidos cada vez tenían más fuerza.
Entre
1902 y 1905 hubo cinco gobiernos entre los que destacan los de
Silvela o el “gobierno corto” de A. Maura, y desde 1905 a 1907
seis liberales, dirigidos entre otros por Montero Ríos, López
Domínguez, o Segismundo Moret.
En
estos primeros años del siglo los republicanos formaron el
importante Partido Radical Republicano (anticlerical y
anticatalanista), en Barcelona y en torno a Lerroux (algo parecido
supone el “Blasquismo” -de Vicente Blasco Ibañez- en
Valencia de 1901-1911), escindido de la Unión Republicana de
Salmerón, mientras otro sector de republicanos intelectuales creó
el Partido Reformista, dirigido por Melquíades Álvarez.
El
problema de los regionalismos comenzó a plantearse ahora,
especialmente en Cataluña, que había conocido durante la segunda
mitad del siglo XIX un renacer de su cultura (Renaixença). Este
catalanismo cultural y regionalista dio origen a la “Lliga
regionalista de Catalunya” ideada por Enric Prat de la Riba
(fallecido en 1917) y dirigida después por Francesc Cambó, fundada
en 1901, y que se proponía la obtención de libertades autonómicas.
En
1905 el semanario satírico catalán ¡Cu-cut! publicó una viñeta
antimilitarista, al calor de una victoria electoral de la Lliga. Unos
300 militares de la guarnición de Barcelona asaltaron la sede de la
publicación, así como la de La Veu de Catalunya, diario de la Lliga
Regionalista. Los autores, en vez de ser castigados por indisciplina,
recibieron el apoyo del ejército, que exigió al gobierno liberal de
Moret una
Ley
de Jurisdicciones (1906),
por la que los delitos contra el ejército pasaban directamente a los
tribunales militares. Su derogación se convirtió en la
reivindicación clave de los partidos nacionalistas y republicanos y
del movimiento obrero (el
día de su boda con Victoria Eugenia de Battenberg, en 1906, salió
ileso de un atentado anarquista).
La
respuesta política catalana fue una coalición de todas las fuerzas
nacionalistas (Centre Nacionalista Republicá), bajo el nombre de
“Solidaridad Catalana”, amplia alianza que integraba las
fuerzas más dispares, con la intención de propugnar la organización
autonomista del Estado que en las elecciones de 1907 consiguió 41 de
los 44 escaños de Cataluña.
Probablemente
el ejemplo de Cataluña fue un factor importante para la formación
de un nacionalismo vasco, por Sabino Arana (fallecido en 1903), y
después dirigido por José Antonio Aguirre. Hubo otros
movimientos regionalistas (valenciano y gallego), pero fueron
esencialmente culturales.
En
cuanto al movimiento obrero, España había visto la formación de
sindicatos de diferentes tipos, por un lado, los sindicatos católicos
como la CONCA (Confederación Católica) que habían alcanzado gran
importancia principalmente en el sector agrario, por otro el
radicalismo socialista de la UGT, y finalmente la sindicalista
revolucionaria, primero con el sindicato Solidaridad Obrera
(1907) y después con la CNT creada en 1910-11, con moderados como S.
Seguí o A. Pestaña y radicales como B. Durruti, F. Ascaso y
García Oliver.
CRISIS
DE 1909
En
1907, el conservador Antonio Maura subió al poder para inaugurar el
llamado “gobierno largo” (1907-1909). Maura procuró la
transformación del Estado mediante un programa “regeneracionista”,
pero “desde arriba”: el Estado tenía que acercarse al pueblo,
creando unas instituciones y unos organismos que fuesen auténticos
medios de servicio público; al mismo tiempo, el pueblo tenía que
tomar conciencia de su “ciudadanía”; para acabar con el
caciquismo y darle “autenticidad” al parlamentarismo presentó a
las Cortes la reforma de la
Ley Electoral de 1907 y la Ley de Administración Local,;
para contentar las aspiraciones regionalistas ofertó la
creación de Mancomunidades
como una estructura interprovincial, y abrió una vía de
entendimiento con la Lliga; con la ley de 1909 legitimaba el
derecho de huelga,
pero proponía otra como la Ley de Represión del Terrorismo;
creó el Instituto Nacional de Previsión (INP) para regular
las cuestiones sociales; y desarrolló una política económica de
signo nacionalista, fomentando la industria.
Aún
así, su
proyecto fracasó por la oposición de
republicanos y socialistas, que formaron un “Bloque de
Izquierdas” hacia una apertura democrática, la laicización
del estado y la libertad de culto.
Una
grave crisis vino a hacer naufragar el esquema maurista, la Semana
Trágica de Barcelona en julio de 1909.
Dentro
del contexto de la Guerra de África, último reducto del antiguo
imperio colonial y centro de la política exterior española
(Conferencia de Algeciras de 1906 y Declaraciones de Cartagena de
1907- repartidas las zonas de influencia con Francia, ayudadas por
Gran Bretaña, en detrimento de Alemania) , estalló un levantamiento
anarquizante provocado por el envío de tropas reservistas catalanas
hacia Melilla para asegurar la plaza contra los ataques de las
cabilas rifeñas (zona Norte, de cierta riqueza minera).
El
día del embarque, el 18 de julio, se produjo un importante
movimiento de protesta.
Las
noticias sobre la batalla del Gurugú y la emboscada del Barranco del
Lobo con más de 1200 muertos desató el 26, una huelga general
organizada por socialistas, anarquistas y republicanos radicales,
una auténtica revolución social de signo anticlerical en la que el
pueblo realizó toda clase de atropellos (incendios de iglesias y
conventos).
El
gobierno tuvo que actuar con energía (80 muertos y más de 2000
detenidos), y cinco de los culpables fueron ejecutados. El más
conocido de ellos, Francisco Ferrer Guardia (fundador de la
agrupación anarquista “Escuela Moderna”) lo que provocó al ser
fusilado una protesta de amplitud europea. Barcelona se convirtió en
La ciutat cremada ("la ciudad quemada").
En
España, el grito “¡Muera Maura!” del republicanismo de Lerroux
y del obrerismo militante comenzó a difundirse por todas partes.
Ante tal cúmulo de circunstancias,
Maura presentó su dimisión. El movimiento de la Solidaridad
Catalana
se truncó con el apoyo de Cambó a Maura durante la semana trágica,
por lo que la Lliga capitalizará el nacionalismo catalán.
Ello
supuso la llegada al Gobierno del Partido Liberal, que tras un
breve gobierno de Moret en 1909, dio paso al gobierno
de José Canalejas en 1910, que trató de hacer frente a otro
de los grandes problemas de la Restauración: la separación de la
iglesia y el estado.
El
líder liberal alternó una política de atracción de las izquierdas
anticlericales con concesiones más aparentes que reales como la Ley
del candado de 1910, (que prohibió el establecimiento de
cualquier nueva orden religiosa durante dos años) o el intento de
alejar a la iglesia de la enseñanza, tras negociar con el vaticano
la Ley de Asociaciones Religiosas.
Muy
fructíferas fueron sus reformas sociales como la reducción de la
jornada laboral, la ley de accidentes de trabajo, la seguridad social
obligatoria, la regulación de la huelga y los contratos colectivos
de trabajo.
Además,
su programa reformista incluía, la aprobación de la Ley de
Mancomunidades de 1912 con respecto a las demandas catalanistas,
la sustitución del impopular impuesto de consumos por uno progresivo
sobre las rentas de la burguesía, y la implantación del servicio
militar obligatorio con una nueva, sin distinciones en el llamamiento
a levas en caso de guerra.
En
política exterior adoptó una posición militar firme en Marruecos,
firmando en 1912 un nuevo tratado con Francia, pero en noviembre de
ese mismo año, fue asesinado en la madrileña Puerta del Sol por el
anarquista Manuel Padiña.
A
partir de entonces se aceleró la escisión definitiva de los
partidos turnantes. El primer afectado por la pérdida de su líder
fue el propio Partido Liberal, donde se inició una pugna por la
sucesión entre García Prieto y el conde de Romanones. Por su parte
el Partido Conservador mostraba un semejante desmembramiento entre
mauristas y datistas (Eduardo Dato).
Tras
el breve gobierno de Romanones a finales de
1912, apareció el gabinete Dato de 1913,
que destacó por su esfuerzo en mantener la neutralidad en la
Primera Guerra Mundial (1914-1918) a causa de su aislamiento
diplomático, su debilidad económica y su incapacidad militar. Sin
embargo, la sociedad sí tomó partido por uno u otro bando, los
“aliadófilos” eran la izquierda, intelectuales y
socialistas fundamentalmente, partidarios de los principios
democráticos , los “germanófilos” eran de extrema
derecha, conservadores y la base del Partido Liberal moderado, que
representaban los valores del orden y de la autoridad.
Solo
socialistas y anarquistas se mantuvieron al margen.
España
carecía de motivos para estar presente en las contiendas
internacionales, con la excepción del protectorado en Marruecos. No
obstante la guerra alteró la vida nacional, ya que supuso un gran
estímulo para la actividad económica beneficiándose de las
exportaciones de materias primas y productos industriales a los
países beligerantes, lo que posibilitó la nacionalización de la
deuda exterior, aunque no se supo aprovechar la oportunidad de
realizar un auténtico crecimiento económico con la industria,
mejorando el utillaje y sus técnicas de producción, además el
aumento de las exportaciones sin un paralelo incremento de la
producción disparó los precios, mientras los salarios crecían
menos.
Estos
cambios económicos influyeron en la sociedad, mientras la burguesía
se enriquecía, el proletariado y las clases medias se empobrecían,
ello provocó una tensa situación social que alimentó a los
sindicatos, sobre todo UGT y CNT (169 huelgas en 1915 y 237 en 1916).
A
su vez, su impacto fue decisivo en la crisis de la monarquía
liberal.
-En
diciembre de 1915 regresó al poder el
conde de Romanones,
que se limitaría a sostener una política similar a la seguida por
el anterior gabinete conservador, sucedido por García
Prieto en
1917, hasta la nueva llegada de Dato
al poder.
CRISIS
DE 1917
Fue
en este año cuando España vivió una grave crisis que minaría lo
que aún quedaba del régimen de la Restauración, se planteó en el
verano de 1917, y se desarrolló en tres momentos:
- Juntas Militares de Defensa, los militares estaban descontentos por la actitud de abandono del gobierno, la burocratización del cuerpo (macrocefalia), los bajos sueldos de los peninsulares ante los “africanistas” que ascendían por “méritos de guerra” y no “por escala cerrada”, es decir, por antigüedad, etc. Por todo ello organizaron Juntas, una especie de sindicatos que protestaban contra la situación. A partir del “Manifiesto de las Juntas” de junio, ante el peligro de rebelión o de golpe de estado, el Gobierno tuvo que reconocer que los militares regresaran a la escena política;
- Asamblea de Parlamentarios, como protesta ante las juntas, como muestra de la nueva quiebra del sistema y de la necesidad de una revolución democrática, y el cierre casi permanente de las Cortes, regionalistas catalanes, republicanos, radicales y socialistas se enfrentaron a Dato amenazándole con reunir en Madrid una Asamblea Nacional de Parlamentarios al margen de las Cortes para establecer un gobierno provisional, aunque no se hizo (solo se presentan 70, en su mayoría republicanos y socialistas de los 760 diputados...), los parlamentarios catalanes sí se reunieron en julio de 1917 en Barcelona para aprobar su autonomía, pese a la prohibición del Gobierno, pretendía lanzar todas las fuerzas del país contra el Estado;
- Huelga General Revolucionaria, en marzo de 1917 los sindicatos, UGT y CNT, pidieron al gobierno solución al problema de las subsistencias, y en agosto estalló una huelga dirigida por republicanos y socialistas. El método sería el paro general con una huelga pacífica, el objetivo era la abdicación del rey y la implantación de la república, los anarquistas secundaron la huelga, pero no la no-violencia, por ello en las grandes ciudades se produjeron incidentes que obligaron al gobierno a recurrir al Ejército. Los militares se unieron al Gobierno y sofocaron la rebelión proletaria, los parlamentarios reunidos en Barcelona se asustaron ante el cariz que tomaba el asunto y obedecieron la orden de disolución dada en Madrid. Se recurrió al ejército para sofocar la revolución. El balance fue de 71 muertos y unas 2000 detenciones.
La
monarquía no cayó pero su desprestigio fue mayor y los problemas se
irán agudizando.
A
partir de ese momento,noviembre de 1917 ya no hubo gabinetes
homogéneos de partido, hasta septiembre de 1923 se acudió a
gobiernos de concentración,
formándose once gobiernos.
En
1918 se intentó aglutinar en el Gobierno, bajo la presidencia de
Antonio Maura, a todas las fuerzas que estuviesen dispuestas a
colaborar con la monarquía (liberales, conservadores, catalanistas,
reformistas, etc.). Pero todo fue en vano.
La
compleja crisis que la paz de la Primera Guerra Mundial trajo consigo
se concretaría en multitud de cuestiones como la oleada de
terrorismo, especialmente en Barcelona. En Andalucía los campesinos
intensificarán sus movilizaciones en el llamado “Trienio
Bolchevique”. Ese mismo año, dirigirán también el gobierno
García Prieto y Romanones.
Al
año siguiente vuelve a retomarlo Maura, produciéndose huelgas
laborales tan importantes como “la Canadiense” en 1919.
Compañía eléctrica de Barcelona, que
con una duración de 44 días se convirtió en un problema de alcance
nacional y que ha sido la más larga de la historia sindical de
España. Entre 1919 y 1921, los actos terroristas y la violencia
callejera sumieron a la ciudad en la llamada “época
del pistolerismo”, donde el
gobierno, presionado por la Liga y la patronal, declaró el estado de
guerra, suspendió las garantías constitucionales y cedió el poder
al general Anido, como gobernador civil, que junto al general
Arlegui, como jefe de policía, impusieron la represión y la
aplicación de la “ley de fugas” a los sindicalistas, como a S.
Seguí.
El
impacto de la III Internacional hace que surja, del ala radical del
PSOE, el Partido Comunista de España (PCE).
En
1920 asume el poder Dato, que será asesinado debido a que
seguía el clima de tensión con el malestar social por la diferencia
entre salarios y precios.
Pero
el verdadero problema vendrá de nuevo de Marruecos en 1921. Allí,
tras los acuerdos con Francia, nuestra zona de influencia quedó
limitada a las montañas del Rif y la Yebala, sin ningún valor
económico y difíciles de mantener.
CRISIS
DE 1921
La
guerra de Marruecos (1909-1927) adquirió después de la crisis de
1919 un primer plano de actualidad y el gobierno decidió completar
la ocupación efectiva del territorio.
Durante
los gobiernos de Allendesalazar y Maura, se establece como nuevo alto
comisario en Marruecos al general Dámaso Berenguer, que inició la
ocupación del sector occidental (Yebala) y ordenó al general
Silvestre como comandante general de Melilla, que detuviese su
ofensiva en el Rift hasta someter a El Ruisuni, caudillo indígena.
Sin embargo, el orgulloso e impaciente general reanudó su avance en
la bahía de Alhucemas, territorio extenso, difícil, sin
aprovisionamiento, y débilmente defendido por una línea dispersa de
fuertes militares o “blocaos”. En 1921 se produjo el desastre
de Annual, donde más de 10.000 soldados españoles cayeron
muertos (incluso Silvestre) ante las tropas rifeñas de Abd-El-Krim.
La
llegada de tropas de refuerzo a Melilla, entre ellas el cuerpo de
élite del Tercio de la Legión al mando de Berenguer, salvó la
ciudad, recuperándose el territorio perdido.
En
1922, durante los gobiernos de Sánchez Guerra y García Prieto,
en las responsabilidades de la guerra se pretendió implicar a
algunos militares (39, entre ellos Berenguer), los partidos
dinásticos y al propio monarca (conducida la tesis por el socialista
Indalecio Prieto), en el denominado “Expediente Picasso”.
Aunque
García Prieto aceptó formar una Comisión de responsabilidades
Políticas, el ejército captó el deseo de muchos españoles de que
se pusiera fin a un parlamentarismo estéril, lo que provocó el
13 de septiembre de 1923, un golpe de Estado, al frente del cual
se hallaba el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de
Rivera.
LA
QUIEBRA DEL “SISTEMA”.
LA
DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1929).
La
dictadura de Miguel Primo de Rivera, influido por el fascismo
italiano, contó con el beneplácito de Alfonso XIII y tuvo el apoyo
del Ejército, la burguesía, los terratenientes y los eclesiásticos.
Primo
de Rivera, imbuido de regeneracionismo, en una versión simplista y
manipulada de J. Costa del “cirujano
de hierro”,
anunció en el Manifiesto
del 14 de septiembre,
su propósito de resolver los graves problemas de la sociedad
española: liberar al país de la “vieja política”, destruir el
caciquismo, poner fin al desgobierno y la subversión social, a la
bancarrota económica y a la amenaza del separatismo.
Se
suele dividir la historia de la Dictadura en tres períodos:
1.
Directorio Militar (15 septiembre 1923 / 3 diciembre 1925).
Durante
esta primera etapa, los dos primeros aspectos logró hacerlos
desaparecer a costa del desmantelamiento de las instituciones (con el
fin de acabar con el caciquismo rural, con el Estatuto
Municipal (1924)
instaló en cada partido judicial de los ayuntamientos a unos
“delegados gubernativos” representantes de su gobierno, y con el
Estatuto Provincial (1925),
destituyó diputaciones sustituyendo los gobernadores civiles por
“gobernadores militares”), de la suspensión de las garantías
constitucionales (Constitución de 1876) de los españoles y por el
estado de guerra, dirigido de nuevo por los generales Anido y
Arlegui.
Lejos
de desaparecer, el caciquismo simplemente cambió de forma, y con
respecto al nacionalismo catalán, solo hizo potenciar la radicalidad
separatista.
Entre
tales medidas, que vinieron acompañadas del cese de todos los
miembros del Gobierno y disolución de las Cortes, se produjo la
autoproclamación del propio Primo de Rivera como Presidente del
Directorio a título de “ministro único y con facultades para
legislar”, ya que prohibió todos los partidos políticos y
sindicatos.
A
fin de institucionalizar el régimen, en 1924
creó un grupo político, la
Unión Patriótica
(carente de un programa y una ideología definida). Durante esta
etapa se solucionó el problema de Marruecos, si bien al
principio Primo de Rivera, como Alto Comisario, era partidario de la
diplomacia y de abandonar la región, pronto cambió de opinión
porque había alentado a Abd-el-Krim. Los ataques rifeños a las
posiciones francesas llevaron a este país a realizar una política
conjunta por mar y tierra (anfibio) con España.
El
desembarco de Alhucemas (septiembre 1925), casi exclusivamente
español pero protegido por barcos franceses, constituyó un rotundo
éxito, en mayo de 1926 concluyeron los combates y Abd-El-Krim fue
hecho prisionero. La victoria permitió a Primo de Rivera
institucionalizar la dictadura.
2.
Directorio Civil (3 diciembre 1925 / 10 julio 1927).
Esta
segunda etapa, solucionado el orden público y el asunto marroquí,
se abrió con la sustitución por Primo de Rivera del Directorio
Militar por un Gabinete Civil, integrado en realidad por seis civiles
pertenecientes a la Unión Patriótica y por cuatro militares.
Fue
ésta una fase en la que, al amparo de la favorable coyuntura
económica europea, se emprendieron notables reformas
socio-económicas.
En
Hacienda Pública, el nuevo ministro, José Calvo Sotelo, no
pudo sanear el régimen tributario, lo que aumentó de déficit
presupuestario, y creó la Compañía Arrendataria de Petróleos
S,A (Campsa). Otro gran monopolio estatal sería la Compañía
Telefónica Nacional de España.
En
Obras Públicas se realizó un plan de construcción de embalses (ej.
Embalse del Chorro en Málaga. En 1926 se crearon las confederaciones
hidrográficas), ferrocarriles, carreteras y puertos experimentaron
una considerable mejora, también se realizó un plan de “casas
baratas”, lo que unido al sistema corporativo alivió la presión y
rebajó la conflictividad social.
La
política económica de la dictadura se benefició de la coyuntura
expansiva internacional de los años veinte, caracterizada por el
intervencionismo estatal y el nacionalismo económico y cuyo objetivo
era impulsar la industria nacional.
Primo,
con Eduardo
Aunós
como ministro, intensificó la legislación protectora del trabajo,
dando un notable desarrollo al Instituto Nacional de Previsión y
creando por decreto-ley de 23 de agosto de 1923, el
Código del Trabajo,
que
pretendía sustituir la lucha de clases por la colaboración de
clases, y la Organización
Corporativa del Trabajo
(1928), una especie de sindicalismo vertical siguiendo el modelo
fascista italiano.
Pese
a estos éxitos hubo otras cuestiones en las que fracasó de lleno:
- con la transformación de la propiedad agraria, que no solucionó la mala situación del campesinado;
- con los regionalismos, en relación al catalanismo Primo de Rivera intentó atraerse a la Lliga, pero después, cuando se promulgó el Estatuto Provincial (1925), que prácticamente suprimía la Mancomunidad, casi la totalidad de las fuerzas catalanas se pusieron frente a él. Hubo un intento separatista (invasión de Cataluña desde Prat de Molló (Francia) por el Estat Catalá de Maciá en 1926 que fracasó;
- el régimen primorriverista tampoco triunfó en lo que se refiere a política obrera, declaró ilegales a la CNT (el 1927 se funda la Federación anarquista ibérica - FAI-) y al PC, en cambio quiso atraerse a los socialistas, el líder del PSOE, Francisco Largo Caballero, llegó a ser nombrado Consejero de Estado, sin embargo, el propio socialismo rehuyó la colaboración;
- no se acertó con el ejército (Primo mantuvo la prioridad de los méritos de guerra en los ascensos y disolvió el cuerpo de Artillería), en junio de 1926 se produjo la “Sanjuanada”, una conspiración político (partidos del turno y republicanos)-militar con el fin de acabar con la dictadura y restablecer el orden constitucional;
- con los políticos, que en la clandestinidad forman, en 1926, la Alianza Republicana, (integrada por Acción Republicana, de Azaña, el Partit Republicá Catalá de Marcelino Domingo, y el Partido Radical de Lerroux), mientras antiguos liberales como Niceto Alcalá Zamora fundaron la Derecha Liberal Republicana, como alternativa católica yconservadora, y por último,
- con la oposición por parte de los intelectuales (Unamuno, Blasco Ibáñez o Fernando de los Ríos) hacia el régimen, ya que se había mostrado totalmente indiferente hacia el mundo intelectual, y por la de los estudiantes ante la rígida censura, a través de la prorrepublicana Federación Universitaria Escolar (FUE).
3.
Asamblea Nacional (12 septiembre 1927 / 28 enero 1929).
Esta
etapa se inició con la reunión de la Asamblea Nacional
Consultiva, encargada de elaborar una nueva constitución y que
supuso el fracaso de la institucionalización del régimen. De sus
400 miembros, dos tercios fueron designados por el gobierno. Había
representantes de provincias, de actividades, por derecho y del
Estado, con unas funciones meramente consultivas.
La
oposición de los viejos partidos dinásticos, los socialistas y la
actitud reticente del rey paralizó e proyecto de constitución
denominado Estatuto Fundamental de la Monarquía.
Entre
1927 y 1929 las circunstancias económicas empezaron a hacerse
difíciles para España: recesión en la llegada de capitales,
pérdida de valor de la peseta, etc. Ello vino a dar ya el argumento
que faltaba a la oposición.
En
enero de 1929 fue descubierta otra conjura político-militar,
ahora liderada por el conservador Sánchez Guerra, que también
pretendía el derrocamiento del régimen.
Al
poco tiempo, en agosto, se sugirió al propio Primo de Rivera la
retirada. No lo hizo, y parece ser que hasta el propio Alfonso XIII
le retiró su confianza. Entonces fue cuando Primo de Rivera acudió
a los capitanes generales y altos jefes militares para inquirir cuál
era su actitud ante el Régimen. Al comprobar que no tenía su apoyo,
Primo presentó su dimisión el 28 de enero de 1929 y se
marchó a París, donde murió dos meses después.
LA
CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1929-1931)
Alfonso
XIII intentó restablecer el viejo orden constitucional mediante el
gobierno del General
Dámaso Berenguer (diciembre
de 1929-febrero de 1931), Berenguer fue elegido por el rey porque
mantuvo una moderada oposición contra Primo.
Nada
más ascender al poder anunció una transición a la
constitucionalidad, lo que le sirvió para ser bien acogido, sin
embargo, esta transición se efectuó demasiado lenta, de ahí el
sobrenombre de “dictablanda”.
El
error
Berenguer, en
palabras de Ortega y Gasset, no era que este hubiera cometido algún
error, sino que otros lo cometieron al elegirlo como Presidente del
Consejo de Ministros, si
se pensaba que la vuelta atrás era posible, es porque se opinaba que
los españoles pertenecen a la familia de los ovinos, pero ahora, por
suerte, el pueblo había cambiado.
En
agosto de 1930 se formó el
Pacto de San Sebastián,
que reunía a todas las fuerzas republicanas (Alcalá Zamora, Azaña,
Lerroux, Miguel Maura), catalanistas, que en 1931 nacerá Esquerra
Republicana de Catalunya
(Maciá), galleguistas, que en 1929 formaron la Organización
Republicana Gallega Autónoma
(Casares Quiroga) y socialistas (Indalencio Prieto), en octubre
formaron un Comité Revolucionario que tomó el acuerdo de ir a la
Revolución el 15 de diciembre para proclamar la
República.
Ese
mismo año, un grupo de intelectuales como Ortega, Gregorio
Marañon o Ramón Pérez de Ayala, publicaron el manifiesto
fundacional de la Agrupación al Servicio de la República.
La
sublevación se adelantó al 12 de diciembre con la guarnición de
Jaca (con los capitanes Fermín Galán y García Hernández, que
fueron fusilados) junto a otros revolucionarios de Cuatro Vientos de
Madrid, pero el movimiento fracasó estrepitosamente. Sin embargo,
los fusilados se convirtieron en héroes y mártires para los
republicanos impulsando más el movimiento por lo que el 14 de
febrero de 1931, el Comité Revolucionario se puso nuevamente en
marcha.
Como
la dictablanda de Berenguer no satisfizo a nadie, el rey ofreció el
gobierno a Alba (líder del Partido Liberal), pero éste se negó,
entonces se lo entregó a Sánchez Guerra, el cual fue a la cárcel
Modelo donde estaban presos los participantes de la revolución de
Jaca, ofreciéndoles sendas carteras ministeriales, este gesto, y el
rechazo de los "presidiarios" fue un golpe de muerte al
régimen.
El
18 de febrero se formó un gobierno
bajo el mando del almirante Aznar,
que duró hasta el 14 de abril.
Aznar
fue elegido porque había mantenido una clara oposición a Primo y
porque no asustaba a nadie. Formó un gobierno de concentración
monárquica que inmediatamente anunció elecciones, primero
municipales porque se consideraban menos peligrosas que las
parlamentarias. En esas elecciones municipales celebradas el 12 de
abril de 1931 otorgaron la victoria a los republicanos en la mayor
parte de las capitales de provincia, ya que estaban menos influidas
por los caciques.
Ante
el triunfo republicano, se produjo el desconcierto monárquico, que
partió al exilio desde Cartagena con destino Marsella.
El
14 de abril fue proclamada la Segunda República sin un solo tiro.
EL
COTEXTO SOCIO-ECONÓMICO ESPAÑOL EN TORNO A 1930
La
sociedad española
tenía
una esperanza de vida que había pasado de 35 a 50 años de edad, una
tasa semejante a la del resto de Europa.
Hubo
una reducción importante de la emigración
ultramarina
que había sido muy fuerte a finales del siglo XIX y principios del
XX.
El
modesto crecimiento industrial
explica
el desarrollo de la vida urbana, Madrid y Barcelona experimentaron un
crecimiento que les permite alcanzar cerca del millón de habitantes.
Pese
a estos rasgos de modernidad el campo permanecía estando muy
atrasado, en él había un problema latifundista, que creaba
sensación de hambre de tierras y una fuerte agitación social,
especialmente en Andalucía. En Cataluña, la rabassa morta había
sido sustituida por fórmulas menos beneficiosas para el campesinado
tras la crisis de la filoxera.
Cuando
se proclamó la Segunda República, España tenía una tasa
ligeramente superior al 60% de la población alfabetizada.
La
protesta social obedeció a una larga etapa previa de
reivindicaciones insatisfechas, la denominada
“cuestión social”. Los incidentes anticlericales con quemas de
conventos o la quema de cosechadoras en el campo andaluz, fueron
algunas de las experiencias incontrolables de la situación.
En
el tránsito de un régimen a otro jugó un papel de considerable
importancia la situación económica: desvalorización de la peseta,
sequía y fuerte desempleo. En este sentido, el impacto de la crisis
de 1929 fue
menor que en otras zonas, porque nuestro país no estaba lo
suficientemente industrializado, por eso no fue factor decisivo del
colapso del régimen de Primo de Rivera, sino un factor coadyuvante.
La crisis afectó de manera distinta a los diferentes sectores, sobre
todo a el comercio exportador español que al estar constituido por
productos prescindibles, tuvo una drástica reducción y sus efectos
los sufrieron regiones de productos agrícolas o industriales de
exportación como Valencia (naranja) y País vasco (hierro).
ANTECEDENTES
POLÍTICOS: LA CRISIS DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN (1902-1929).
Ya
en tiempos de Alfonso
XIII (1902-1923),
la época de la Restauración (Constitución de 1876, bipartidismo y
caciquismo) va progresivamente entrando en crisis debido a:
- la crisis del 1998 (pérdida de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam) que provocará movimientos críticos (Regeneracionismo de J. Costa, Generación del 98, etc),
- los crecientes nacionalismos, fundamentalmente catalán (Lliga y ERC) y vasco (PNV),
- la crisis del “turnismo” entre conservadores (Maura) y liberales (Canalejas) sin que se consiguiese la renovación política,
- la oposición de carlistas, republicanos y socialistas ante la imposibilidad de una “tercera vía”,
- las reivindicaciones sindicales (UGT, CNT, FAI) de campesinos y obreros por sus pésimas condiciones laborales y vitales.
La
insostenibilidad del sistema se acrecentará con la crisis de 1917
(Juntas Militares de Defensa, Asamblea de Parlamentarios y Huelga
General) primero, y la de 1921 (Desastre de Annual) después, lo que
favorecerá el golpe de estado del capitán general de Barcelona,
Miguel Primo de
Rivera (1923-29)
que con el beneplácito del rey, implantará una dictadura de “corte
facista”, primero con un directorio militar, y posteriormente otro
civil.
EL
ADVENIMIENTO DE LA II REPÚBLICA: LA
CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1929-1931)
Alfonso
XIII intentó restablecer el viejo orden constitucional mediante el
gobierno del General
Dámaso Berenguer (diciembre
de 1929-febrero de 1931), que fue elegido por el rey porque mantuvo
una moderada oposición contra Primo.
Nada
más ascender al poder anunció una transición a la
constitucionalidad, lo que le sirvió para ser bien acogido, sin
embargo, esta transición se efectuó demasiado lenta, de ahí el
sobrenombre de “dictablanda”.
El
“error
Berenguer”, en
palabras de Ortega y Gasset, no era que este hubiera cometido algún
error, sino que otros lo cometieron al elegirlo como Presidente del
Consejo de Ministros, si
se pensaba que la vuelta atrás era posible, es porque se opinaba que
los españoles pertenecen a la familia de los ovinos, pero ahora, por
suerte, el pueblo había cambiado.
En
agosto de 1930 se formó el
Pacto de San Sebastián,
que reunía a todas las fuerzas republicanas (Alcalá Zamora, Azaña,
Lerroux, Miguel Maura), catalanistas, que en 1931 nacerá Esquerra
Republicana de Catalunya
(Maciá), galleguistas, que en 1929 formaron la Organización
Republicana Gallega Autónoma
(Casares Quiroga) y socialistas (Indalencio Prieto), en octubre
formaron un Comité Revolucionario que tomó el acuerdo de ir a la
Revolución el 15 de diciembre para proclamar la
República.
Ese
mismo año, un grupo de intelectuales como Ortega, Gregorio
Marañon o Ramón Pérez de Ayala, publicaron el manifiesto
fundacional de la Agrupación al
Servicio de la República.
La
sublevación se adelantó al 12 de diciembre con la guarnición de
Jaca (con los capitanes Fermín Galán y García Hernández, que
fueron fusilados) junto a otros revolucionarios de Cuatro Vientos de
Madrid, pero el movimiento fracasó estrepitosamente. Sin embargo,
los fusilados se convirtieron en héroes y mártires para los
republicanos, impulsando más el movimiento, por lo que el 14 de
febrero de 1931, el Comité Revolucionario se puso nuevamente en
marcha.
Como
la dictablanda de Berenguer no satisfizo a nadie, el rey ofreció el
gobierno a Alba (líder del Partido Liberal), pero éste se negó.
Entonces se lo entregó a Sánchez Guerra, el cual fue a la cárcel
Modelo donde estaban presos los participantes de la revolución de
Jaca, para ofrecerles sendas carteras ministeriales, este gesto, y el
rechazo de los "presidiarios" fue un golpe de muerte al
régimen.
El
18 de febrero se formó un gobierno
bajo el mando del almirante Aznar,
que duró hasta el 14 de abril. Éste
fue
elegido porque había mantenido una clara oposición a Primo y porque
no asustaba a nadie. Formó un gobierno de concentración monárquica
que inmediatamente anunció elecciones, primero municipales porque se
consideraban menos peligrosas que las parlamentarias. En esas
elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931 otorgaron la
victoria a los republicanos en la mayor parte de las capitales de
provincia (953 concejales republicanos ante los 602 monárquicos) ya
que estaban menos influidas por los caciques, que si se impusieron en
los municipios (39248 concejales republicanos ante los 41224
monárquicos) .
Ante
el triunfo republicano, se produjo el desconcierto monárquico, que
partió al exilio desde Cartagena con destino Marsella. Tras una
temporada en París, fijará su residencia en Roma. El 14 de abril
fue proclamada en un ambiente festivo, la Segunda República, sin un
solo tiro.
Escenario
político de España:
Organizaciones
políticas y sindicales de Izquierdas
|
Derechas
| ||
Partidos
Republicanos
|
Izquierda
Republicana (Azaña)
|
Derecha
Liberal (Alcalá Zamora, Miguel Maura)
| |
Radical
Socialista (Marcelino Domingo)
|
CEDA
(Gil Robles)
| ||
Unión
Republicana (Martínez Barrio)
|
Partido
Radical (Lerroux)
| ||
Partidos
Nacionalistas
|
Esquerra
Republicana (Macià, Companys)
|
Lliga
Catalana (Cambó)
|
Organización
Republicana Gallega Autónoma (Casares
Quiroga)
|
Partido
Nacionalista Vasco (J. A. Aguirre)
|
|
Partidos
monárquicos,
|
Renovación
Española (Calvo Sotelo)
|
Falange
Española y de las JONS (J.A. Primo
de Rivera)
|
de
extrema derecha y
|
Juntas
de Ofensiva Nacional Sindicalista (0nésimo Redondo)
|
contrarios
a la República
|
Partido
Tradicionalista (Fal Conde)
|
PSOE
(Prieto, Besteiro, Fernand de los Ríos)
|
Partidos
obreros
|
Partido
Comunista (Díaz)
|
POUM
(Nin)
|
Partido
Sindicalista (Pestaña)
|
Sindicatos
|
CNT
(Durruti, Montseny)
|
UGT
(Largo Caballero)
|
EL
GOBIERNO PROVISIONAL (14 de abril - 9 de Diciembre)
El
Gobierno
era
de hecho un ejercicio
de concentración,
donde encontraban representación los integrantes del Comité
Revolucionario del Pacto de San Sebastián.
En
él tenían cabida desde antiguos monárquicos como Alcalá-Zamora
(en la Presidencia) y Miguel Maura (en el ministerio de Gobernación)
a los radicales Lerroux (Estado) y Martínez Barrio (Comunicaciones),
los radical socialistas Marcelino Domingo (Educación) y Álvaro de
Albornoz (Obras Públicas), los socialistas Fernando de los Ríos
(Justicia), Prieto (Hacienda) y Largo Caballero (Trabajo), el
republicano Azaña (Guerra), el nacionalista catalán Nicolau d´Olwer
(Economía) y el regionalista gallego Casares Quiroga (Marina).
LA
CONVOCATORIA DE CORTES CONSTITUYENTES
El
Gobierno se comprometió, en primer lugar, y a través del Estatuto
jurídico del Gobierno provisional, a la convocatoria de unas Cortes
constituyentes. Estas elecciones tampoco serían modélicas, ya que
el grado de abstención seguía siendo grande, por tanto, hubo
partidos caciquiles como los agrarios, y muchos caciques se
incorporaron a las opciones republicanas, y la mujer seguiría sin
poder votar hasta noviembre de 1933 (discrepancias
entre las que sí, como Clara Campoamor, y las que no las ven
preparadas, como Victoria Kent).
Estas
elecciones generales para la formación de Cortes constituyentes
tuvieron lugar el 28 de junio, una vez reformada la ley electoral de
1907 para hacer desaparecer el poder del arraigado caciquismo en
amplios ámbitos rurales. Esta reforma tuvo como efecto secundario el
de primar la composición de amplias coaliciones electorales, lo que
con posterioridad tuvo unos trascendentales efectos de polarización
social. Con la derecha monárquica aún traumatizada y una derecha
liberal que apenas se había adaptado al régimen republicano, el
centro radical y las izquierdas republicanas y socialistas se
impusieron en las urnas (más de un 90%).
La
Constitución de
1931,
carta magna democrática, laica y descentralizada,
fue
un fiel reflejo de las Cortes, prolija y pormenorizada, haciendo
muestra de un radicalismo que en ocasiones no diferenciaba el
idealismo de la simple utopía.
El
9 de diciembre la Cortes Constituyentes votaron una Constitución,
que:
- sólo admitía tres autonomías: Cataluña (Estatuto de Nuria), Euzkadi (Estatuto de Estella) y Galicia, (en menor medida esta última por el freno radical-cedista primero, y la guerra civil después), para solucionar el problema político del regionalismo que hundía sus raíces a finales del siglo XIX,
- proclamaba la República, la división de poderes entre el ejecutivo (gobierno), el legislativo (cortes unicamerales. El presidente de la Cámara será Julián Besteiro) con un Presidente de la República elegido cada 6 años como figura débil políticamente, y el judicial, independiente, creándose el Tribunal de Garantías Constitucionales,
- establece el sufragio universal masculino y femenino, y la más larga enumeración de derechos y libertades del constitucionalismo hasta la fecha,
- el artículo 26 establecía la separación Iglesia-Estado, la libertad de cultos caracterizándose por ser una constitución anticlerical, eliminando la financiación estatal de la iglesia y desvinculándola de la enseñanza (educación pública, laica y universal), el comercio y la industria,
- la propiedad privada quedaba supeditada a los intereses de la economía nacional, como expropiación “forzosa” por “utilidad social”.
Su
creador, Luis
Jiménez de Assúa,
que lideró la comisión dijo de la constitución que era de
izquierdas pero no socialista y Ortega la criticó por tener poco
músculo y demasiado tejido adiposo. La Constitución de la II
República definía el régimen como una "República
de trabajadores de toda clase".
ALGUNOS
ARTÍCULOS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1931.
Art.
1.- España es una República democrática de trabajadores de toda
clase... Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo... La
bandera de la República española es roja, amarilla y morada. Art.
3.- El Estado español no tiene religión oficial.
Art.
11.- Si una o varias provincias limítrofes, con características
históricas, culturales y económicas comunes, acordaran organizarse
en región autónoma... dentro del Estado español, presentarán su
Estatuto con arreglo a lo establecido en el art. 12.
Art.
26.- Una ley especial regulará la total extinción... del
presupuesto del clero. Quedan disueltas aquellas Órdenes religiosas
que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos,
otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del
Estado.
Art.
36.- Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años,
tendrán los mismos derechos electorales...
Art.
67.- El presidente de la República es el Jefe del Estado y
personifica a la Nación...
Art.
68.- El presidente de la República será elegido por las Cortes...
la
defensa de los derechos individuales (entre los que destacaban la
libertad religiosa y la propiedad privada), el desarrollo de una
reforma agraria y la depuración de las responsabilidades de los
dirigentes de la dictadura.
La
política del Gobierno provisional en estos primeros meses, también
estuvo dirigida a abordar una serie de reformas
como:
EL
DEBATE TERRITORIAL: EL PROBLEMA CATALÁN
Grupos
nacionalistas catalanes se habían sumado al Pacto de San Sebastián
con el compromiso de los otros firmantes del pacto de encontrar una
solución jurídica al problema catalán; lo que se materializaría
en la “recreación” de un organismo institucional, la
Generalitat, para el gobierno de la región, cuyas competencias
quedarían reguladas en un futuro estatuto de autonomía para
Cataluña; según el resto de los integrantes, este estatuto debía
ser aprobado por las Cortes, pero para los miembros catalanes era
sólo necesario un referéndum en Cataluña.
El
mismo día, incluso antes que en Madrid, el dirigente de Esquerra
Republicana de Cataluña -ganadora de las elecciones en Barcelona-,
Lluís Companys, proclamó la República desde el Ayuntamiento. Pero,
momentos después, el otro destacado líder de su partido, Francés
Maciá, desde la Diputación barcelonesa establecía l´Estat
Catalá integrado
en una futura "Confederació de pobles ibérics".
Los
acontecimientos habían desbordado las previsiones acordadas e
inmediatamente fueron necesarias negociaciones entre las autoridades
gubernamentales y las fuerzas catalanas. La solución alcanzada fue
la de acelerar todo lo posible el acceso de la región a su
autonomía. El 21 de abril el Gobierno republicano reconoció al
Consejo provisional de la Generalitat, al frente del cual se colocó
Macià. En agosto, la Generalitat
sometió
a referéndum el anteproyecto del Estatuto
de Nuria,
que a pesar de la fuerte abstención, fue aprobado por una gran
mayoría. Este anteproyecto aprobado declaraba a Cataluña "Estado
autónomo dentro de la República española" y concedía a la
Generalitat amplios poderes económicos, culturales y de orden
público. La lengua catalana alcanzaba rango de idioma oficial en
equiparación al castellano, se tomaba el control de la policía, se
organizaba la Hacienda catalana con la posibilidad de contratar
empréstitos y se creaba el Tribunal de Casación, para
dilucidar el traspaso de poderes y las cuestiones problemáticas
entre el gobierno central y el autonómico.
La
aceptación de este anteproyecto de estatuto por las Cortes fue muy
discutida y sólo la habilidad de Azaña, y sobre todo, el
aprovechamiento de una coyuntura favorable -la superación del golpe
de Estado de Sanjurjo- posibilitaron la aprobación definitiva del
estatuto, si bien recortando las definiciones y atribuciones más
significativas del autogobierno, como por ejemplo, su
autofinanciación.
Gran
parte de la sociedad comenzó a sentir animadversión ante la presión
catalana y este “chantaje separatista”.
LA
MISERIA AGRARIA
El
reformismo social se impulsó por la legislación de Francisco Largo
Caballero como ministro de Trabajo, pronto frenada por el recelo de
los propietarios agrarios.
El
decreto de laboreo forzoso obligaba a éstos a tener sus tierras
cultivadas y el de términos municipales les obligaba a contratar a
los braceros del propio término municipal. Se aprobaron también el
seguro de accidentes y las jornadas de 8 horas.
LA
NECESARIA ALFABETIZACIÓN
Como
objetivo prioritario se plantearon el erradicar el analfabetismo
(algo más del 40% de la población) y promover una enseñanza laica,
siguiendo el modelo de “Escuela Única” del pedagogo Lorenzo
Luzuriaga.
Marcelino
Domingo como ministro de Instrucción Pública y Miguel de Unamuno
como presidente de su consejo, presentaron varios decretos para la
creación de unas 7000 escuelas y un número similar de maestros
(muchos de ellos krausistas y formados en la Institución Libre de
enseñanza), estableciendo los principios de coeducación y la no
obligatoriedad de la religión en las escuelas públicas. Tanto la
Iglesia como diversos sectores católicos lo vieron como un atentado
contra la religión.
UN
EJÉRCITO ATRASADO E INEFICAZ
Fue
uno de los asuntos más delicados, emprendido por el ministro de
Guerra, Manuel Azaña, que tenía como principal objetivo el
conseguir un ejército moderno y eficaz, que a la vez se postrase
ante la primacía del poder civil.
En
este sentido, dictó cinco decretos:
- Decreto de supresión de la Ley de Jurisdicciones, ésta era una ley represiva de la oficialidad, a partir de ahora se privaba a los tribunales militares juzgar aspectos que no afectaran exclusivamente a la vida castrense;
- Decreto de Republicanización del ejército; un decreto por el cual debían de jurar fidelidad a la República.
- Decreto de Retiro Voluntario, por el que, aquellos que rehusaran de hacer la promesa de fidelidad a la República, pasaron a la reserva con el mismo empleo y sueldo íntegro; también se pretendía reducir el elevado número de oficiales (macrocefalia, unos 8600 oficiales, de 21000, se acogieron a esta medida).
- Decreto de estructuración de plantilla; a partir de ahora se vinculaba la oficialidad a los estudios universitarios
- Decreto de la supresión de la Academia Militar de Zaragoza, cuyo director era Francisco Franco Bahamonde.
Además,
se suprimió el Tribunal de Honor y la prensa militar, que provocó
una campaña contra la política azañista, al que acusaron de
“triturar” al ejército, y donde, encima, las deficiencias
materiales no fueron resueltas.
LA
CUESTIÓN DEL ORDEN PÚBLICO
Será
importante cuidar la seguridad ciudadana, que acabó minando el
prestigio de la república, pero nunca se llevó una política
decidida.
En
este primer momento se creó la Guardia de Asalto (anterior
Milicia Nacional) que evitaba que todo el orden público recayera en
manos de la Guardia Civil, y que estaba apoyada en la “Ley de
Defensa de la República”. Aún así, como durante la
monarquía, se siguió confiando en la utilización del ejército
para la represión y el orden público.
REACCIÓN
DE LA IGLESIA
Al
principio, la Iglesia junto con la derecha, siguiendo las
instrucciones de Pio XI desde el vaticano, aceptaron el nuevo
régimen, salvo el Cardenal Segura, Arzobispo de Toledo y Primado de
España. Éste, el 1 de Mayo publica una Pastoral, un durísimo y
beligerante artículo contra el régimen, que le vale la expulsión
de España junto con el obispo del País Vasco, Mateo Mújica. A ella
se sumó la prensa católica y monárquica (ABC y El Debate), el
principal órgano de expresión de Acción Católica, partido
dirigido por Ángel Herrera Oria, (director del periódico El Debate
y cofundador junto al padre Ayala de la Asociación católica
Nacional de Propagandistas (ACNP)).
Como
venganza, el 11 de mayo se propagará un sentimiento anticlerical de
la extrema izquierda con la quema de conventos en Madrid, y que se
extenderá a ciudades como Sevilla, Málaga, Cádiz o Alicante.
Las
consecuencias fueron desastrosas al provocar el deterioro
irreversible con la iglesia, pero sobre todo, el descrédito del
gobierno ante la opinión pública católica del país siendo aspecto
importante de separación entre “las dos Españas”.
EL
BIENIO REFORMISTA (9 de diciembre 1931-16 de noviembre 1933),
republicano-socialista, reformista, de “izquierdas” o “rojo”.
Aprobada
la Constitución el 9 de diciembre de 1931, las Cortes sancionaron el
nombramiento del primer Presidente de la República, Niceto
Alcalá-Zamora, quien a su vez designó como Presidente del Gobierno
a Manuel Azaña.
Al
no disponer su grupo de mayoría en la Cámara, los dos siguientes
años Azaña gobernó en una amplia coalición con republicanos de
izquierda y socialistas; lo que permitió que se desarrollara un
programa de una gran ambición transformadora y reformista.
Los
campos donde mayor trascendencia tuvo esta labor de gobierno, frenada
y dificultada por la evolución negativa de la economía, fueron los
siguientes:
La
reforma religiosa.
Uno
de los aspectos más señeros de la Constitución fue su carácter
anticlerical, como muestra su Ley de Divorcio de 1932, con la
aceptación del matrimonio civil, la Ley de Confesiones y
Congregaciones Religiosas de 1933 por la que se frenaba la
sustentación estatal del clero y el cuto y se prohibía a las
órdenes religiosas la enseñanza a partir de diciembre de 1933.., la
expulsión de la Compañía de Jesús (considerado “un estado
dentro del estado”), o que por ejemplo, los ayuntamientos empezasen
a cobrar por procesiones, toques de campana, etc.
Ortega
y Gasset decía que la cuestión religiosa era una cuestión de tacto
histórico, era esencial no herir a la Iglesia (“con la iglesia
hemos topado..”).
Las
clases medias de sentimientos católicos, incómodas con el matiz
socialista del gobierno, le retiraron poco a poco su apoyo.
La
reforma laboral.
La
legislación laboral fue obra de Largo Caballero como Ministro de
Trabajo, añadiendo:
- la Ley de Contratos de Trabajo, regulados por convenios colectivo, por escrito y con una duración mínima de dos años.
- la Ley de Jurados Mixtos con la finalidad de solucionar los conflictos laborales entre patronos y obreros.
- La Ley de Asociaciones Obreras, que regulaba los diferentes sindicatos. Largo Caballero fortalecerá la UGT y su organización campesina, la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (FETT).
Todas
estas leyes, sobre todo la de jurados mixtos, tuvo una fuerte
oposición de las organizaciones patronales.
A
su vez, Indalecio Prieto, como Ministro de Fomento, inició un
programa de obras públicas para amortiguar el paro, como por ejemplo
construyendo el metro de Madrid.
El
objetivo último era el establecimiento y la canalización del
socialismo y recogía la idea de crear una Seguridad Social de corte
moderno.
La
reforma educativa y política cultural
La
idea era desarrollar una educación gratuita, laica y universal, y
hubo un enorme intento por mejorar el sistema educativo, pero chocó
con la oposición de la iglesia y la falta de medios económicos. El
presupuesto subió de un 5 a un 7%. Se calcularon, con la previsión
del cierre de los colegios religiosos, la creación de unas 27.000
escuelas y solo se pudieron unas 13.000, aumentando el número de
maestros de 36 a 51.000 y duplicando los institutos de bachillerato.
La
política educativa también se extendió a la cultura popular,
multiplicándose las bibliotecas y creándose las denominadas
“Misiones Pedagógicas” (llevaban a cabo, cine, exposiciones de
arte, certámenes literarios, etc) en las zonas rurales donde
participaban importantes intelectuales como M.B. Cossío, Antonio
Machado, Pedro Salinas, Miguel Hernández, o “la Barraca” de F.
García Lorca.
Pues
yo digo que, en el orden de las ciencias morales y políticas, la
obligación de las órdenes religiosas católicas, en virtud de su
dogma, es enseñar todo lo que es contrario a los principios en los
que se funda el Estado moderno.
AZAÑA,
M.: Discurso en el Congreso, 13 de octubre de 1931.
La
reforma autonómica
Otra
de las líneas de actuación del gobierno, que arrastraba desde la
época de la Restauración, era el tema de los regionalismos con el
objetivo de crear una organización territorial que permitiese
satisfacer a esos nacionalismos ya consolidados.
Tras
Cataluña, llegará la más difícil y compleja elaboración del
estatuto en el País Vasco, que curiosamente, fue la primera
en iniciar el proceso con el Estatuto de Estella.
Elaborada
por la Sociedad de Estudios Vascos y presentada por una asamblea de
alcaldes vascos y navarros el 14 de junio de 1931, se complicó por
la mala relación de los republicano-socialistas con la derecha
vasca, representada por el PNV y los carlistas.
Su
proyecto llevaba a que la región autónoma tuviese una relación
especial y directa con la Santa Sede, a la que Indalecio Prieto
rechazó denominándola “la Gibraltar Vaticanista”.
Posteriormente
elaboraron otro proyecto conocido como Estatuto de las Gestoras,
que fue rechazado por Navarra y parado hasta la época del frente
Popular, constituyendo la base del estatuto de autonomía vasco.
En
Galicia, ante la tibieza de los socialistas y la ORGA, el
Partido Galleguista de A.R. Castelao elaboró un proyecto de estatuto
en diciembre de 1932, paralizado por el bienio radical-cedista
primero, y la güera civil después.
Igual
pasó en enero de 1933 en Andalucía, con la Asamblea General
de Córdoba en la que Blas Infante, elaboró un anteproyecto de
estatuto andaluz.
Valencia,
Aragón y Baleares no pasaron de la fase preparatoria.
La
reforma agraria
Hay
que reconocer el gran mérito que supuso la reforma agraria al
intentar solucionar el gran problema español (atraso técnico, baja
productividad, latifundios en Andalucía, Castilla y Extremadura, en
“manos muertas”, etc) y que había fracasado con Campomanes,
Floridablanca o Jovellanos. Era el proyecto de más envergadura ya
que afectaba a casi el 50% de la población activa del país y
además, la crisis económica internacional (1929) no hizo más que
intensificar el paro, y con ello, la conflictividad social.
Las
izquierdas republicanas buscaban formar una clase media agraria, de
pequeños propietarios adicta al nuevo régimen, el PSOE buscaba la
socialización de las tierras, los anarcosindicalistas la
colectivización. Esta disparidad explica las vacilaciones del
Gobierno que se plasman en los cuatro proyectos previos a la Ley
de Bases de la Reforma Agraria
que se aprueba en septiembre de 1932, obra de Azaña. Se crea el
Instituto
de Reforma Agraria (IRA),
donde se hizo un inventario de las tierras y beneficiarios. Se
trataba de incautar las tierras a grandes terratenientes con
indemnización, excepto a la “Grandeza”, por su apoyo a Sanjurjo,
y el reparto entre los campesinos pobres. El fracaso de la Reforma
fue rotundo por su complejidad técnica, el escaso interés de los
republicanos de izquierda, la incompetencia del ministro Marcelino
Domingo y, en mayor parte, porque requería una enorme inversión de
capital (tan solo había 50 millones de pesetas) y al no aprobar el
proyecto del Banco Agrícola faltó dinero. Se consiguió expropiar
unas 120.000 hectáreas y asentar en ellas unos 12.000 campesinos, de
los 65 o 70.000 proyectados. Sin embargo, lo que más hirió a los
terratenientes (Asociación Nacional de Propietarios de Fincas
Rústicas) fueron las medidas tomadas por Largo Caballero, medidas
que buscaban proteger al trabajador, pero que conllevó
un descenso de la producción. Pese a ello, tanto UGT como CNT
consideraron insuficiente la reforma agraria y protagonizaron severos
enfrentamientos en el campo. La CEDA y el Partido Radical de Lerroux
aprobarán una ley de Contrarreforma por lo que podemos decir que la
Reforma Agraria no existió en España.
La
oposición al gobierno.
Por
un lado, la derecha con Tyre (Comunidad Tradicionalista y Renovación
Española, creada en 1933) dirigidos por Calvo Sotelo, y que eran
católicos y carlistas unidos. En agosto de 1932 estalla “la
Sanjurjada”,
revuelta del General José Sanjurjo (destituido como director de la
Guardia Civil) mediante un pronunciamiento militar con el apoyo de
los monárquicos y de la Grandeza. En febrero de 1933 aparecerá la
Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de José María
Gil Robles, que movilizará las masas católicas del país por una
vía pacífica en defensa de la religión, la familia, el orden y la
propiedad, pero que se mostrará ambiguo sobre la república como
sistema de gobierno.
El
partido Republicano Radical de Lerroux, considerado de “centro”,
también seguirá una fuerte postura de acoso y derribo del gobierno
de Azaña, al igual que tendrá el malestar del presidente católico
y conservador, N. Alcalá Zamora, especialmente por el tema
religioso.
Y
por el otro, la izquierda, se verá un partido republicano muy
fraccionado y dispar, que recibe la postura revolucionaria de una
rama del PSOE liderada por Largo Caballero.
El
campesinado de la FAI creyó que había llegado el momento de la
revolución ante las demandas de colectivización insatisfechas por
la reforma agraria. Los conflictos se dieron en episodios sangrientos
como Castiblanco (Badajoz), Arnedo (Logroño) o el Alto Llobregat,
dirigido por la CNT. En Andalucía, la represión por parte de las
fuerzas gubernamentales fue muy dura. En 1933 tuvo lugar “los
sucesos de Casas Viejas”
en Benalup (Cádiz), las tropas cansadas de la guardia civil y la
Guardia de Asalto dirigidas por un oficial indeseable, el capitán
Rojas, que siguiendo las órdenes del Director general de seguridad
de Madrid, Arturo Menéndez, se tomó la justicia por la mano
abrieron fuego sin piedad e incendiando la choza hasta que acabó con
“Seisdedos”
(líder ocasional de la revuelta), tras este hecho los anarquistas
solicitaron la abstención en las elecciones de 1933 realizando una
campaña contra Azaña.
EL
BIENIO CEDISTA (19 de noviembre 1933-16 de febrero de 1936),
radical-cedista, conservador o contrareformista, de “derechas” o
“negro”.
Antes
de las elecciones convocadas
para el 19 de noviembre de 1933, el panorama político había variado
susceptiblemente de las pasadas elecciones. En primer lugar, fueron
presentadas amplias alianzas electorales; en segundo lugar, se habían
modificado artículos importantes de la ley que permitían una
rentabilización mayor de sus votos; y en tercer lugar existía la
incógnita de los seis millones de votos de mujeres (más de la mitad
del censo) que votaban por primera vez.
Los
partidos republicanos se presentaron divididos y muy enfrentados en
su disputa por un mismo electorado de centro. En contraste con los
anteriores, los radicales afianzaron su imagen de centro republicano
y consiguieron el poder coligándose en algunas circunscripciones con
fuerzas de izquierda o de derecha según las posibilidades.
En
el Partido Socialista aparecieron graves enfrentamientos entre sus
líderes, con opiniones opuestas ante la posibilidad de coaligarse
con otros grupos republicanos, de Indalecio Prieto, o tratar de
obtener el poder en solitario con una “revolución social”, de
Largo Caballero.
Pero
sin duda fue la derecha la que más esfuerzos movilizó para alcanzar
una amplia coalición electoral que permitiera poner término a la
actuación de una república reformista que, según su opinión, iba
en contra de los intereses de las más sólidas instituciones
nacionales y de la mayor parte de la sociedad española. El 12 de
octubre se alcanzó la “Unión
de Derechas y Agrarios”,
en el que se reunían las candidaturas de la CEDA, los alfonsinos o
monárquicos antirrepublicanos, Renovación española, los
tradicionalistas y los independientes agrarios y católicos. El peso
de la CEDA se manifestó (carteles, prensa, radio..) en la
elaboración de listas, lo que permitió una máxima rentabilidad
parlamentaria de los comicios.
LA
GESTIÓN DE LOS GOBIERNOS RADICALES
Las
dos principales fuerzas políticas eran la Confederación
Española de Derechas Autónomas,
liderada por Gil Robles, y el Partido
Radical de
Lerroux. Dada su mayoría parlamentaria, del entendimiento de ambas
fuerzas dependía que la república conservadora se asentara.
A
pesar de sus profundas diferencias ideológicas, la actitud
paulatinamente más conservadora de Lerroux hizo que alcanzara
rápidamente un apoyo parlamentario cuando fue propuesto por Alcalá
Zamora como Presidente del Gobierno.
Los
gobiernos radicales contaron desde el comienzo con importantes
oposiciones, incluidos los sectores del Partido Radical que se
oponían a solicitar el apoyo de la CEDA (acabaron formando grupo
aparte, la Unión Republicana, en torno a Martínez Barrio) y de
aquellos cedistas integristas que no aceptaban sostener un gobierno
de republicanos históricos. La oposición más radical la llevaron a
cabo no sólo los partidos de izquierda (en especial una parte del
PSOE liderada por Largo Caballero, quien solicitaba la toma inmediata
del poder por la clase trabajadora), sino también grupos de centro y
derecha catalanes y vascos, que veían peligrar la continuidad o
consecución de sus estatutos de autonomía.
Esta
oposición, las diferencias ideológicas y las distintas estrategias
políticas hicieron que la característica principal del segundo
bienio republicano fuera la inestabilidad. En apenas dos años hubo
ocho crisis ministeriales; Lerroux presidió seis veces el Consejo de
Ministros, siendo ocasionalmente sustituido por los también
radicales Samper, Chapaprieta y finalmente por Portela Valladares.
Alejandro
Lerroux (1864-1947) militó desde joven en partidos republicanos. Se
ganó el afecto de los obreros con sus escritos anticlericales y
populistas. En 1908 fundó el Partido Republicano Radical. Evolucionó
hacia la derecha y fue ministro y jefe de gobierno entre 1933 y 1935.
Ante
esta inestabilidad los distintos gobiernos formados en el segundo
bienio no pudieron aplicar un programa coherente de gobierno, su
gestión se redujo a paralizar las reformas políticas (autonomías,
religión, educación, etc) y medidas tomadas en el bienio anterior
(ley de amnistía, y retorno de Sanjurjo), razón por la que este
período es también conocido como bienio
contrarreformista.
En
su programa, La CEDA tenía como grandes medidas que debía
desarrollar la reforma de la Constitución (contrario al criterio del
gobierno radical) y de la Ley de Reforma Agraria (anulación de la
ley de términos municipales).
El
gobierno radical también pretendió atraer a amplios sectores
conservadores tratando de reconciliar el régimen con
la Iglesia; se pretendió alcanzar un nuevo concordato y se volvió a
dotar económicamente al clero rural.
Los
mayores problemas que tuvieron que soportar entre la primavera y el
verano de 1934 fueron la huelga
general de campesinos,
promovida por la FETT, y el
conflicto de los rabassaires
(por la Ley
de contratos de cultivo
de marzo de 1934, los arrendatarios podían comprar las tierras que
habían trabajado durante 18 años, pero los grandes propietarios,
con el apoyo de la Lliga y la CEDA, lo levan al TGC y se declara
inconstitucional) en cataluña.
A
ello hemos de unir, que tras la paralización del estatuto de
autonomía vasco, el PNV se acercará al PSOE.
La
labor
gubernamental
estuvo
muy mediatizada por la presión que en las Cortes realizaban los
diputados cedistas sobre el Gobierno, necesitado del apoyo de sus
votos para sacar adelante su gestión. Esta presión tenía como
objetivo principal la debilitación del centro republicano, con la
esperanza de que tarde o temprano la llamada de la derecha al
gobierno se viera como una necesidad. Un hecho a destacar será la
fundación en octubre de 1933 de un nuevo partido de derecha, Falange
Española,
por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. Se decía
revolucionaria pero al mismo tiempo tenía conexiones con el Gran
Capital que la financiaba como brazo armado violento, asemejándose
al fascismo italiano.
Para
el resto de los partidos esta situación era extremadamente
preocupante y los temores se acrecentaban con el ejemplo fascista
internacional (en
esos mismos momentos en Alemania y Austria se alzaron con el poder
por vía democrática Hitler y Dollfus, cuyos gobiernos de fuerza y
previa destrucción de toda oposición acabaron instaurando regímenes
totalitarios. Lejos de alejar equívocos, los dirigentes cedistas no
tenían inconveniente en imitar ostentosamente comportamientos y
escenografías propias de estos regímenes (uniformes,
concentraciones masivas, Gil Robles saludado al grito de “Jefe”),
al tiempo que presionaban para alcanzar crecientes cuotas de poder).
El
4 de octubre de 1934, una nueva crisis gubernamental hizo retornar a
la Presidencia de Gobierno a Lerroux y en su gabinete, además de
siete ministros radicales, un liberal, un agrario y un independiente,
se integraron por
primera vez tres miembros de la CEDA
en los ministerios clave de Justicia, Trabajo y Agricultura. Al día
siguiente de la constitución del nuevo gabinete, todos los partidos
de la oposición, incluidos los del resto de la derecha republicana,
declararon su incompatibilidad con el Gobierno hasta que la CEDA no
hiciera pública declaración de fe republicana y acatamiento a la
Constitución. Sin embargo, antes de que cualquier posibilidad
pudiera tomar cuerpo estallaron los acontecimientos más graves del
período republicano, la revolución de octubre.
LA
REVOLUCIÓN DE OCTUBRE de 1934
La
polarización de la política española durante el período
republicano hizo que cada vez más pudiera dibujarse una línea de
separación entre derecha e izquierda (“Alianza Obrera” de PSOE y
UGT, a la que no se suma la CNT; pulso de la Generalitat con el
gobierno central).
La
tensión entre ambos polos estalló con el nombramiento de los 4
ministros de la CEDA, visto como una “traición a la República”
aunque venía preparándose con anterioridad. La protesta de los
grupos políticos del resto del arco parlamentario se vio completada
con la declaración
precipitada de una huelga general para el 5 de octubre.
Esta huelga
resultó
un fracaso en la mayor parte de España, dado que la CNT no quiso
participar en ella, los socialistas no emplearon toda su capacidad
movilizadora en zonas como Madrid y el País Vasco, donde disponían
de gran poder político y sindical y sectores del ejército y la
policía se mantuvieron fieles al gobierno. Sin embargo, en dos
lugares el desarrollo de la huelga propuesta por el “Comité
Revolucionario”
de Largo Caballero degeneró en acontecimientos de una enorme
gravedad.
En
Barcelona,
se vio como una amenaza a la autonomía y
el
Presidente de la Generalitat, Lluís Companys, fue desbordado por el
nacionalismo radical y proclamó nuevamente el 6 de octubre, el Estat
Catalá dentro de una República Federal Española.
Sus intentos de apoyarse en la extrema izquierda, la milicia
autóctona y la oficialidad del ejército fueron inútiles y su
insurgencia fue rápidamente sofocada, aunque los combates tuvieron
como resultado un breve bombardeo del general Batet de la
Generalitat y el Ayuntamiento y medio centenar de muertos. En
represalia por este pronunciamiento el estatuto de autonomía catalán
fue suspendido, Companys enjuiciado y condenado a muerte, aunque fue
indultado.
En
Asturias, bien organizada y
con un apoyo masivo (UGT, CNT, PCE), la huelga triunfó y alcanzó
categoría de revolución social. La crisis minera que se venía
arrastrando desde los años anteriores favoreció la unión de todos
los sindicatos y su movilización bajo la consigna UHP
(Unión de Hermanos Proletarios).
El orden revolucionario fue impuesto en las cuencas mineras, Gijón y
Avilés, sometiendo a Oviedo a un cerco en toda regla.
Para
reprimir el levantamiento revolucionario se hizo precisa la
declaración del estado de guerra y la intervención de la legión y
el ejército colonial, dirigiendo la campaña el general Francisco
Franco,
apodado como “el Carnicero de Asturias”.
En
algunos lugares el enfrentamiento tuvo tintes de auténtica guerra
civil; se produjeron más de mil muertos, tres mil heridos y unos
treinta mil detenidos, además de unos enormes destrozos materiales.
La ejecución de treinta y cuatro sacerdotes, varios guardias civiles
y paisanos de notoriedad conservadora alarmó a la opinión pública
derechista que exigió medidas represivas a la altura de los
acontecimientos. El ejército, y en especial la Guardia Civil, desató
una represión durísima con ejecuciones sumarias y torturas. Aunque
hubo decenas de condenas a muerte sólo se ejecutaron dos, contra la
opinión de la CEDA que quería una represión mucho mayor sobre los
dirigentes revolucionarios.
Como
consecuencia de
la revolución de octubre, la izquierda salió debilitada y el efecto
final fue la percepción de sus líderes de la necesidad de unirse
para derrotar al bloque radical-cedista, lo que acabó dando origen a
la coalición del Frente Popular. Azaña, que no había participado
en los hechos, fue acusado de rebelión y encarcelado.
En
el bloque gobernante la represión de la revolución dividió
profundamente a las fuerzas de centro y derecha, aumentando en ésta
la influencia de la extrema derecha; los temores a una revolución
generalizada en buena parte de la sociedad conservadora fueron
utilizados por los sectores más radicales de la derecha para
fortalecer lo que hasta ese momento habían sido simples grupúsculos
muy minoritarios y alcanzar formaciones políticas susceptibles de
movilizar masas por Falange Española con la notoriedad del liderazgo
de José Antonio Primo de Rivera, que sirvió para incentivar la
tendencia filofascista de la derecha.
CRISIS
FINAL Y BALANCE DEL SEGUNDO BIENIO
En
mayo de 1935
se produjo una nueva crisis
gubernamental promovida
por la CEDA que hizo que en la reestructuración ministerial se
integraran cinco miembros de este partido. Entre ellos el mismo Gil
Robles,
que obtuvo la cartera del ministerio
de Guerra,
desde donde realizó una contrarreforma
militar
y, más relevante, situó en puestos claves a oficiales militares de
claras antipatías con el régimen: Fanjul fue su Subsecretario,
Franco el director del Estado Mayor Central, Mola jefe del ejército
en Marruecos y Goded director general de
Aeronáutica.
Sin
embargo, lo más importante de este período fue la presión de la
CEDA para alcanzar una reforma constitucional en sentido conservador.
Ante el desacuerdo con los radicales sobre el alcance y la
oportunidad de llevarlo a cabo, la Confederación de Derechas
propició una cadena de crisis institucionales que buscaban la
definitiva llamada de Gil Robles a la Presidencia de Gobierno. Será
ahora cuando se producirá el desmantelamiento total del bienio
reformista.
Alcalá-Zamora
temía las consecuencias de tal medida y pretendió mantener la
coalición de gobierno radical-cedista, pero una serie de escándalos
producidos por la corrupción del estraperlo (los
empresarios Strauss y Perel sobornan a funcionarios del estado, entre
ellos al hijo de Lerroux, para implantar un juego de ruleta trucado
en varios casinos españoles) o el “asunto Nombela”,
(Antonio Nombela, funcionario de colonias,
denuncia la malversación de fondos a la Compañía de África
Occidental, del Subsecretario de la Presidencia del Gobierno, Moreno
Calvo), fue debilitando la posición de los radicales.
El
gobierno Chapaprieta fue arrastrado por estos acontecimientos
al descubrirse la corrupción administrativa, y Lerroux estaba
desprestigiado para retomar el gobierno.
El
Presidente de la República conformará un nuevo centro político en
torno a Portela Valladares, pero la operación resultó
fallida por las pocas simpatías encontradas entre aquellos que
debían integrar ese nuevo grupo político de centro. Antes de llamar
al gobierno a Gil Robles se decide disolver las Cortes y convocar
nueva consulta electoral para el 16 de febrero de 1936.
La
oposición. Estuvo
dirigida porla izquierda el PSOE, partido dividido dividido entre los
partidarios de Besteiro como sólido marxista, los de Largo Caballero
que pasa de la colaboración a la revolución social y los de
Indalencio Prieto, siempre revolucionario por vía política, que
buscaban unir a toda la izquierda. Por la derecha se crearon las JONS
(Juntas de Ofensiva nacional Sindicalista) por Onésimo Redondo y el
Semanario político “la Conquista del Estado” de Ramiro Ledesma
Ramos .
EL
FRENTE POPULAR (16 de febrero 1936 – 17 de julio de 1936)
El
19 de febrero se constituyó el nuevo Gobierno, presidido por Azaña
y con miembros de su partido y de Unión Republicana; la marginación
de los socialistas fue pactada, a la vez que la separación de
cenetistas (anarcosindicalistas), pues no se quería dar la impresión
de un cambio demasiado brusco.
Escenario
político de España:
Organizaciones
políticas y sindicales de Izquierdas
|
Derechas
| ||
Partidos
Republicanos
|
Izquierda
Republicana (Azaña)
|
Derecha
Liberal (Alcalá Zamora, Miguel Maura)
| |
Radical
Socialista (Marcelino Domingo)
|
CEDA
(Gil Robles)
| ||
Unión
Republicana (Martínez Barrio)
|
Partido
Radical (Lerroux)
| ||
Partidos
Nacionalistas
|
Esquerra
Republicana de Catalunya (Macià, Lluis Companys)
|
Lliga
Regionalista Catalana (F. Cambó)
|
Organización
Republicana Galega Autónoma (Casares
Quiroga)
|
Partido
Nacionalista Vasco (J. A. Aguirre)
|
|
Partidos
monárquicos,
|
Renovación
Española (Calvo Sotelo)
|
Confederación
Española de Derechas Autónomas (J.M Gil Robles)
|
de
extrema derecha y
|
Juntas
de Ofensiva Nacional Sindicalista (0nésimo Redondo)
Falange
Española (J.A. Primo de
Rivera, Manuel Hedilla)
Juventudes
de Acción Popular (JAP)
|
contrarios
a la República
|
Partido
Tradicionalista (Fal Conde), Carlistas (Ramón Nocedal)
|
PSOE
(Prieto, Besteiro, Fernando de los Ríos)
|
Partidos
obreros
Partido
Comunista (Díaz, Dolores Ibárruri “la Pasionaria”)
|
|
POUM
(Andreu Nin)
|
Partido
Sindicalista (Ángel Pestaña)
|
Sindicatos
|
ACNP
(A. Herrera Oria)
|
UGT
(Largo Caballero) CNT (Durruti, Montseny)
|
En
las elecciones apareció una apretada victoria de la izquierda, unida
de nuevo, frente a la alianza antagónica denominada “Bloque
Nacional” (46,6%), liderado por Calvo Sotelo.
La
labor de este nuevo gobierno azañista se atuvo al programa conjunto
del Frente Popular (48%). (el centro quedó con 5,4%).
El
asunto legislativo más delicado fue el cuestionamiento en las Cortes
de la figura del presidente de la República Alcalá-Zamora. Por
iniciativa socialista y en la única votación en que derechas e
izquierdas alcanzaron un acuerdo en este período, el Presidente fue
recusado y, en consecuencia, debió resignar sus poderes. El 10 de
mayo las propias Cortes nombraron a Azaña
como Presidente de la República.
Resultó
ser un grave error, pues como pronto se evidenció no existía una
personalidad comparable a la de Azaña para aglutinar todas las
fuerzas del Frente Popular. Éste encargó la formación de gobierno
al líder socialista más moderado, Indalecio Prieto, pero al no
contar con la conformidad de otros dirigentes de su partido, debió
renunciar al encargo.
El
Presidente
del Gobierno
fue finalmente Casares
Quiroga,
del partido de Azaña y antiguo Ministro de Gobernación, que formó
un gabinete continuista con respecto al anterior azañista.
Pero
lo más importante de este período fue el desarrollo de una doble
dinámica política.
Si el
gobierno y las Cortes,
a pesar de las dificultades del momento, mantenían la legalidad
constitucional y desarrollaban el programa reformista (amnistía a
los presos políticos de la revolución de octubre (30.000, entre
ellos Lluis Companys), restablece el poder de la Generalitat y retoma
los estatutos de autonomía (J.A. Aguirre como 1º Lehendakari),
reanuda el programa reformista en los ámbitos agrario, religioso,
social y militar) que les había llevado a sus cargos, en las calles
proliferó una actuación radical que llevó a graves altercados de
orden público.
Anarquistas,
radicales socialistas y miembros de la extrema derecha, usualmente
por iniciativa propia y no siguiendo la
dirección de sus partidos, generaron una dinámica de violencia y
tensión social que ocasionó frecuentes enfrentamientos y
atentados (“Pistolerismo
callejero” entre comunistas y fascistas) con el resultado de
unos trescientos muertos y mil trescientos heridos de febrero a julio
de ese año. A ello hay que sumar la ocupación ilegal de tierras y
los atentados a
instituciones religiosas, lo que contribuyó decididamente a inclinar
a la derecha moderada hacia soluciones anticonstitucionales.
Los
grandes beneficiados de esta pérdida del control público fueron los
grupos extremistas, fuerzas con escasa o nula representación
parlamentaria, pero con una gran capacidad de movilización de grupos
de agitadores o, sencillamente, de terroristas.
El
gobierno se veía incapacitado para frenar esa espiral de violencia y
de huelgas multitudinarias
y
esperaba que, tanto el reforzamiento de la disciplina desde la
dirección de los partidos, como el aumento de las fuerzas de orden
público, acabaran con el clima de inestabilidad.
El
gobierno intento desarticular una posible trama golpista del ejército
al trasladar a los altos mandos del ejército fuera de Madrid. Por
ejemplo, a Franco lo destituyó como jefe del Estado Mayor y lo
desplazó a Canarias, a Goded lo destinó a Baleares, y a Mola a
Navarra
Pero
las medidas reformistas tardaron en producirse, sobre todo la
agraria, y la agitación callejera alcanzó su cenit el 12
de julio,
cuando pistoleros falangistas asesinaron al teniente de la Guardia de
Asalto José Castillo, de conocida filiación socialista. En
respuesta, al día siguiente, 13
de julio,
compañeros de ese cuerpo asesinaron al principal dirigente de la
extrema derecha, José Calvo Sotelo.
La
conspiración militar que se venía preparando desde hacía meses
encontró la excusa necesaria para alzarse contra la República.
Los
asesinatos de Calvo Sotelo y del Teniente Castillo precipitaron la
situación y el
17 de julio de 1936 en Melilla se inicia la sublevación militar.
Fueron los jefes militares, liderados por Sanjurjo, los protagonistas
del alzamiento aunque no contaban con una base social que les apoyase
salvo la oligarquía monárquica y católica, Falange Española y los
requetés (antiguos carlistas).
Los
jefes militares que se adscribieron a la Instrucción redactada por
Mola, “el
Director”
(era una sublevación contra el Frente Popular pero no contra la
República) y liderada por Sanjurjo desde el exilio en Portugal, eran
el prestigioso Franco, algunos monárquicos como Orgaz, Fanjul y
otros oportunistas como Queipo de Llano y Cabanellas.
La
verdadera causa
de
la Guerra Civil es que una España se sintió amenazada por la otra,
y por falta de templanza se alzó contra ella.
LA
GUERRA CIVIL (17 de julio de 1936- 1 de abril de 1939)
CAUSAS
La
explicación de las razones que provocaron la Guerra Civil es
forzosamente compleja. En el estallido de la guerra, podemos
distinguir dos tipos de causas: las remotas, anteriores a la década
de 1930 y las próximas, que surgieron durante el período
republicano.
Entre
las causas
remotas
de la Guerra Civil se incluyen:
- la manera de llevar a cabo la revolución liberal en España durante el s.XIX, que adoptó la forma del pronunciamiento (sobre todo los progresistas) y el conflicto armado durante las tres guerras carlistas;
- la actitud y la mentalidad de liderazgo del Ejército que se manifestaron a través de la práctica golpista o, en ocasiones represiva, que se produjo durante más de cien años;
- la escasa modernización del país, en relación con otras naciones del occidente europeo, tanto en materia ideológica como económica, que dificultó lo que podría considerarse un avance global de la sociedad y por último,
- la influencia de las ideologías dominantes en el contexto europeo, el comunismo y el fascismo.
Entre
las causas
próximas
hay que destacar la crisis económica de 1929 y su repercusión
social internacional, que coincidió con el período republicano en
España todas las sociedades europeas que, al igual que el resto, se
vieron obligadas a adoptar decisiones radicales para resolver los
conflictos sociales. Las alternativas políticas posibles durante
esta década eran tres:
- El reformismo democrático, que defendía el sufragio universal, Francia y Reino Unido eran los modelos de esta alternativa;
- La reacción fascista, caracterizada por el nacionalismo agresivo, el culto al caudillo y el partido único, los modelos eran Alemania e Italia;
- La revolución de octubre de 1917, según el modelo comunista de la URSS.
En
España, la República se enfrentaba a la necesidad de canalizar los
cambios sociales por la vía del reformismo, pero fue incapaz de
resolver los problemas: la reforma agraria, la educación para todos,
el Estado laico, la mejora de las condiciones de la clase obrera y
también de la mujer, las autonomías políticas, etc.
La
derecha tendió a imitar el modelo de los fascistas italianos y a
minar las reformas modernizadoras de los gobiernos republicanos.
La
izquierda radical (los anarcosindicalistas y el sector del PSOE
liderado por Largo Caballero) se opuso también a los gobiernos, que
calificaban peyorativamente de burgueses.
Cuando
no es posible conseguir soluciones políticas en una situación
social tensa, tarde o temprano los conflictos entran en una fase de
resolución violenta. La voluntad de los
generales que la propiciaron -sobre todo Mola y Franco-, que después
la continuaron sin atender a otras posibilidades de pacto, fue el
detonante del desastre que se derivó. Podemos resumir en pocas
palabras, que la causa esencial de la Guerra Civil, fue que una
España se sintió amenazada por la otra, y por falta de templanza,
se alzó contra ella.
LA
DIVISIÓN DE LAS FAMILIAS EN EL CONFLICTO
“
[…]
Cuando las familias quedaron escindidas de este modo, la guerra
fratricida se libró en sentido literal. Antonio Machado y su hermano
Manuel Machado, que se unió al equipo de intelectuales dirigidos por
Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco, utilizados a lo largo de
la Guerra Civil para hacer propaganda a favor de la causa de los
insurgentes. Algunos de sus poemas estuvieron dedicados a los
dirigentes de la sublevación contra la República. […]”
SEBASTIAN
BALFOUR en la Historia de España de Raymond Carr (editor)
LA
DIMENSIÓN INTERNACIONAL
La
guerra fue, básicamente, una lucha civil entre españoles con puntos
de vista antagónicos sobre el futuro de su país, “las dos
Españas”. El conflicto bélico habría sido muy corto de no
haberse internacionalizado desde sus primeros momentos.
Las
primeras conversaciones destinadas a garantizar y crear el
Comité de
NO-intervención
de
las principales potencias se celebraron en Londres en julio de 1936
por mediación de la ineficaz Sociedad de Naciones (SDN). Allí se
reunieron Blum
y Chamberlain,
y se plantearon el peligro que podría suponer, para la precaria paz
europea, la posible cooperación francesa a
favor de la República Española.
El
acuerdo de no-intervención se firmó los días 4
y 5 de agosto de 1936,
cuando la participación
de alemanes e italianos
era ya
evidente, cada gobierno se comprometió a prohibir el envío
a España de cualquier tipo de suministro bélico. EEUU se
adhirió a la propuesta francesa, aunque la TEXACO o Shell
concedieron un crédito al régimen de Franco que en los años
40, que les sería devuelto mediante una participación en REPESA.
AYUDAS
AL BANDO NACIONALISTA
Alemania.
Alemania
proporcionó suministros bélicos a lo largo de todo el conflicto al
bando nacionalista, en octubre de 1936 se creó la
Legión Cóndor,
núcleo de la fuerza aérea (aviones JUNKER) franquista y que
bombardeó Guernica el 26 de abril de 1937. La ayuda se calculó en
cerca de doscientos millones de dólares que fueron devueltos por el
Gobierno español al III Reich a lo largo de la Segunda Guerra
Mundial mediante el envío de materias primas (donde destaco el
Wolframio) y alimentos.
Italia.
La
ayuda italiana fue más amplia pero de menor calidad, destacaron los
aviones "CAPRONIS" y "SAVOIAS" de su Aviazione
legionaria y el Corpo
di Truppe Volontarie (CTV)
que desplegó ciento veinte mil soldados en España. La ayuda se
calculó muy elevada por parte del gobierno italiano y terminó de
pagarse en 1960.
El
protectorado de Marruecos. Consistió
en el TÁBOR,
tropas mercenarias del protectorado marroquí de gran violencia que
actuaron en las acciones bélicas iniciales dentro del ejército
franquista. También formaron la “Guardia Mora” que protegía al
caudillo en todo momento.
Portugal.
El
territorio portugués sirvió, durante las primeras semanas de lucha,
de camino de paso (en este tránsito muere
Sanjurjo, líder de la sublevación, en un extraño accidente de
aviación) para envíos de material de guerra desde el sur a la zona
norte que padecía escasez de municiones. Portugal se convirtió
también en la vía natural para la entrada de los suministros
alemanes e italianos a los ejércitos franquistas, además, el
“Estado Novo” de Salazar proporcionó tropas voluntarias, los
denominados “VIRIATOS”.
Algo
más testimonial sería la ayuda de los católicos irlandeses
de la “Legión de San Patricio” y, por
último, la ayuda diplomática del Vaticano, que junto a la
iglesia española (Carta colectiva del Cardenal Gomá) la llamó
“Cruzada Nacional” contra el comunismo y calificaba a Franco como
“salvador de la patria”.
AYUDAS
AL BANDO REPUBLICANO
Las
ayudas recibidas por la República fueron algo menores, limitándose
a:
URSS.
Stalin
facilitó
ayuda no devuelta por valor de 120 millones de dólares, pero lo más
importante fueron los suministros bélicos (aviones, armas, técnicos,
etc) y alimentos por la cifra de 578 millones de dólares en oro que
el Banco de España depositó por parte de Largo Caballero en octubre
de 1936 en el GOSBANK soviético para garantizar su seguridad, con
cargo a esta cifra se hicieron toda clase de compras en la URSS y en
otros países no beligerantes.
México.
El
gobierno de Cárdenas
vio con su posicionamiento y ayuda testimonial (algunas armas y
pertrechos) al bando legítimo republicano, la oportunidad de hacer
frente a su oposición interna de carácter conservador, y así no
sufrir el intervencionismo estadounidense con su política del “Buen
Vecino”.
Las
Brigadas
Internacionales
estaban formados por voluntarios de todas partes del mundo
(reclutados por el Komintern de cada país, veteranos de la 1ª
guerra mundial, socialistas, republicanos, etc) con el ánimo de
luchar en favor de la legalidad democrática, la justicia y la
solidaridad.
Comenzaron
a funcionar en el Frente de Madrid en noviembre de 1936 y se
retiraron el 23 de septiembre de 1938.
A
lo largo del conflicto hubo unos 40.000 voluntarios, estaban formadas
por franceses en el “Batallón
Commune de París”,
ingleses, la “Brigada
Lincoln”
estadounidenses, alemanes, austriacos e italianos antifascistas como
“la
Brigada Garibaldi”
y un pequeño contingente de canadienses y de europeos del este, su
Cuartel General estaba en Albacete, Tras una breve instrucción, se
dirigían al Frente integrados en el Ejército Republicano.
Su
líder será el comunista de la Komintern francés André
Marty,
mano derecha de Stalin, siendo algunos brigadistas famosos Willy
Brandt
(que sería luego canciller socialdemócrata de RFA de 1969-74) o
mujeres como Mika
Feldman).
EVOLUCIÓN
DE LAS OPERACIONES MILITARES
El
17 de julio de 1936 se inició la sublevación militar en Melilla (el
Protectorado Español de Marruecos), y en días sucesivos la rebelión
se extendió a varias guarniciones de la Península.
El
pronunciamiento como tal había fracasado y degenerado en una Guerra
Civil que había dividido España. Una fractura que se apreciaba ya
en el país durante las elecciones de febrero de 1936.
La
guerra tendrá cuatro grandes momentos:
1º.
El avance de los rebeldes hacia Madrid (julio-noviembre de 1936).
En
agosto, 14.000 hombres del Ejército de Marruecos, lo mejor del
ejército español, cruzaban el estrecho de Gibraltar,
con la colaboración de la Aviazione
legionaria italiana y
del acorazado alemán “Deutschland”,
sin que interviniese en contra la armada republicana. Franco,
trasladado desde Canarias a Tetúan por el “Dragon
Rapide”, se puso al
mando de las tropas y estableció contacto con Queipo de Llano en
Sevilla.
La
idea era unir el ejército con las tropas del norte del general Mola,
ayudado por los tercios requetés.
Una
vez controlada Andalucía (prácticamente sin oposición en Huelva),
rápidamente se inició la marcha hacia Madrid a través de
Extremadura, en la que sólo resistió Badajoz al general
Yagüe, que la reprimió
con una extrema crueldad. Con su toma de Talavera, el peligroso
avance sobre, junto a otro general,
Fanjul, era total.
El
30 de septiembre los nacionalistas liderados por Franco conquistaban
Toledo, antigua capital visigoda de un gran simbolismo, y donde el
Alcázar acabó resistiendo el asedio de 70 días por parte del
general Moscardó,
hasta la caída de los republicanos. Éstos tomaron Ibiza desde
Menorca y desembarcaron en Porto Pi, aunque sin éxito. En la
península, Mola controlaba Navarra y la zona rural del norte,
todavía sin el dominio de las grandes ciudades, y Cabanellas
dominaba Zaragoza y la mayor parte de Aragón.
LA
BATALLA DE MADRID (noviembre de 1936-marzo de 1937)
Después
de la conquista de Getafe del 5 de noviembre, los nacionalistas
llegaban a los arrabales de Madrid, el
día 6 el gobierno republicano abandonaba la capital y se traslada a
Valencia. En su lugar se
instaló una “Junta de Defensa”, presidida por el General Miaja,
iniciando la denominada guerra de columnas en una fase plenamente
miliciana.
El
pueblo madrileño con la consigna de “No
pasarán. Madrid será la tumba del fascismo”,
se lanzó a la defensa de su ciudad de forma sorprendente, con la
aportación del general Pozas y que, con el contraataque de las
Brigadas Internacionales y la ayuda de la aviación y de los tanques
soviéticos pararon la ofensiva franquista en Seseña. La
resistencia se cobraría la vida del anarcosindicalista Durruti,
líder de la “Columna
Libertad” que se
convertirá en un mito republicano durante toda la contienda.
Por
tanto, en diciembre, el ataque frontal a Madrid de los nacionales
fracasaba.
2º.
Las batallas alrededor de Madrid y la ocupación del Norte (diciembre
de 1936-octubre de 1937).
Franco
intentó hacerse con la ciudad en tres ocasiones más. La batalla
de la Carretera de la Coruña contó con importantes
enfrentamientos en Casa de Campo y Ciudad Universitaria.
Aunque
Málaga fue conquistada por Queipo con la ayuda de los italianos, en
la batalla del Jarama de febrero (6-28) de 1937 se produciría
el segundo intento fallido por hacerse con Madrid. La violencia de
este enfrentamiento se demuestran en el “Vértice Pingarrón”,
que cambió 3 veces de manos.
La
última ocasión de la conquista de la capital fue la batalla de
Guadalajara, el 8 de marzo de 1937 y cuidadosamente
preparada por las tropas de Mussolini con sus 50.000 italianos del
CTV que rompieron el frente republicano y avanzaron a lo largo de la
carretera Zaragoza-Madrid. La reacción republicana, que se
regularizó en el “Ejército Popular de la República” detuvo el
ataque italiano y contraatacó recuperando casi todo el territorio
perdido y recogiendo abundante material que los italianos dejaron en
su desbandada.
En
julio de 1937 se desarrolló la Batalla de Brunete, fue una
contraofendiva republicana en el intento de cercar a las tropas
nacionales en la Ciudad Universitaria y la Casa de Campo, a pesar de
alguna ganancia territorial, los objetivos republicanos fallaron en
su totalidad.
LA
CAMPAÑA DEL NORTE (abril de 1937-octubre de 1937)
Los
primeros ataques al norte republicano provinieron del general
Mola en Navarra, y fueron realizados desde agosto de 1936. Los
nacionalistas tomaron Irún y San Sebastián para impedir las
comunicaciones entre Francia y la República.
Pero
fue después de la batalla de Guadalajara cuando los nacionalistas
iniciaron su verdadera ofensiva. El 20 de abril el ejército vasco se
retiraba hasta Bilbao y el 26 del mismo mes se produjo el
horrible bombardeo de Guernica. El 28 los nacionalistas entraban en
Durango y algunos propusieron hacer de Bilbao “un segundo Madrid”
y resistir hasta el final, pero muchos vascos encontraban puntos en
común con los militares nacionales, como era el catolicismo , el
proteccionismo económico o el predominio del “gran capital”, por
lo que finalmente el País Vasco capituló el 19 de junio, rompiendo
así “el cinturón de Hierro”.
Después
de la batalla de Brunete la acción volvió a concentrarse en el
norte para conseguir controlar la riqueza minera, y el 14 de agosto
comenzó el ataque nacional a Santander. El 24 la ciudad fue
tomada por tropas nacionalistas, lo que supuso el mayor éxito
artillero del General Franco.
El
1 de septiembre se inició la conquista de Asturias, el avance
fue lento debido a la resistencia natural de los asturianos
republicanos y a que los nacionalistas tuvieron que distraer tropas
para contener la ofensiva republicana en Belchite, pero a partir del
14 de octubre, con la ruptura del frente, el avance nacionalista se
convirtió en un paseo militar.
3º.
La ofensiva hacia el Mediterráneo (noviembre de 1937- julio de
1938).
LA
GUERRA EN EL ESTE
Desde
los primeros días de la guerra hasta septiembre
de 1937, el frente aragonés había estado en tranquilidad, pero tras
la conquista del norte, Franco se concentrará en el este para
dividir la zona republicana.
Curiosamente,
en la la batalla de Belchite
fueron las tropas republicanas bajo la dirección de Vicente Rojo las
que tomaron la iniciativa teniendo como objetivo la conquista de
Zaragoza. Sin embargo, esta ofensiva terminó en fracaso.
En
octubre de 1937, la capital se vuelve a trasladar, ahora a Barcelona.
El
15 de diciembre los republicanos decidieron nuevamente tomar la
iniciativa, siendo ahora el objetivo Teruel,
que fue tomada el 8 de enero de 1938, pero que nuevamente sería
reconquistada por los nacionalistas en febrero. Esta batalla
significó un profundo desgaste para el ejército republicano.
En
abril cayó Lérida y días después tras atravesar el Maestrazgo,
conquistarán Vizaroz y Castellón, con lo que se cortaba la
comunicación entre Valencia y Cataluña y se dividía en dos la zona
republicana.
4º.
La batalla del Ebro y el fin de la guerra (julio de 1938- abril de
1939).
La
batalla del Ebro fue
el último gran intento de la República por mantener en contacto a
las dos zonas republicanas. En el fondo, fue la batalla más larga
(cuatro meses), cruel e innecesaria del conflicto, pues el ejército
republicano estaba agotado.
El
25 de julio de 1938 cruzaban el Ebro las unidades republicanas
logrando varios kilómetros de profundidad, pero la rápida reacción
de los nacionalistas detuvo el ataque republicano y sus tropas
volvieron a atravesar el río Ebro y se refugiaron en Cataluña.
La
conferencia de Munich en septiembre de 1938 condenó la República
Española en un intento de dar satisfacción a Hitler y evitar el
conflicto europeo, lo que provocó que las grandes potencias le
diesen la espalda a la República y que se retirasen los brigadistas.
En
enero caía Cataluña, el día 26 Barcelona quedaba en manos del
general Yagüe y los insurgentes.
La
caída de Cataluña
significó
para el Frente Popular el final de la guerra y el reconocimiento de
Franco por parte de Francia y Gran Bretaña.
Negrín
estableció su base primero en Elda (Alicante), y después en el
consulado español de Toulouse (Francia), y cuando volvió a la zona
Centro, tuvo una reunión con los principales mandos militares en Los
Llanos (Albacete).
Él
decía que la única solución era resistir, Miaja lo aceptó así,
aunque no el almirante Buiza, jefe de la flota, ni el coronel Casado,
responsable de la defensa de Madrid. Ante su oposición, Negrín
decidió un cambio en los mandos militares y Buíza y Casado
iniciaron una sublevación anticomunista en Cartagena y Madrid
produjéndose durísimos combates entre los días 6 y 11 de marzo en
la capital. Ante la difícil situación, Azaña cruzó la frontera
hacia Francia.
Ahora
sí, el coronel Segismundo Casado y el ministro de Asuntos Exteriores
de la República Julián Besteiro, además del anarquista Cipriano
Mera, una vez eliminados los comunistas de la escena política,
estaban en condiciones de negociar el final de la guerra con Franco,
pero Franco no quería más que la rendición incondicional y ordenó
la ofensiva final.
El
1 de abril, en su famosa emisión radiofónica, Franco firmó el
último parte de guerra en Burgos y anunció la victoria definitiva a
sus tropas, la guerra había terminado.
EVOLUCIÓN
POLÍTICA DE ESPAÑA DURANTE LA GUERRA
A
finales del mismo mes, España quedaba dividida en dos zonas:
- los rebeldes, sublevados, Nacionales o “azules”, dominaban Navarra, Galicia, Castilla la Vieja (salvo Santander), la mayor parte de Aragón, Cádiz, el Protectorado Marroquí, las Islas Baleares (excepto Menorca), las Islas Canarias, y algunos núcleos aislados en Oviedo, Sevilla, Granada y Córdoba, en total cerca de 175.000 kilómetros cuadrados, contaban con menos tropas que la República pero de mayor calidad;
- el gobierno, leales, Republicanos o “rojos”, que controlaban el resto de España, unos 350.000 kilómetros cuadrados, el triple de población, la mayor parte del ejército, la armada y la aviación, y lo más importante las reservas de oro del Banco de España.
EN
LA ZONA REPUBLICANA
Es
representada por la bandera roja, amarilla y morada, con el himno de
Riego y al grito de “Viva la república”. Tuvo cartelistas como
Josep Renau y Carles Fontseré que se necargaron de la propaganda.
Con
14 millones de habitantes, contaba con la siderurgia vasca y
asturiana, la industria catalana, la rica agricultura de regadío
mediterránea, el plomo de Linares y el mercurio de Almadén, además
de las reservas de oro del Banco de España.
Contaron
con un reducido número de oficiales del ejército, aunque suya era
la mayor parte de la flota y de la aviación. Además, apareció la
Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA) destacando su 5º
Regimiento. Las Milicias populares republicanas surgen en medio de la
confusión y en un primer momento, ya que se decidió entregar armas
a la población. Las Juntas y Comités Revolucionarios de partidos
(ERC, PCE, POUM, etc) y sindicatos (CNT, FAI, UGT, etc) organizarán
sus propias unidades,con más de 200.000 hombres. Éstas, serán
apoyadas por la Guardia de Asalto y los Carabineros en las zonas
fronterizas.
La
sublevación militar produjo esa desorganización inicial o
atomización del poder que fue recogido por numerosos poderes
autónomos (partidos, sindicatos y Generalitat) las organizaciones
populares de la calle (comités obreros y milicias polpulares), de
manera que tras el corto mandato de Diego
Martínez Barrio,
que sólo duró una noche, la del 19 julio.
Desde
el 20 de julio a septiembre de 1936 puede hablarse de “dualidad de
poderes”: el gobierno presidido por José
Giral y
constituido únicamente por republicanos cuya autoridad es mínima,
aún menos cuando en medio de la confusión decidió entregar armas a
la población. Las
Juntas y Comités Revolucionarios de partidos y sindicatos
que detentan el poder de hecho, y que realizan cambios profundos:
confiscación de industrias, ocupaciones de latifundios con
colectivizaciones, creación de milicias, etc.
Fue
un período de gran conflictividad con episodios como los asesinatos
de Paracuellos del Jarama, la quema de iglesias y conventos o la toma
del Cuartel de la Montaña (donde se refugiaron los generales
sublevados en 1936), que se denominó “el Terror Rojo”.
De
este lado, la CNT y el ala izquierda del Partido Socialista con la
UGT, afirmaban que la Guerra y la revolución eran inseparables. Del
otro lado, los partidos republicanos, los nacionalistas vascos, la
Esquerra catalana, el ala derecha del Partido Socialista y el Partido
Comunista afirmaban que primero había que ganar la guerra y después
el país decidiría como debería emprenderse la revolución, y así
ganarse el apoyo de Inglaterra y de Francia.
Ganaría
la primera opción y en septiembre del 36 Francisco
Largo Caballero formó
un gobierno de coalición antifascista, con el apoyo de UGT y CNT.
Las colectivizaciones fueron legalizadas y se empezó a organizar el
Ejército Popular (consistente en la conversión de las milicias en
un ejército regular), también se organizaron los tribunales
populares.
Pero
cualquier medida centralizadora contaba con la oposición de la CNT
que formaba su propio gobierno, y su caída sería inminente. La
crisis llegó con “los sucesos de mayo” de 1937, cuando la
Generalitat presidida por Tarradellas en unión con el PCE decidió
acabar con las milicias de CNT y del POUM e integrarlas en el
Ejército Popular, las milicias tomaron el edificio de la telefónica
en Barcelona desembocando en duros combates entre anarquistas y
comunistas. Las consecuencias fueron la salida de los anarquistas del
poder, la caída del poder de Largo Caballero y la disolución del
POUM con su dirigente Nin asesinado en la cárcel, posiblemente por
comunistas.
Juan
Negrín gobernará
desde mayo de 1937 hasta marzo de 1939, cuando es sustituido por la
sublevación del Coronel Casado.
En
su primer gobierno, en principio la CNT le negó su apoyo, pero
siempre contó con el apoyo del PCE especialmente al final. La
autoridad del Estado fue robustecida y se creó un verdadero gobierno
de guerra, el Ejército Popular se hizo realidad contando con la
colaboración del general Vicente Rojo. En el campo de la economía,
se llevó a cabo una campaña de nacionalizaciones que superó el
caos económico anterior.
El
segundo gobierno Negrín, del 6 de abril de 1938, fue, sin duda, más
débil que el primero, aunque los partidos y las organizaciones del
Frente Popular le otorgaron su confianza. Entonces Negrín pudo
definir unos objetivos de guerra, los célebres “Trece Puntos”
aprobados en el Consejo de Ministros del día 30 de abril de 1938 y
hechos públicos en Barcelona el 1 de mayo. La diputación de Cortes,
en su sesión del 14 de mayo de 1938, a la que asistió Negrín, le
dio su confianza, pero, en realidad, la cohesión del Gobierno era
cada vez menor, y en su interior el descontento de republicanos,
catalanistas y de cada vez más socialistas se hacía mayor a medida
que las posibilidades de continuar la guerra se iban reduciendo. Los
enfrentamientos con la Generalitat alcanzaron el punto álgido con la
dimisión, el 11 de agosto de 1938, del ministro de Trabajo, Jaume
Aiguader, de Esquerra Republicana de Catalunya, opuesto a la
militarización de las industrias de guerra.
La
fractura política llegó al propio PSOE, que se dividió entre los
partidarios de la política de Negrín de resistir y los seguidores
de Indalecio Prieto, enfrentado claramente a Negrín desde su salida
del Gobierno del 6 de abril de 1938, por su convicción de que era
imposible sostener una política de resistencia a cualquier precio
como pretendía este.
LOS
“TRECE PUNTOS DE NEGRÍN”
Los
célebres “Trece Puntos” aprobados en el Consejo de Ministros del
día 30 de abril de 1938 y hechos públicos en Barcelona el 1 de mayo
eran:
1
La independencia de España
2
Liberarla de militares y extranjeros invasores
3
República democrática con un Gobierno de plena autoridad
4
Plebiscito para determinar la estructuración jurídica y social de
la República Española
5
Libertades regionales sin menosprecio de la unidad española
6
Conciencia ciudadana garantizada por el Estado
7
Garantía de la propiedad legítima y protección al elemento
productor
8
Democracia campesina y liquidación de la propiedad semifeudal
9
Legislación social que garantice los derechos del trabajador
10
Mejora cultural, física y moral de la raza
11
Ejército al servicio de la Nación, libre de tendencias y partidos
12
Renuncia a la guerra como instrumento de política nacional
13
Amplia amnistía para los españoles que quieran reconstruir y
engrandecer
España
EN
LA ZONA NACIONALISTA
Es
representada por la bandera rojigualda, con el himno de la Marcha
Real y al grito de “Viva España”. Como gran propagandista
destacará Sáenz de Tejada.
Con
11 millones de habitantes, contaba con los trigales castellanos, el
ganado gallego, el carbón leonés y los vinos de mesa riojanos.
Tenía
de su lado a la mayor parte del ejército de tierra y a los oficiales
con más experiencia. Será respaldado por la Unión Militar
Española (UME) y por el apoyo de la Guardia Civil en el ámbito
rural.
En
cuanto a las milicias civiles contaba con unos 70.000 falangistas
-camisa azul-, 22.000 miembros carlistas de los “Tercios Requetés”
-boina roja- y otros 15.000 de las Juventudes de Acción Popular
(JAP) y de Renovación Española.
La
excusa de la sublevación fue el miedo a una revolución comunista
(“peligro rojo”) que eliminaría la propiedad privada, la
religión y el estado, ideología que se irá definiendo con revistas
como la de Acción Española por José María Pemán o Ramiro de
Maetzu.
Pronto
se derogó toda la legislación social republicana y se llevó a cabo
la abolición de la Constitución de 1931 y la depuración de
funcionarios, maestros e intelectuales, que tuvieron que migrar al
otro lado, o directamente al exilio.
Habrá
un bando nacional de julio a octubre de 1936 y otro muy diferente
hasta el final de la guerra.
En
julio de 1936 se agrupan en la Junta
de Defensa Nacional
de Burgos, que posteriormente formaría la Junta
Técnica del Estado,
con sede
en
Valladolid —presidida por Cabanellas —encargada del gobierno en
la zona sublevada.
El
primero de octubre se confirmaba la subida de Franco
( el 29 de septiembre se había proclamado “jefe
del estado, del gobierno y Generalísimo de los ejércitos”,
como Caudillo, de inspiración fascista) a la Jefatura
del Estado;
no era el general más antiguo pero sí el de mayor prestigio (líder
de los Tercios de la Legión), y su ascenso estuvo favorecido por la
muerte de Sanjurjo (en un accidente de aviación el 20 de julio de
1936 en Estoril, al regresar de su exilio), que era el encargado de
asumir la dirección política según la Instrucción de Mola, que
también había muerto el 3 de junio de 1937, en otro extraño
accidente de aviación.
El
territorio estaba dividido en “Comisiones”,
donde todas las fuerzas políticas apoyaban a
los Jefes militares, pero existían importantes tensiones entre
monárquicos, carlistas, falangistas y los restos que quedaban de la
CEDA. La Falange constituía el sector más inquieto por la falta de
reforma social que preconizaba el ala izquierda de Manuel Hedilla.
Tras
un encuentro sangriento entre los dos grupos antagónicos de Falange,
Franco dio a luz el Decreto de Unificación de 1937,
estableciendo un partido único, FET
y de las JONS
(futuro Movimiento Nacional en 1958)
que integraba a
la FE (Falange Española) dirigido por su cuñado Serrano Súñer,
las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista) y la Comunión
Tradicionalista (carlistas), cuyos líderes, Hedilla y Manuel Fal
Conde respectivamente, contrarios a esta solución, serían
desterrados.
La
Junta Técnica fue sustituida por un Gabinete o Consejo de Ministros
y entre las leyes publicadas en este periodo figuran el Fuero del
Trabajo, la Ley de Prensa, que impuso la censura previa y la Ley de
Responsabilidades Políticas (retroactiva hasta 1934) para inculpar y
procesar a cualquier persona que hubiera colaborado con la causa
republicana. Se abolieron los gobiernos vasco y catalán y el
castellano se convirtió en el único idioma legal, además de la
devolución de la enseñanza a la iglesia y la reconstitución de la
Compañía de Jesús.
CONSECUENCIAS
DEL CONFLICTO
La
Guerra Civil fue el
episodio más traumático que
vivió la sociedad española durante el siglo XX.
Las
consecuencias
políticas fueron
el final de la más importante experiencia modernizadora y
democratizadora que había tenido la España contemporánea y el
inicio de una larguísima dictadura (1939-1975).
Las
consecuencias sociales.
Durante tres años, conciudadanos, e incluso miembros de una misma
familia, lucharon entre sí. El odio entre los españoles se
acrecentó, resultando inevitable el deseo de aniquilación del
contrario. Los que vencieron excluyeron y persiguieron a quienes no
se habían sumado a su bando. El dolor de la mayoría y el rencor de
muchos era el denominador común de la España de los años
posteriores a la contienda.
En
los últimos meses de la guerra, millares de combatientes
republicanos y de familias enteras que habían defendido públicamente
al gobierno legal tuvieron que EMIGRAR y abandonar España de manera
precipitada, dejando atrás todas sus pertenencias y propiedades.
Miles
de combatientes, intelectuales, militantes de partidos y sindicatos
se agolparon en abril de 1939 en el puerto de Alicante, última
ciudad en ser tomada por los franquistas, esperando tener plaza en
uno de los barcos que los llevarían a algún país que los quisiese
acoger como refugiados.
La
frontera catalana con Francia era un río de personas que tuvieron
que sufrir las penalidades del exilio, muchos jamás regresaron.
Decenas
de miles de españoles exiliados se concentraron en campos de
internamiento en el sur de Francia, más tarde se dispersaron por
países europeos, por el norte de África y sobre todo en
Latinoamérica, con México, que fue la nación que acogió mayor
número de personas y su capital se convirtió en la sede política
de la República en el exilio.
En
resumen, unos 350.000 muertos, de los que una buena parte (unos
35-50.000) corresponde a los ejecutados en las
retaguardias. Este
terror fue tanto blanco como rojo, y sus motivos fundamentales, el
odio y el miedo, que se materializaron a través de los famosos
paseos
o sacas (detenidos y llevados a las afueras de los pueblos) y sus
autores fueron los radicales, la FAI y Falange fundamentalmente.
Además, hay que añadirles los muertos por enfermedades o
desnutrición.
Acabada
la guerra, más de 250.000 personas ingresaron como prisiones en
“Checas” (cárceles clandestinas como La Modelo de Madrid o
Cuatro Vientos de Barcelona), en campos de concentración como
Albatera u Ocaña, o con penas de muerte conmutadas en campos de
trabajo forzado (ej. Valle de los Caídos, Canales del Guadalquivir,
etc).
Las
consecuencias
económicas fueron
desastrosas para el país. A la disminución de la natalidad y de la
población activa y al del desequilibrio de la sex ratio, habría que
añadir la pérdida de las reservas y la destrucción de
infraestructuras viarias y fabriles, así como de viviendas -todo lo
cual provocó una disminución de la producción- y la caída del
nivel de renta.
La
mayoría de la población española hubo de sufrir a lo largo de las
décadas de 1940 y 1950 los efectos del racionamiento y la privación
de bienes de consumo.
Las
consecuencias
culturales fueron
importantísimas. Quedó destruido todo el esfuerzo de regeneración
cultural y educativa de la Edad de Plata de la cultura española
(1898-1936). Fueron ejecutados o destituidos por el franquismo más
del 60% de los maestros y profesores. Prácticamente la totalidad de
los intelectuales de la generación del 27 y los más notables
científicos y artistas murieron o marcharon al exilio. Figuras
señeras como García Lorca, Buñuel, Antonio Machado, Alberti y
Picasso son buen ejemplo de esta desertificación
cultural.
La
cultura oficial retrocedió a los tiempos del oscurantismo clerical,
la represión militar y la censura, en favor de la aristocracia
terrateniente.
Se
produjo una honda herida moral que llega hasta nuetros días, con la
contravertida Ley de Memoria Histórica del gobierno de Zapatero en
2007.
En
el ámbito
internacional,
España inició veinte años de aislamiento político, con excepción
del reconocimiento que obtuvo de algunos estados, como el Vaticano,
Irlanda y Argentina.
Quedó
fuera del fuerte impulso de progreso que se inició en
Europa después de 1945.
En
definitiva, España llegaba a la mitad del siglo XX sin haber
solucionado sus problemas de convivencia política.
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